Varias escuelas, al menos una guardería y una universidad han sido blanco de los bombardeos del ejército ruso en Ucrania hasta el momento en que escribo este artículo. El conflicto está impactando en lugares que deberían ser de protección y refugio para la infancia y la juventud. Pero los ataques no solo destruyen la infraestructura de los edificios: también dinamitan el futuro de miles de estudiantes.

Ataque al futuro de varias generaciones


El cierre de escuelas e instalaciones educativas en Ucrania ha afectado a toda la población en edad escolar. Según cifras de la UNESCO, seis millones y medio de estudiantes de entre tres y 17 años y un millón y medio de jóvenes matriculados en instituciones de enseñanza superior han sido apartados de la educación desde el inicio del conflicto.

Ya son siete, incluida una universidad, las instalaciones educativas que han sido atacadas. Hay, al menos, un niño fallecido. Pero el problema viene de lejos. Desde que comenzó el conflicto en el este de Ucrania en 2014, 750 escuelas han sufrido daños o han sido destruidas a ambos lados de la línea de contacto.

Infancia y juventud no solo han perdido su acceso a la educación. Además, corren grave peligro de sufrir daños físicos y trastornos emocionales por la continua exposición a los efectos de la ofensiva bélica, lo que dificulta su capacidad de aprendizaje. Esto aumenta la vulnerabilidad frente a la educación en un contexto, ya de por sí, muy perjudicado por las restricciones educativas provocadas por la pandemia.

El futuro robado de la juventud


En Ucrania los hombres mayores de 18 años no pueden abandonar el país. Tienen obligación de quedarse por si fuera necesario unirse a filas. Pero además la confusión y vulnerabilidad de la población aumenta el riesgo de reclutamiento de adolescentes en edad escolar por parte de grupos armados.

De una manera u otra el conflicto frustrará las ilusiones de miles de jóvenes para cumplir sus sueños de futuro. Y además frenará el desarrollo de su país, ya que toda esta generación crecerá sin las destrezas necesarias para contribuir a su progreso. Por eso en contextos de crisis como la que vive Ucrania, es necesario respaldar oportunidades de aprendizaje que contribuyan a que la infancia y la juventud sigan adquiriendo competencias y puedan ser motor de recuperación.

Un reto para los países de acogida


Más de un millón y medio de personas han huido de Ucrania buscando refugio en los países vecinos y miles se han visto obligados a desplazarse internamente para salvar sus vidas. La Unión Europea decidió activar la directiva para la acogida ilimitada de personas refugiadas. Esta normativa contempla la protección en materia de trabajo, vivienda, salud y acceso a educación.

Pero los desplazamientos forzosos de los últimos años han saturado los sistemas de muchos países y ahora la crisis de refugiados de Ucrania, la mayor en Europa después de la II Guerra mundial, supondrá un reto para todos ellos. Es posible que las familias se enreden en procesos administrativos interminables hasta conseguir la continuidad en el sistema educativo de los menores.

Escuelas seguras


Además de un lugar para el aprendizaje, la escuela debería ser un espacio de protección para la infancia, la juventud y toda la comunidad educativa. Con ese espíritu se desarrolló en 2015 la declaración de Escuelas seguras en Naciones Unidas. Un acuerdo intergubernamental para proteger la educación en conflictos armados.

Pero la escalada de violencia hacia la educación en los últimos años obligó en 2021 a la ONU a adoptar una resolución para proteger las aulas. Su contenido resalta el papel incalculable de la educación para las personas y la importancia de los espacios educativos como espacios seguros, incluso como lugares para salvar vidas.

Proporcionar y proteger la educación en los conflictos armados tendría que seguir siendo una prioridad clave para la comunidad internacional.

En su sentido más amplio, la educación es una herramienta imprescindible para la construcción de la paz y la convivencia pacífica. Protege frente a distintos tipos de violencia y normaliza la vida de los menores, ayudándoles a superar situaciones de estrés.

Un modelo educativo a prueba de crisis


Ayuda en Acción apuesta por la promoción de escuelas resilientes, capaces de garantizar este derecho fundamental a la infancia y adolescencia en contextos de crisis. Impulsamos modelos de escuelas propulsoras del cambio:

inclusivas, seguras, conectadas y de calidad. Sabemos que las sociedades con mayor preparación son las que mejor superan las crisis, por eso apoyamos los sistemas educativos de los países para que faciliten la preparación de la infancia y juventud encargada de transformar el futuro.

Ayuda en Acción, con las organizaciones europeas socias de la plataforma Alliance2015, está trabajando para dar apoyo a la población que huye de Ucrania. El objetivo es que se garanticen todos sus derechos. En este sentido aboga por la creación de espacios seguros, clave para dar respuesta a la emergencia y para que la infancia y juventud puedan seguir desarrollando todo su potencial.