Qué mejor día que el 22 de noviembre para rendir homenaje a la música. Ese lenguaje universal que lo llena todo, que es capaz de transportar a cualquier persona a otro lugar, a otro tiempo.
Siempre he pensado en la música como algo que nos atraviesa, nos invoca. Como un arma para derribar barreras, que rompe esquemas. La música es capaz de rescatarte de un mal día, o darte coraje en un momento difícil. La música te hace empatizar, te cuenta historias, te une a esos otros pares que escuchan como tú la misma melodía, pero que no necesariamente la viven o la entienden de la misma forma. Música para celebrar, para hacernos soñar. Música como estilo de vida, como grito de guerra, que te marca, te etiqueta y te acompaña siempre. Pero, por encima de todo, música como herramienta para luchar contra la desigualdad y la vulnerabilidad social.
Música que llega a un colegio en Madrid y que hace que un chico con problemas dentro y fuera del centro se tome en serio algo por primera vez y consiga sentir respeto por sí mismo y por los demás. Música que es capaz de juntar a coristas de cinco generaciones en un concierto y emocionar a todo un público en Bilbao. Música que es capaz de lograr que una niña tímida termine haciéndose la líder de una banda de rock. Música que junta las más de quince nacionalidades que conviven en un mismo centro educativo en Zaragoza y lo transforma en una hermosa canción. Música que une a niños, niñas, adolescentes y familias de un barrio de Palma y fomenta la inclusión y la cohesión de esa comunidad.
En nuestro programa Aquí También de apoyo a la infancia y sus familias entendemos que, para fomentar la igualdad de oportunidades y asegurar la equidad educativa de los niños, niñas y adolescentes de los colegios e institutos con los que trabajamos, es fundamental ir al son de la música. Sobre todo cuando vemos que la música es una de las asignaturas más olvidadas dentro de nuestro sistema educativo, aun constituyendo un instrumento de aprendizaje y siendo el recurso didáctico más universal del ser humano.
Entendemos la música como una forma de expresión, una vía de integración, una herramienta para romper barreras de género, cultura y raza. Un ejemplo de superación que fomenta la cooperación y el trabajo en equipo en beneficio de la comunidad y que ayuda en el desarrollo cognitivo, creativo, intelectual y psicológico del alumnado.
Decía Victor Hugo que la música expresa lo que no puede ser dicho y aquello sobre lo que es imposible permanecer en silencio. Desde Ayuda en Acción apoyamos diversos proyectos relacionados con la música en cuatro ciudades diferentes. Desde nuestro proyecto más rockero como es El Ensayadero, pasando por la multiculturalidad de los coros de Somos Música que participan en el evento anual de Acordes con Solidaridad, hasta las agrupaciones del IES Artabe, la Escolanía del colegio Samaniego o Sons de Barri.
Proyectos en los que participan más de 190 personas, a través de los cuales queremos acabar con las situaciones de desigualdad y vulnerabilidad presentes en 1 de cada 3 niños y niñas. Trabajando para que la injusticia social no quede silenciada, siendo el altavoz de aquellas personas que no siempre tienen voz y acompañándoles en ese proceso de transformación social, para que entre todas y todos construyamos una sociedad más justa.
Que la música haga el resto.