Cada año, aunque muy lentamente y de forma desigual, los derechos humanos avanzaban poco a poco: educación, salud, trabajo… Sin embargo, la pandemia del coronavirus ha hecho que, por primera vez desde 1990, el mundo viva una caída generaliza del desarrollo humano. Uno de los derechos más afectados por la COVID-19 es el derecho a la educación. Conoce cuál está siendo el impacto en los países en desarrollo y cómo estamos trabajando desde Ayuda en Acción para frenarlo.


Derecho a la educación y COVID: un impacto desigual


La mayoría de los países han cerrado sus centros educativos para intentar frenar la propagación del coronavirus. ¿El resultado? Más de 1.200 millones de estudiantes de todo el mundo han visto afectada su educación. Ya tenemos algunas cifras que reflejan las consecuencias globales de este “parón”:




  • Más de la mitad de los niños y niñas del mundo no tiene Internet, con lo que pierden su principal oportunidad para continuar formándose durante periodos de confinamiento, cuarentena o emergencia.




  • El 60% de la infancia no recibió ninguna educación durante el año en que comenzó la pandemia.




  • A finales de 2020 la tasa efectiva de infancia sin escolarizar fue similar a la que el mundo tenía en los años 80 del siglo XX. Se trata del mayor retroceso jamás registrado.




COVID-19 y derecho a la educación: el 60% de la infancia mundial no recibió ninguna educación durante el primer año de pandemia. Clic para tuitear


Sin embargo, que estemos hablando de un impacto global no quiere decir que afecte por igual a todas las partes del mundo. Las peores consecuencias las sufren los niños y niñas que viven en países en desarrollo. Si su derecho a la educación ya se encontraba en la cuerda floja antes de que el virus llegara a nuestras vidas, la pandemia no está haciendo más que agravar la situación.


El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha calculado el impacto de la COVID-19 sobre la tasa de desescolarización primaria de los países. Las desigualdades son mayores que nunca:




  • Países de desarrollo humano bajo: en lugares como Níger, Malí, Chad o Mozambique un 86% de la infancia estuvo en 2020 fuera de la educación primaria.




  • Países de desarrollo humano medio: aquí se incluyen países como Kenia, Honduras o Nicaragua. Tras la COVID-19, se calculó que el 74% de su infancia no podía acceder a la educación primaria.




  • Países de desarrollo humano alto: es el caso, por ejemplo, de China, Perú o México. Aquí la tasa de desescolarización en primaria en 2020 fue del 47%.




  • Países de desarrollo humano muy alto: imagina Noruega, España o Chile. En este caso, la tasa de niños y niñas de primaria sin escolarizar sería del 20%.




Del 20% al 86%. Preocupa, ¿verdad? En definitiva, en función de algo tan aparentemente aleatorio como el lugar donde vivamos, ir a la escuela tras la COVID-19 puede ser una utopía o una realidad.


Más allá del abandono escolar


El cierre de las escuelas por la COVID-19 provoca mucho más que abandono escolar temprano. Por ejemplo, los comedores escolares son la única oportunidad para asegurar que muchos menores en situación de vulnerabilidad puedan acceder a una comida sana y equilibrada al día. Los colegios también funcionan como espacios de protección para impedir que muchos niños y niñas sean víctimas de algún tipo de violencia. En países como Kenia sirven incluso para evitar que muchas niñas sean víctimas de mutilación genital.


Derecho a la educacion COVID desarrollo


Defendemos la educación en tiempos de coronavirus


La educación es uno de los derechos más importantes que deben protegerse en situaciones de emergencia como la que estamos viviendo. ¿Las razones?




  • Continuar con la educación ayuda, en la medida de lo posible, a aportar un poco de normalidad en un contexto que puede llegar a ser traumático para muchos niños y niñas.




  • La infancia más vulnerable corre el riesgo de quedarse atrás durante las emergencias y nunca recuperar su ritmo normal de aprendizaje. Lo estamos viendo con las estimaciones del PNUD.




  • La educación es una herramienta muy poderosa para recuperarse tras la emergencia. Todas las personas que forman la comunidad educativa pueden convertirse en actores de cambio: difundiendo medidas de prevención y protección entre el alumnado, promoviendo valores como la solidaridad o la empatía, etc.




Por estos y otros muchos motivos, asegurar el derecho a la educación es un pilar fundamental de nuestra respuesta humanitaria frente al COVID-19. La distribución de tablets o aplicaciones educativas o el apoyo al profesorado y las familias son algunas de las acciones que estamos desarrollando para apoyar a la infancia más vulnerable.


Ahora más que nunca, #SomosAyuda frente al COVID-19 para defender una educación inclusiva, equitativa y de calidad, tanto en España como en nuestros proyectos alrededor del mundo.