Todas las personas reconocemos a alguien con las cualidades para ser una buena profesora o profesor. ¿Quién no ha dejado de aborrecer las matemáticas o la historia gracias a ese o esa profe que hacía la asignatura más amable, interesante y cercana? Nos acordamos de sus consejos y enseñanzas aunque ni siquiera nos gustara la asignatura. Esa capacidad es la que distingue a una buena profesora o profesor. Estos profesionales entienden la educación como una forma de enseñar a vivir a otras personas: viven para enseñar. Hoy os hablamos de las cualidades para ser buen docente a través de la experiencia de los educadores que trabajan en nuestros proyectos.
El trabajo de una buena profesora
Carolina es de Potosí pero trabaja en la comunidad boliviana de Tambillos. Cada domingo por la tarde coge un autobús que le lleva hasta la escuela en la que trabaja por una ruta sin asfaltar a más de 3 000 metros de altitud. Viaja con sus tres hijos de seis y cuatro años y el pequeño de ocho meses. Hace apenas tres meses su marido falleció, pero nada ha impedido que ella vuelva a su escuela, en la que lleva más de cuatro años, para ocuparse de, como dice ella, “sus otros niños”. De domingo a viernes vive en una pequeña habitación que el colegio ha habilitado para ella y su familia.
Con el espacio justo y lo imprescindible, pasa los días con la esperanza de contribuir a ofrecer nuevas oportunidades a la infancia de Tambillos, donde el 80% de la población vive en situación de pobreza. Es el mayor reto de la enseñanza porque muchos de estos niños tendrán que abandonar la escuela antes de acabar la primaria. No lo harán por propia voluntad, sino para ayudar a su familia, porque no tendrán recursos para pagar el material o porque se verán obligados a migrar. Puede que dejen de ir a la escuela porque el hambre les impedirá recorrer las largas distancias que les separan de ella. Su entrega va más allá de las funciones de una maestra. Se desvive con sus niños hasta tal punto que es ella quien se encarga de llevar a la revisión médica a cualquiera de los pequeños que lo necesite con el cariño que lo haría una madre.
Carolina sabe que su presencia allí ofreciéndoles su conocimiento y apoyo es la diferencia entre que estos niños tengan una oportunidad o no, de salir de la pobreza. Ella no se imagina haciendo otra cosa porque su vida es enseñar.
La presencia de un docente en las comunidades más vulnerables marca la diferencia para poder salir de la pobreza Clic para tuitear
Cualidades de una buena profesora o un buen profesor
Enseñar en contextos de pobreza es todo un reto. Pero El éxito de nuestros proyectos nos anima a compartir las cualidades que reúnen los profesionales que como Carolina trabajan en contextos difíciles:
1. Vigilar siempre de que los niños y niñas se sientan útiles, escuchados y queridos.
2. Generar la suficiente confianza en los niños y niñas para que descubran el talento que hay en ellos.
3. Fomentar la cooperación y no la competición, porque cuando son un ejemplo para otros se produce un cambio positivo en ellos y esto repercute en su entorno.
4. Conocer a su alumnado para saber de qué manera les puedes ayudar. Ese es el verdadero fin de la enseñanza.
5. Ser una persona creativa para poder atrapar el interés de quienes están esperando una respuesta.
6. Entender la educación como un compromiso social que va más allá del conocimiento que se pueda compartir.
7. Facilitar las herramientas necesarias para que el alumnado comprenda mejor el mundo en el que vive y pueda desarrollarse en él.
8. Entender el aprendizaje como la forma de brindar a una persona la posibilidad de que potencie y desarrolle la afectividad y sus relaciones en comunidad.
En Ayuda en Acción sabemos que la educación es la herramienta más poderosa de transformación social. Es tan poderosa que ayuda a las personas a salir de la pobreza, es la clave para desenvolverse en el mundo.