La emergencia sanitaria generada por el coronavirus ha afectado al planeta de forma global. Pero sin duda, las peores consecuencias las sufren quienes ya se encontraban en una situación de vulnerabilidad antes de la pandemia. Ejemplo de ello es el impacto de la COVID-19 en la vida de los refugiados; forzados a abandonar sus lugares de origen, ahora se enfrentan además a la enfermedad y a la falta de medios para protegerse de ella.
Riesgos para los refugiados frente al COVID-19
Según datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), actualmente, en el mundo hay cerca de 71 millones de personas que se han visto obligadas a dejar atrás sus países de nacimiento. De esta cifra, casi 26 millones son refugiados; la mitad, menores de 18 años.
Lamentablemente y a pesar de que el estatus de refugiado está reconocido por la legislación vigente en numerosos países del mundo, muchas organizaciones llevan décadas denunciando la grave situación en la que viven las personas refugiadas. Generalmente, lo hacen en campamentos en los países de acogida donde no tienen acceso a una alimentación saludable ni equilibrada, y el hacinamiento y la falta de medidas sanitarias y de higiene suelen ser lo habitual.
En el mundo hay cerca de 71 millones de personas que se han visto obligadas a dejar atrás sus países de nacimiento. Hoy sufren especialmente las consecuencias de la COVID-19. Clic para tuitear
En este contexto de vulnerabilidad, los refugiados se enfrentan ahora a la COVID-19. Y lo hacen sin contar con los medios más elementales para protegerse del contagio, agua y jabón; pero también sin las garantías para cumplir de manera segura las recomendaciones de confinamiento y distanciamiento social establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A todo esto se suma otro agravante: el 80% de los refugiados del mundo se encuentran en países de acogida de refugiados que son Estados frágiles, con niveles de desarrollo medios y bajos, y que tienen sistemas de salud débiles con los que difícilmente pueden hacer frente a una emergencia sanitaria de estas características. Hasta la fecha, 134 países de acogida ya han reportado casos de coronavirus, según ACNUR.
Prevención y respuesta ante el coronavirus
Si algo ha quedado patente desde el inicio de esta pandemia es que las claves para frenar el avance de la COVID-19 son la prevención y la respuesta temprana. En el caso concreto de los riesgos de la COVID-19 y los refugiados, las principales recomendaciones son:
- Realizar acciones de sensibilización entre la población refugiada sobre las diferentes medidas de prevención frente al coronavirus y dotarlos de medios para ello.
Capacitar al personal de salud que trabaja en los campamentos para que puedan hacer la primera identificación de casos.
- Incluir a las personas refugiadas en la cobertura de los sistemas nacionales de salud de los países de acogida. Esta medida es prioritaria porque el acceso a la salud es un derecho humano y porque resulta fundamental para frenar el avance de la enfermedad.