En el año 2000, Naciones Unidas estableció el 18 de diciembre como el Día Internacional del Migrante. Su objetivo, concienciar sobre algo tan inherente al individuo como lo es el derecho a la movilidad humana y reivindicar la importancia de que éste pueda ejercerse en cualquier ámbito y lugar del mundo, garantizando así la dignidad de quienes deciden abandonar sus lugares de origen, independientemente de la razón que les lleve a hacerlo.


Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en 2015 había 244 millones de migrantes internacionales, esta cifra es el equivalente al 3,3% de la población mundial y supone un incremento bastante considerable respecto a los 155 millones registrados en el año 2000.


Cuando hablamos de migrantes, es frecuente asociarlo sólo a aquellas personas que abandonan su país de origen para dirigirse a otro en el que mejorar sus condiciones de vida. Pero esto implica dejar de lado un fenómeno migratorio que afecta a más de 740 millones de personas, los desplazamientos internos, aquellos en los que las personas se trasladan a otro lugar dentro de su país de origen.


Por supuesto, no podemos olvidar el movimiento migratorio más complejo y preocupante de este siglo XXI, el de los refugiados. En 2016, 22,5 millones de personas en el mundo eran solicitantes de asilo y refugio y de ellos, el 51% eran menores de 18 años.


Migrantes, desplazados internos y refugiados, todos ellos suponen una cifra global de casi mil millones de personas en movimiento. El Día Internacional del Migrante nos recuerda lo que hay realmente detrás de esta cifra abrumadora, mil millones de historias de personas que han dejado atrás el lugar en el que nacieron para huir de la violencia, los conflictos, la inseguridad alimentaria, emergencias o las consecuencias del cambio climático.


El Día Internacional del Migrante y Ayuda en Acción


En Ayuda en Acción somos conscientes de que la movilidad humana es uno de los retos globales a los que nos enfrentamos como sociedad. Defender el derecho a migrar, al refugio y el asilo, a desplazarse para tener más y mejores oportunidades económicas o educativas y, por supuesto, para sobrevivir. Y dentro de este proceso, también reivindicamos que quienes toman la decisión de abandonar sus países, lo hagan en condiciones seguras que garanticen sus derechos humanos.


Como organización, nos cruzamos de manera recurrente en nuestros proyectos con esta realidad, la de las personas que se ven obligadas a abandonar sus países y la de las que ya lo han hecho y están en pleno proceso de construcción de una nueva vida en los lugares de destino. Por esta razón, no podemos dejar de sumarnos al Día Internacional del Migrante, porque estamos al lado, entre otros, de los migrantes centroamericanos, de refugiados en Etiopía y Uganda y de los desplazados internos en Colombia.


Un reciente estudio de la OIM y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) establece la relación directa entre la seguridad alimentaria, la violencia y los flujos migratorios en el contexto del Triángulo Norte Centroamericano, esto es, Honduras, Guatemala y El Salvador. Estamos presentes en los tres países y en todos ellos, junto con Nicaragua, llevamos décadas fortaleciendo los medios de vida de las poblaciones más vulnerables y también, en los últimos años, haciendo frente a la sequía y el cambio climático -que tan duramente están castigando la región- a través de proyectos que aseguren las cosechas, las reservas de agua y garanticen los ingresos económicos.


Tras más de medio siglo de conflicto armado, Colombia vive su primer año tras los Acuerdos de Paz con ilusión pero también consciente de los grandes retos que tiene por delante. Dos de ellos, mejorar las condiciones de vida de los millones de colombianos que viven en la zona rural y apoyar a las víctimas y desplazados internos para que puedan rehacer sus vidas. Ejemplo de ello es nuestro trabajo en El Salado, una pequeña población de los Montes de María que sufrió una de las peores masacres registradas. Tras ella, todos abandonaron el pueblo, Ayuda en Acción está al lado de la población retornada, apoyando la recuperación de El Salado y sus veredas y construyendo paz.


El Cuerno de África, vive desde hace más de dos años una de las peores sequías registradas en los últimos 60 años. Etiopía y Uganda son ejemplo de ello. En ambos países trabajamos para dar respuesta a la emergencia humanitaria de manera permanente para garantizar la seguridad alimentaria y el acceso al agua. Los dos son también receptores de refugiados, no en vano, Etiopía es el mayor receptor de refugiados de todo el continente africano. En el caso de Etiopía, desde 2016, estamos presentes en el campo de refugiados de Adi Harush hasta el que llegan los jóvenes eritreos que huyen del servicio militar obligatorio; en el caso de Uganda, damos respuesta en Adjumani a los refugiados de Sudán del Sur que huyen de la guerra civil que castiga a este país desde 2013.


No hay duda de que la celebración del Día Internacional del Migrante de este año llega en un momento crucial para la sociedad internacional. Tras la Declaración de Nueva York de 2016 y en pleno proceso hacia la definición y aprobación de un Pacto Global para las migraciones seguras, ordenadas y regulares, 2018 se presenta como la oportunidad para responder a esos mil millones de personas, de garantizar sus derechos y asegurarles una vida digna allá donde ellos decidan vivirla.