Un trabajo digno. Eso es lo que millones de personas en el mundo necesitan para escapar de la pobreza. Porque todavía hoy, en muchos lugares del mundo, tener un empleo no basta para eso. Hace falta reivindicar que, además, cumpla unas condiciones mínimas: un salario justo, el cumplimiento de las medidas de seguridad adecuadas para el puesto y protección social, entre otras cuestiones. Crear empleos de calidad continúa siendo uno de los mayores desafíos para la economía global, y no solo en países de renta baja. De ahí la necesidad de marcarnos una meta global como la que constituye el ODS 8.


Un crecimiento económico inclusivo no solo pasa por el aumento de la productividad laboral y la reducción de la tasa de desempleo. Es necesario, también, mejorar el acceso a los servicios financieros, de modo que todo el mundo pueda gestionar eficazmente sus ingresos, acumular activos y realizar inversiones productivas. Solo así alcanzaremos el ODS 8. 


Este propósito, como el resto de Objetivos para el Desarrollo Sostenible, no es una pieza aislada: forma parte de un todo y cumplirlo puede ayudar a mejorar la vida de las personas a distintos niveles. Contar con un trabajo decente y bien remunerado es, entre otras cosas, la clave para empoderar a las mujeres de los países más desfavorecidos y evitar que caigan en las redes de trata. Además, el ODS 8 pasa por acabar con la explotación infantil y luchar para que su único trabajo sea ir a la escuela y jugar.



Nueva llamada a la acción



¿Qué es necesario para alcanzar el ODS 8?


Hacen falta unos 30 millones de empleos cada año para que las personas que acceden al mercado de trabajo mantengan el ritmo de crecimiento de la población mundial. A esto hay que sumar, además, otra realidad: la de 780 millones de mujeres y hombres que trabajan, pero no ganan lo suficiente para que ellos y sus familias puedan salir de la pobreza y cuyas condiciones deben cambiar.


¿Cómo conseguirlo? Entre otras cosas, trabajando para mejorar la infraestructura agrícola de los países más empobrecidos del planeta. Esto resulta fundamental para aumentar el crecimiento económico de las zonas en vías de desarrollo y alcanzar el ODS 8. Además, es necesario que el sistema proporcione a la juventud educación de calidad, dotándoles de aptitudes que se adapten a las demandas del mercado.


Por otro lado, es necesario continuar trabajando por la igualdad de oportunidades y derechos laborales. A largo plazo, según Naciones Unidas, el progreso económico está condicionado a la integración de pleno derecho de las mujeres, sus aptitudes y capacidades. Pero actualmente las mujeres con trabajos no remunerados son más del doble que los hombres, ya que son mayoritariamente ellas las que continúan ocupándose del cuidado de niños y ancianos o de las tareas domésticas, desde cocinar o limpiar a caminar durante horas para ir a buscar agua a un río repleto de cocodrilos. Pero eso no es solo cosa de los países más desfavorecidos: la brecha salarial es una realidad en todo el mundo, también en nuestro país.


¿Qué hacemos desde Ayuda en Acción para lograr el ODS 8?


La educación es una de nuestras herramientas fundamentales en el camino hacia el cumplimiento del ODS 8. En países tan dispares como Kenia o Bolivia, formar a las mujeres ha permitido que muchas de ellas accedan a un trabajo remunerado o creen sus propios proyectos. Ideas pequeñas pero que, sin embargo, han supuesto un gran cambio en sus vidas y les han permitido salir adelante y ser autosuficientes. En Nicaragua, por ejemplo, una cooperativa de mujeres gestiona La casita solar de Totogalpa, un restaurante que aúna progreso económico y lucha por el medio ambiente. En él utilizan paneles solares y hornos ecológicos alimentados con carbón de producción propia. Y además, los crean y comercializan para otras mujeres emprendedoras que, por ejemplo, quieren hacer pan en casa y venderlo.


En Nepal nuestras ‘casas de prevención’, en colaboración con una organización local, acogen a mujeres víctimas de violencia doméstica o en riesgo de caer en las redes de trata. Y reciben formación en cuestiones que puedan ayudarlas a salir adelante: aprenden patronaje y costura, peluquería, les enseñamos a hacer velas o a cultivar champiñones. Después, trabajan en talleres profesionales que ponemos en marcha de la mano de nuestros socios locales y en ocasiones reciben un microcrédito para poder llevar a cabo su propio proyecto y ser autosuficientes.



Nueva llamada a la acción



Pero el ODS 8 no solo es cosa de lugares lejanos. También en España queda mucho por hacer: somos el segundo país de la Unión Europea con mayor índice de paro femenino (25,4%). De ahí que, también en nuestro país, hayamos ido poniendo en marcha talleres de formación en oficios y proporcionemos orientación laboral a los que más lo necesitan, especialmente a las mujeres.


Recuerda: lograr el ODS 8 es cosa de todos y todas.