La crisis de la COVID-19 está multiplicando las vulnerabilidades y brechas ya existentes en el mundo. Los mayores efectos se dejan notar en los países más empobrecidos y entre determinados grupos de población. Descubre a quién castiga más la pandemia de coronavirus:
COVID-19 y vulnerabilidades: ¿a quién castiga la pandemia?
1. Mujeres
La igualdad entre hombres y mujeres es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible amenazados por la pandemia. Todo apunta a que la crisis sanitaria, social y económica generada por la COVID-19 aumentará la brecha de género, sobre todo en los países en vías de desarrollo. ¿Por qué las mujeres, que forman la mitad de la población mundial, se ven afectadas de manera desproporcionada por la pandemia? Algunas razones son:
- Están en primera línea de batalla frente al virus: se estima que el 67% de la fuerza de trabajo sanitario corresponde a mujeres, por lo que su riesgo de infección es mayor. Además del impacto directo de la enfermedad, en países con sistemas sanitarios frágiles, tienen mayores dificultades para acceder a los servicios de salud materna, puesto que la mayoría de esfuerzos se concentran en atender solo necesidades médicas esenciales. Por otro lado, la falta de anticonceptivos puede originar siete millones de embarazos no deseados en los próximos meses.
- Su seguridad personal se resiente: aislamiento, restricciones de circulación, distanciamiento social… algunas de las medidas para frenar la COVID-19 están favoreciendo la propagación de otro virus: la violencia de género. Según algunos estudios, esta violencia aumenta un 20% durante los periodos de encierro, por lo que se calcula que un confinamiento de seis meses puede originar 31 millones de casos de abusos.
- La precariedad laboral tiene nombre de mujer: el trabajo informal, tan frágil durante este tipo de crisis, afecta sobre todo a las mujeres. En América Latina y el Caribe, por ejemplo, mientras que los hombres representan el 93% de la fuerza de trabajo formal, las mujeres son solo el 67%.
- Aumenta su carga de trabajo en el hogar: la pandemia agrava aún más el reparto desigual de tareas no remuneradas en casa.
2. Infancia
Si no se toman medidas, la crisis de la COVID-19 puede convertirse en una crisis de derechos de la infancia. La pandemia está afectando a pilares fundamentales del desarrollo de los niños y niñas, como la educación, la alimentación o la salud emocional. También preocupa el repunte de la violencia contra la infancia. Está demostrado que las emergencias aumentan la probabilidad de que se produzcan situaciones como los matrimonios forzosos, el trabajo infantil, los abusos, la mutilación genital femenina, la trata o la explotación sexual.
3. Población indígena
La COVID-19 está agravando las vulnerabilidades que ya enfrentaban a diario las comunidades indígenas y afrodescendientes. El testimonio de Alba Guatarilla, líder indígena de la comunidad Awá, en Colombia, es un claro ejemplo de cómo la vida de estos pueblos está empeorando con la pandemia. Antes de la llegada del virus, su comunidad se enfrentaba a la violencia derivada del conflicto armado colombiano, la pobreza, la desigualdad, y cambio climático. Ahora, a la lista de problemas se suman otros como la falta de alimentos y de medidas de higiene y prevención sanitarias frente al virus, por no hablar de las barreras para acceder a un centro de salud.
4. Población migrante
La población migrante, refugiada, desplazada y apátrida del mundo también está encontrando en la COVID-19 a un multiplicador de sus vulnerabilidades. Estos son solo algunos de los obstáculos que enfrentan:
- Menos acceso a servicios médicos: esto se debe a obstáculos como el idioma, las barreras culturales, la falta de información, el temor a ser detenidas o deportadas, o las actitudes xenófobas.
- La vida en campamentos o en condiciones inseguras (calle, barrios marginales, asentamientos informales…) a menudo está marcada por la falta de acceso a agua, saneamiento e higiene; o el mayor riesgo de sufrir violencia sexual y de género, entre otras amenazas.
- Peores condiciones laborales: muchas personas migrantes como Rogelio trabajan en empleos temporales e informales marcados por la precariedad. Otras corren el riesgo de perder su empleo debido a la crisis de la COVID-19. Un colectivo muy afectado es el de las personas migrantes trabajadoras domésticas.
5. Personas con discapacidades
“Las personas con discapacidades sienten que las han dejado atrás durante la pandemia”, aseguraba recientemente Catalina Devandas, Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos de estas personas. Una de las principales razones por las que sus vulnerabilidades han aumentado con la COVID-19 es que las medidas de contención como el autoaislamiento o el distanciamiento social pueden ser imposibles para quienes necesitan ayuda para, por ejemplo, vestirse, comer o bañarse, explicaba Devandas.
6. Personas mayores
Aunque la infección por coronavirus no entiende de edad, las personas mayores sufren un riesgo mayor de que el contagio derive en una enfermedad grave. De hecho, la tasa de mortalidad de COVID-19 para los mayores 80 años es cinco veces más alta que en el resto de la población. El impacto de la pandemia no solo afecta a su salud. También aumenta el riesgo de sufrir pobreza, discriminación y aislamiento, sobre todo en países en desarrollo, donde los servicios de protección social y sanitarios se verán a menudo desbordados por el virus.
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