Ya no hay más tiempo. Si no hay un cambio urgente, ni el mundo en su conjunto ni los 46 países con mejores perspectivas alcanzarán un nivel de hambre bajo en 2030. Es decir, no se cumplirá con el segundo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, según el último informe del Global Hunger Index (GHI por sus siglas en inglés), que también ha mostrado un estancamiento en el progreso contra este problema.
En los días previos al Día Mundial de la Alimentación, Ayuda en Acción ha presentado en Madrid el último informe del GHI, creado por varias organizaciones de Alliance 2015, plataforma en la que participa la ONG española. La situación es alarmante debido a las actuales crisis mundiales superpuestas: conflictos, cambio climático y consecuencias de la pandemia de COVID-19. “La gravedad y la rapidez de los impactos sobre el hambre se han producido en gran medida porque millones de personas ya vivían al borde del hambre: entre pobreza, desigualdades, gobernanza inadecuada, infraestructuras deficientes y baja productividad agrícola”, lamentó el director de incidencia de Ayuda en Acción, Alberto Casado.
El hambre desde América Latina y África
La situación es preocupante hasta en las zonas donde no hay tantos riesgos. La directora de la organización en Guatemala, Ada Gaitán, explicó que, pese a que el nivel de hambre en América Latina y el Caribe se considera bajo, en los últimos años se ha sufrido un retroceso “preocupante”. Y hay datos tan graves como que, en el caso de Guatemala, uno de cada dos niños sufre desnutrición, un hecho que se evidencia aún más en zonas rurales donde el acceso a servicios básicos es casi inexistente y en comunidades indígenas, donde las cifras de infancia desnutrida puede llegar al 80%.
Por su parte, Francisco de Asís López, director de Uganda, argumentó los muchos problemas que afectan a Uganda y a los países del entorno: conflictos recurrentes, débil gobernabilidad, lucha por los recursos y consecuencias de la crisis climática. Aunque puso el foco en uno de los mayores riesgos de África: “la situación es especialmente preocupante en Somalia y el norte de Etiopía, donde el conflicto tiene un impacto muy acusado sobre la seguridad alimentaria y, además, el acceso a la ayuda humanitaria está muy restringido o limitado. La cosecha fallida de marzo, abril y mayo de este año en el norte de Etiopía ha impactado en las comunidades y las personas se encuentran en una situación muy peligrosa. Si vuelve a fallar la temporada de lluvia no se descarta una emergencia humanitaria de nivel 5, es decir, de hambruna”.
Recomendaciones para reducir el hambre
Ante esta situación tan sombría, sin embargo, hay mucho que se puede hacer. Como explica Almudena Barrio, responsable de proyectos en Centroamérica y México, “la transformación de los sistemas alimentarios requiere de intervenciones multinivel”. Por ello desde Ayuda en Acción trabajamos en los territorios generando redes “de gobernanza que incluyen no solo a los gobiernos locales, sino también a la academia, la empresa privada, las comunidades y otros actores relevantes, generando mejores condiciones para afrontar cualquier problema, y en concreto el hambre”. En ese sentido, es fundamental la participación de las comunidades más vulnerables -como la comunidad indígena y afrodescendiente- para reducir el hambre en esas zonas.
Día Mundial de la Alimentación: recomendaciones
Desde Ayuda en Acción hacemos un llamamiento para un cambio urgente en el Día Mundial de la Alimentación. Las siguientes recomendaciones son algunas de las explicadas por el director de Incidencia, Alberto Casado, para cambiar la situación:
- Fomentar la gobernanza local, clave para la transformación de unos sistemas alimentarios que respondan a las necesidades de sus comunidades, así como a las distintas crisis. "La perspectiva local ayuda a revelar las prioridades de los sistemas alimentarios y refleja las necesidades y preferencias locales”, dice Casado.
- Que los gobiernos refuercen la coordinación de las políticas alimentarias y nutricionales a todos los niveles, especialmente los procesos de planificación y presupuestación que deben tener en cuenta los desequilibrios de poder existentes y dar prioridad a los colectivos más vulnerables y afectados por la crisis.
- Los gobiernos deben revisar, aplicar y supervisar sus compromisos en materia de sistemas alimentarios, incluidas las lanzadas en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios de 2021.
- Los gobiernos deberían reforzar el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) para que pueda cumplir su mandato como plataforma central de coordinación de políticas mundiales multilaterales.
- Garantizar la participación, la acción y la supervisión de la ciudadanía y tener en cuenta su contexto.
- Incrementar los recursos internacionales en ayuda humanitaria es necesario, pero hay que aumentar también el presupuesto en cooperación.