“En El Salvador, las mujeres que pertenecemos a la iniciativa Manos Creativas pasamos de tener cero ingresos a ser mujeres autosostenibles”, afirma Elizabeth Umaña, vicepresidenta de esta cooperativa. Una empresa de confección de ropa que surgió en el marco de un convenio que Ayuda en Acción desarrolla junto con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.


Las 85 mujeres emprendedoras a las que hace referencia Elizabeth viven en el municipio salvadoreño de San Ignacio, en el departamento de Chalatenango, donde el índice de pobreza ronda el 30% de la población. No en vano, los cuatro países centroamericanos donde se desarrolla el convenio cuentan con los índices de pobreza más altos de América Latina (casi el 60% de la población); y los cuatro también forman parte de una región conocida como el Corredor Seco, una de las más vulnerables del planeta frente al cambio climático y sus consecuencias.


En este contexto, las mujeres son un grupo de riesgo, no sólo por la pobreza sino por la discriminación de la que son víctimas. Sobre ellas recae el cuidado y mantenimiento de la familia, pero no tienen ni voz ni voto en los espacios en los que se toman las decisiones que les afectan directamente. Por ello, convertirse en mujeres emprendedoras que trabajan fuera del hogar, que son autosuficientes económicamente y que ocupan los puestos de responsabilidad en dichos emprendimientos son tres grandes logros.


"Los principales beneficios para las mujeres son la obtención de ingresos económicos para atender sus necesidades personales y familiares, además de mejorar sus capacidades técnicas y su confianza personal”, incide Elizabeth.



A través del convenio, Manos Creativas tuvo acceso a la formación y el equipamiento técnico y empresarial necesario, convirtiéndose así en un modelo de éxito que poder replicar en el resto de municipios centroamericanos en los que se desarrolla el convenio. Es decir, en un territorio amenazado por el cambio climático -debido a las sequías o las fuertes lluvias-, en el que la agricultura de subsistencia es considerada en muchos lugares como la única alternativa para garantizar unas condiciones de vida mínimas, el trabajo conjunto de la población y Ayuda en Acción ha permitido identificar otros modelos de negocio fuera del sector agropecuario que, además, contribuyen a hacer autosuficientes a las mujeres.


Pero Elizabeth y Manos Creativas son sólo un ejemplo de las más de cien iniciativas productivas que se han puesto en marcha en el marco de un convenio que ha beneficiado a más de 35.000 personas de El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua. Al igual que las mujeres emprendedoras de San Ignacio, hay otros muchos ejemplos, como las productoras de miel de Guatemala integrantes de la Red de Mujeres Maya Ch’orti’; la empresa de recolección de residuos sólidos liderada por una cooperativa de mujeres en Honduras; o las Mujeres Solares de Totogalpa en Nicaragua.