Gorka Marcos pertenece a la generación de los millennials, esos nativos digitales que nacieron prácticamente con un móvil bajo el brazo, que han invertido mucho tiempo y esfuerzo en formarse, viajan todo lo que su economía les permite y no se pierden la última serie de moda.
Pero Gorka también es un joven solidario que hace 11 años eligió el apadrinamiento para expresar su compromiso en la construcción de un mundo mejor. La experiencia llegó gracias a sus padres, que ya habían apadrinado anteriormente con Ayuda en Acción y le inculcaron la importancia de ayudar a personas que no podían disfrutar de las mismas oportunidades que él. Desde entonces, Gorka espera con ilusión cada año las cartas que le llegan desde Etiopía. La relación que ha establecido con Enat, su niña apadrinada, es de cariño, solidaridad y descubrimiento mutuo.
Resume en una palabra qué es para ti apadrinar
Justicia.
¿Qué lugar ocupa esta experiencia en tu vida?
La solidaridad es una parte fundamental en mi vida y esta experiencia en concreto tiene un espacio muy importante porque fue mi primer compromiso constante y a largo plazo de este estilo. Creo que la infancia es una fase muy importante de la vida de todos y mediante este tipo de proyectos, donde se ayuda a toda la comunidad, se acaba ayudando a los niños, que son los más vulnerables. Si ellos viven mejor y tienen más oportunidades, podrán construir un mundo mejor como estamos intentando ahora. Me gusta pensar que, aunque sea pequeña, mi colaboración ayuda en este gran proyecto.
¿Qué te cuenta en esas cartas?
A veces me habla de su cultura, como cuáles son sus instrumentos musicales tradicionales. También me cuenta cómo se vive en su aldea, cuáles son los días de mercado y qué se suele vender y comprar en ellos. Además, me ha dicho que le gustaría ser profesora y construir escuelas para poder ayudar a otros niños. Siempre me agradece la colaboración y lo acompaña todo de un bonito dibujo.
¿Tú le has escrito? ¿Qué le cuentas en tus cartas?
Sí, he escrito alguna carta aunque no con la suficiente frecuencia con la que me gustaría. Yo le cuento un poco quién soy, dónde vivo y con quién. También le hablo de mi trabajo y de cómo es la vida aquí intentando recalcar que no es mejor sino distinta. En mi opinión podríamos aprender de ellos muchas cosas que se nos han olvidado.
Uno de mis propósitos es mejorar esta parte para que Enat vea también que detrás de la ayuda que llega a su comunidad hay una persona igual que ella, aunque vivamos en culturas y de formas diferentes. Que hay alguien ahí fuera que también se preocupa por ella y que sus cartas son leídas.
¿Qué te gustaría que consiguiese en el futuro Enat?
Por supuesto, me gustaría que cumpliera su sueño de ser profesora para enseñar y ayudar a otros niños en el futuro, consiguiendo una comunidad más fuerte y más autónoma. Sobre todo, que se mantenga en ella esa ilusión y esa solidaridad.
¿Te gustaría ir a visitar a la niña que tienes apadrinada en Etiopía?
Sí, sería para mí una experiencia que completaría totalmente el apadrinamiento. Sobre todo porque la conocería personalmente, a su familia, su comunidad y el efecto positivo que tiene Ayuda en Acción en ella a través de las aportaciones que hacemos los socios. Podría ver también en persona todas esas cosas que sé por sus cartas y experimentar cómo viven allí para ser más consciente de su realidad.
¿Por qué crees que es importante el vínculo que se crea con el/la niño/a apadrinado/a?
Todos hemos sido niños alguna vez y la mayoría guardamos un buen recuerdo de esa etapa. Además, en mi caso, para llegar hasta aquí he tenido muchas oportunidades que también querría para los demás. Ver a un niño que te cuenta cómo puede vivir sus sueños gracias a la ayuda que recibe a través de tu colaboración es como rememorar las cosas buenas de nuestra infancia y sentirnos bien por hacer posible que otros las consigan. Nos ponemos en su piel y el vínculo se hace más especial.
¿Para qué te gustaría que sirviera tu experiencia?
Me gustaría que le proporcionase la capacidad a mi niña apadrinada y a su comunidad para alcanzar los medios para vivir con dignidad, mantenerse de forma independiente y sembrar la semilla de la acción solidaria para que la puedan extender a otras comunidades y a las futuras generaciones. Que se resalte y se multiplique esa conciencia de formar parte de un todo en el que cada uno importa.
¿Cómo animarías a otros jóvenes como tú a apadrinar?
Hoy en día hay muchísimas formas de colaborar en proyectos solidarios, todas ellas válidas. Apadrinar puede sonar desfasado o de personas mayores, pero yo diría que tiene dos grandes ventajas. La primera, más general, es que mantienes contacto con alguien a quién estás ayudando y puedes ver cómo le hace mejorar. La segunda está relacionada a hacerlo cuando se es joven (yo llevo apadrinando desde los 17 años): la infancia queda cerca y puede verse desde otra perspectiva diferente a la de un padre o madre protectora. Creo que somos más capaces de comprender lo que sienten estos niños y de alinearnos con sus ilusiones y sus motivaciones, encontrando razones para seguir colaborando. Además, para las nuevas generaciones recibir cartas creo que es poco habitual, pero nunca deja de hacer ilusión.