El informe Global Hunger Index (GHI) 2023 revela un preocupante estancamiento en la lucha contra el hambre a nivel mundial. La situación del hambre se considera aún moderada, pero lo que destaca es que, tras muchos años de progresos y avances, esta lucha se mantiene estancada desde 2015. Esto es especialmente preocupante para la juventud, que tiene que desarrollarse en un sistema alimentario que les perjudica y que, además, es el que heredarán, con sus consecuentes problemas y retos.
La puntuación del GHI mundial en 2023 es de 18,3, habiendo crecido muy levemente respecto a 2022, cuando estaba en 18,2. También es poco menos de un punto respecto al dato de 2015, que se situaba en 19,1, lo que muestra una ralentización respecto a los periodos anteriores. Además, desde 2017 la prevalencia de la subalimentación, uno de los indicadores utilizados en el cálculo de las puntuaciones del GHI, ha aumentado, y el número de personas subalimentadas ha pasado de 572 millones a unos 735 millones.
Como muestra la edición 2023 del Global Hunger Index, elaborado por WHH y Concern Worldwide y traducido por Ayuda en Acción, las múltiples crisis superpuestas, desde la pandemia de covid-19 a los conflictos armados, el cambio climático o el estancamiento económico, han contribuido significativamente al estancamiento en la lucha contra el hambre. Estas crisis han exacerbado las desigualdades, afectando especialmente a aquellos de bajos y medianos ingresos. Esto lo refleja Ruth Yumba (nombre ficticio por cuestiones de seguridad), un joven de 20 años de República Democrática del Congo: “Muchas veces, el conflicto es la causa principal del hambre en nuestra comunidad”. Yumba es agricultor, pero cuando estalló el conflicto en su comunidad tuvo que huir y dejar atrás su campo y cultivos: “No tenemos campos ni reservas. Esto siempre nos hace vulnerables. Donde quiera que acabemos, siempre somos recién llegados”.
Esto puede aún empeorar. “La situación apunta a que será más grave en el futuro, porque se auguran más concatenaciones de crisis para las que aún el mundo no está preparado”, explica Alberto Casado, Director de Incidencia de Ayuda en Acción. “La aceleración de la crisis climática no genera solo crisis relacionadas sequías, inundaciones o tormentas extremas. Ya vemos cómo genera crisis indirectas como conflictos y desplazamientos, todas las cuales pueden contribuir al hambre. Si esto no se rompe, las próximas generaciones se enfrentarán a niveles cada vez mayores de inseguridad alimentaria y nutricional”, añade.
Los sistemas alimentarios actuales perjudican a la juventud
Una preocupación destacada del informe es el impacto desproporcionado que el estancamiento en la lucha contra el hambre tiene en la juventud, especialmente en países de bajos y medianos ingresos. “No solo sufren los fallos de los sistemas alimentarios actuales, sino que heredarán estos sistemas alimentarios con problemas y los retos que se derivan de ellos”, exponen Wendy Geza y Mendy Ndlovu, autoras invitadas del Centro de Sistemas Agrícolas y Alimentarios Transformadores de la Universidad de KwaZulu-Natal, Sudáfrica.
La actual población mundial de jóvenes, 1.200 millones, es la mayor de la historia. Y, aunque las cifras mundiales sobre el hambre no informan específicamente sobre el hambre entre este grupo, la inseguridad alimentaria y la desnutrición son mayores y más persistentes en el sur de Asia y África al sur del Sáhara, que también albergan la mayor parte de la población juvenil.
Esto afecta gravemente a la juventud, donde la primera infancia y la adolescencia son periodos de crecimiento y desarrollo físico más rápido. En este contexto, la inseguridad alimentaria y el hambre representan desafíos y barreras cruciales para las generaciones más jóvenes durante una etapa crucial de su desarrollo.
43 países en amenaza grave o alarmante por hambre
El informe destaca que el hambre sigue siendo una amenaza grave o alarmante en 43 países. Además, las proyecciones indican que, al ritmo actual, 58 países no alcanzarán un bajo nivel de hambre para 2030.
Los seis países con puntuaciones GHI con el rango alarmante son República Centroafricana, Madagascar, Yemen, República Democrática del Congo, Lesoto y Níger. Otros tres países se designan provisionalmente como alarmantes a pesar de no contar con datos suficientes para el cálculo de las puntuaciones, que son Burundi, Somalia y Sudán del Sur. Mientras que, por regiones, las más afectadas por el hambre son Asia meridional y África al sur del Sáhara, que tienen puntuaciones GHI de 27.0 cada una.
A pesar de estos datos, también hay ejemplos de progreso y esperanza. Siete países cuyas puntuaciones del GHI en 2000 indicaban niveles de hambre extremadamente alarmantes -Angola, Chad, Etiopía, Níger, Sierra Leona, Somalia y Zambia- han progresado desde entonces.
La falta de soberanía alimentaria: en el centro del problema
En este contexto, las autoras Geza y Ndlovu presentan la falta de soberanía alimentaria “como una de las mayores debilidades de los sistemas alimentarios”. La pérdida sobre esto, especialmente en países de renta baja y media, se ha visto acelerada por factores como el colonialismo, la mala gobernanza, la capitalización intensiva de los sistemas alimentarios o el crecimiento generalizado de los monocultivos de la agricultura.
Como consecuencia, los sistemas agrícolas y de conocimiento locales se encuentran amenazados, lo que ha contribuido a la inseguridad alimentaria y nutricional. De esta manera se muestra que intervenciones específicas para la seguridad alimentaria, como la promoción de los principales cultivos alimentarios de alto rendimiento, consiguieron reducir el hambre en el mundo entre 1990 y 2017, pero ya no son suficientes. Que el progreso se haya estancado evidencia la urgente necesidad de una nueva dirección en la transformación de los sistemas alimentarios.
“Si se apoyan, promueven y extienden, los sistemas agrícolas de las y los pequeños agricultores, diversos, innovadores y menos intensivos en insumos, pueden constituir una solución sostenible a los retos actuales en materia de alimentación y nutrición, así como un camino para que las poblaciones vulnerables salgan de la pobreza y el hambre”, inciden las autoras.
Impulsar oportunidades para la juventud es otra clave. En Etiopía, donde la pobreza y la seguridad alimentaria siguen siendo alarmantes, Ayuda en Acción y sus socios locales han implementado una serie de actividades para la creación de oportunidades de empleo. Genet Wolde, de 25 años, es una de las jóvenes que se ha enfrentado a serios problemas para poder alimentarse a ella misma y a su hijo. Ahora forma parte de la cooperativa juvenil que surgió en este proyecto en la zona de Wolaita, que se dedica a producir verduras y hortalizas para el mercado local, así como al comercio de granos y la cría de ganado. “La formación cambió mi vida. Me ha mostrado lo que puedo hacer para tomar las riendas de mi destino. Consigo suficiente remuneración como para comprar comida y otras cosas necesarias. Veo un futuro brillante”, expone Wolde.
Por todo ello, el Global Hunger Index 2023 hace un llamamiento a la acción, instando a los gobiernos a garantizar la participación significativa de la juventud en la formulación de políticas alimentarias a largo plazo, a mejorar su acceso a recursos productivos y a ofrecer empleos justos y sostenibles dentro de los sistemas alimentarios. “La soberanía alimentaria y la equidad de género también se destacan como componentes esenciales para abordar estos desafíos y garantizar la justicia generacional”, concluye el informe.
Puedes revisar el informe completo en el siguiente enlace: Global Hunger Index 2023