Uno de los grandes problemas en los países en desarrollo es la desnutrición infantil. La falta de acceso a los alimentos, las sequías, la pobreza y muchos otros factores propician este problema.

¿Qué tipos de desnutrición existen?


Los tipos de desnutrición pueden agruparse de diferentes formas. Por ejemplo, se pueden agrupar en función de las carencias que presenten las personas que la padecen:

Desnutrición calórica o marasmo. Este tipo de desnutrición se da en personas que comen una cantidad de alimentos escasa, es decir, que no comen todo lo que deberían. Provoca retrasos en el crecimiento de los niños, pérdida de tejido graso y una delgadez muy elevada, que puede incluso llegar a considerarse caquexia. Otras consecuencias son el cansancio generalizado, el bajo rendimiento laboral o académico.
Desnutrición proteica. La desnutrición proteica se da en aquellas personas cuya dieta apenas contiene proteína y que se alimentan, principalmente, de carbohidratos. Este tipo de desnutrición provoca una menor resistencia del cuerpo a las infecciones, abombamiento abdominal, alteraciones de la piel, problemas hepáticos…

La desnutrición también puede medirse en función de la relación entre el peso y la talla:

1. Desnutrición aguda leve. Aquí el peso es normal para la edad de la persona, pero su talla es inferior a lo que debería.
2. Desnutrición aguda moderada. Una persona con este tipo de desnutrición pesa menos de lo que debería para su estatura.
3. Desnutrición aguda grave. En este caso, el peso está muy por debajo del que debería (es inferior al 30% de lo que debería ser) y las funciones corporales se ven alteradas. Se trata de una situación crítica, con un alto riesgo de muerte para la persona que la padece.
4. Carencia de vitaminas y minerales. Cuando se da esta situación, la persona no puede llevar a cabo tareas diarias normales debido al cansancio, defensas bajas que favorecen la aparición de infecciones o tiene dificultades para aprender.



Infancia


La desnutrición crónica, uno de los peores tipos de desnutrición


La desnutrición crónica se debe, principalmente, a la falta de nutrientes como la vitamina A, ácido fólico, yodo, proteínas o hierro; pero también inciden otros factores, como por ejemplo la falta de acceso al agua potable: esto provoca diarreas constantes que impiden una asimilación correcta de los nutrientes, dificultando todavía más la nutrición de los niños y niñas. Este tipo de desnutrición afecta a más de 160 millones de niños en el mundo, de los cuales la inmensa mayoría —alrededor del 90%— viven en África y Asia.

Los efectos de este tipo de desnutrición se muestran en el largo plazo: principalmente, porque el niño o niña tiene un retraso de crecimiento, es decir, que no ha alcanzado las medidas previstas para los menores de su edad. Esto se produce cuando el cuerpo no recibe todos los nutrientes que necesita especialmente durante los primeros dos años de vida y, también, durante el embarazo. Es decir, que en la desnutrición crónica de niños y niñas también afecta el nivel de nutrición de la madre.

Este periodo que incluye la gestación y los dos primeros años se conoce como los “1000 días críticos para la vida”: durante esta etapa es cuando se produce el desarrollo básico de niñas y niños y, por tanto, una buena nutrición es crucial. Pasados los dos años, la desnutrición crónica puede tener consecuencias irreversibles tanto a nivel físico como psicológico, perpetuando así la desigualdad de las personas que la padecen.

El desarrollo físico de un niño afectado por desnutrición crónica se ve alterado, como te comentábamos al principio, y provoca que su cuerpo no alcance los estándares establecidos para su edad. Además, también causa otros problemas como un sistema inmunológico más débil y más propensión a desarrollar diferentes tipos de enfermedades.

De todos los tipos de desnutrición, la desnutrición crónica es la única que tiene un regalo envenenado única y exclusivamente para las mujeres: las consecuencias físicas son peores para las niñas que la padecen ya que, al quedarse embarazadas, sus caderas son más pequeñas de lo habitual y sufren complicaciones graves en el parto, que pueden provocar tanto su muerte como la del bebé. Además, estas mujeres pueden padecer una evolución uterina anormal y tener problemas tales como un menor flujo sanguíneo que afecta a la placenta y al desarrollo del feto.

Como consecuencia, sus hijos pueden padecer problemas neurológicos o intelectuales, y también tienen un alto índice de probabilidad de nacer con un peso por debajo de lo normal. De este modo es como se perpetúa el ciclo de la desnutrición crónica.

A nivel cognitivo, las consecuencias son todavía más graves: un niño o una niña que padezca desnutrición crónica tendrá, casi con total seguridad, menos competencias en el colegio que un compañero bien nutrido. Estos niños y niñas tienen más dificultades para aprender a leer o a redactar, así como para llevar a cabo cálculos numéricos. Como consecuencia, cuando llegan a la edad adulta se ven condenados a cubrir puestos laborales menos cualificados y peor pagados, perpetuando también el ciclo de la pobreza.

Estos son los tipos de desnutrición y sus efectos Clic para tuitear

La lucha contra la desnutrición, clave para los países en desarrollo


El primer paso para erradicar otros problemas consiste en poder garantizar una nutrición correcta a la población. De esta manera, los países en vías de desarrollo pueden disminuir lacras como las elevadas tasas de mortalidad infantil en primer lugar, pero también pueden combatir el analfabetismo u otros problemas enraizados en la sociedad. Contribuir a frenar los diferentes tipos de desnutrición es contribuir al crecimiento de la sociedad y de los países: un niño bien alimentado se convertirá en un adulto que podrá ayudar a su comunidad a progresar.

La batalla contra la desnutrición debe darse desde diversos campos: con formación para que las familias y, especialmente, las mujeres tomen conciencia de la importancia de alimentar a sus hijos de forma adecuada ya desde el embarazo; con mejores infraestructuras para garantizar el acceso a agua potable; con mejores servicios sanitarios; con mejoras en el ámbito agrícola para diversificar la dieta de estas personas. De esta manera, millones de personas podrán tener acceso a un futuro mejor y adquirirán posibilidades para escapar de la pobreza.

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