Cuando pensamos en la ayuda humanitaria o asistencia humanitaria, generalmente nos imaginamos todo ese conjunto de acciones que ONG, gobiernos o agencias de Naciones Unidas llevamos a cabo para atender a la población en peligro cuando se producen desastres o crisis humanitarias. Crisis que se desencadenan por los llamados desastres naturales, los conflictos armados, las epidemias, las hambrunas, las sequías… Son acciones que se centran en salvar vidas mediante la provisión de agua potable, construcción de letrinas, entrega de paquetes de alimentos y de higiene básica o asistencia sanitaria de emergencia. Todo ello es lo que también denominamos respuesta humanitaria frente a las emergencias.


Pero las organizaciones de desarrollo como Ayuda en Acción no solo llevamos a cabo estas acciones de respuesta, asistencia o ayuda humanitaria, sino que vamos más allá.


En realidad, primero llevamos a cabo en todos los territorios en donde trabajamos acciones de preparación frente a los riesgos que generan los desastres naturales o los conflictos armados. Actuamos para mitigar o prevenir los daños antes de que estos se produczca mediante el enfoque de trabajo de gestión de riesgos. 


Un ejemplo para entender qué es la ayuda humanitaria


Por ejemplo, pensemos en el tsunami que asoló en 2004 el Sudeste asiático, frente al tsunami que en 2011 anegó las costas de Japón. Ambos tsunamis tenían prácticamente la misma magnitud en su escala; el de 2004 llegó a 9,1 y el de 2011 en Japón a 9. Sin embargo, las víctimas mortales en el primero llegaron a más de 270.000 personas frente al de Japón, que alcanzó la cifra de 18.000 fallecidos (que no son pocos). Gran parte de esta enorme diferencia de víctimas mortales se debe a la gestión del riesgo previa, a la educación y sensibilización de la población frente a fenómenos probables en esas partes del planeta, a su capacidad de evacuación rápida y a sus infraestructuras preparadas. A diferencia de lo que ocurrió en Japón, el tsunami del Sudeste asiático golpeó a zonas donde vivían (y viven) personas en situación de vulnerabilidad y riesgo. Viven en construcciones en malas condiciones, carecen de regulación en cuanto a edificación en zonas de riesgo se refiere, no disponen de planes de evacuación ante alertas tempranas, no cuentan con una población entrenada ante estas situaciones, no tienen servicios básicos suficientes para atender a la población en condiciones normales.


Un trabajo de gestión de riesgos puede mitigar los desastres


Podemos hablar de actividades tan sencillas como hacer acopio de granos ante la posible escasez de los mismos, construir depósitos de agua de lluvia, formar a la población en planes de emergencia y respuesta frente en zonas con riesgo sísmico, o evitar que se construyan edificios en zonas de riesgo como laderas de montañas (evitar los deslaves), cauces secos de agua o muy cerca de la línea de costa.                       


Hemos hablado de la preparación o gestión de riesgos, también de la asistencia o ayuda humanitaria, pero falta otra fase que para organizaciones como la nuestra es también primordial, la rehabilitación o la reconstrucción. Una vez los focos de las cámaras de los periodistas abandonan la zona de la emergencia y se van buscando otras noticias, queda la población que ya antes del desastre o la crisis humanitaria era muy vulnerable y pobre y que, después de la misma, ha quedado todavía en peores condiciones. Entonces es cuando se hace  más necesario que nunca seguir al lado de estas comunidades. La rehabilitación o reconstrucción son medidas orientadas a asegurar el funcionamiento de los servicios esenciales de una sociedad, como los medios de vida, los sistemas de salud y educación, las infraestructuras, con el fin de que puedan seguir adelante con sus vidas con unos sistemas básicos.


Para Ayuda en Acción no se centra pues a la labor de asistencia centrada en los momentos inmediatamente posteriores a las crisis o los desastres, sino que llevamos a cabo acciones de prevención de riesgos, antes de que se produzcan los hechos, y labores de acompañamiento y reconstrucción una vez se supera la fase de la emergencia.


Prevención, asistencia y rehabilitación. Esas son las bases de nuestra acción humanitaria.