La juventud española se enfrenta hoy en día a una situación en la que la falta de expectativas, los desequilibrios estructurales del mercado laboral y la incertidumbre económica global influyen en el hecho de que no finalicen sus estudios o que encuentren muchas dificultades para tomar decisiones sobre su futuro. Identificar las claves resulta fundamental para empezar a tomar medidas.
La respuesta no debería ser la caricatura generacional sino el establecimiento de medidas y planes concretos para desplegar herramientas y cambiar la situación a corto, medio y largo plazo. De hecho, la Organización de Naciones Unidas (ONU) incide en este mismo aspecto en la formulación de sus Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) donde señala la necesidad de impulsar una educación de calidad (ODS 4) y en la importancia de fomentar el trabajo decente y el crecimiento económico (ODS 8), dos aspectos fundamentales en el desarrollo y las oportunidades de las personas jóvenes.
Jóvenes y futuro: más preparados pero con menos sueldo y expectativas
Actualmente, el 28% de la población española de 25 a 34 años no tiene un título de segunda etapa de educación secundaria, lo que representa el doble de la media de los países de la OCDE. Así lo recoge el informe «Panorama de la Educación 2022», una realidad que explica, en parte, la falta de oportunidades laborales y aumenta el riesgo de enfrentarse a situaciones de vulnerabilidad. El abandono educativo temprano es una realidad multifactorial que no se explica únicamente por el bajo rendimiento y tiene que ver también con otros factores como la precariedad económica y social de los progenitores o la situación en centros de alta complejidad.
A estas cifras hay que sumar un mercado laboral que arrastra desigualdades y hace que los jóvenes cobren hasta un 50% menos de sueldo que las generaciones anteriores en 1980. Además, la inestabilidad y la precariedad laboral son cada vez fenómenos de mayor duración. Esto repercute, de manera directa, en los proyectos de vida: la edad media de emancipación de los jóvenes españoles alcanza ya los 30 años, tres años después que la media europea según los datos del informe Age of young people leaving their parental household (Eurostat).
Sin embargo, las personas jóvenes se están sobreponiendo y el número de quienes no cursan estudios ni tienen trabajo (estigmatizados en su momento como 'nini') ha caído al 11,25%, una cifra no había bajado del 13,3% desde el año 2006 antes de que estallase la crisis económica. En aquel momento, con el paro disparado y elevadas cifras de abandono escolar, el porcentaje alcanzó al 24,4% de la juventud entre 18 a 24 años: casi uno de cada cuatro jóvenes no se formaba ni tampoco tenía un empleo.
Un pacto común para tejer el futuro de la juventud en España
El objetivo prioritario de los programas que desarrolla Ayuda en Acción en España es ofrecer más oportunidades y herramientas para mejorar las capacidades, competencias y la empleabilidad a medio y largo plazo.
No es de extrañar que, junto con el acceso a la vivienda, la búsqueda de un empleo digno sea una de las principales preocupaciones de las personas jóvenes en la actualidad. Por eso el abordaje de una cuestión tan compleja requiere una respuesta en la que todos los actores se involucren de forma corresponsable, desde las administraciones públicas hasta las asociaciones empresariales, entidades sociales o centros de formación. Solo avanzando hacia una visión y diagnosis compartida del problema podrán acordar qué papel desean jugar adaptando sus estrategias y mejorando los planes de acción que permitan hacer frente a un problema con deficiencias estructurales arrastradas durante décadas.
Sabemos que el acompañamiento es una de las claves, ya que facilita la reconexión de aquellos que abandonan el sistema educativo de forma temprana. Casi el 42% de los alumnos de Formación Profesional Básica no terminan sus estudios ni se matriculan en otras enseñanzas. Junto a este acompañamiento es fundamental incrementar la empleabilidad a través de programas de orientación y el desarrollo de competencias personales y profesionales adaptadas a lo que demanda el mercado laboral.
La desigualdad es otro de los factores determinantes que influye en la construcción de un futuro digno, por lo que demanda una atención especial tanto en la etapa de prevención del abandono escolar como en el tránsito hacia el mercado laboral. Intervenimos de forma transversal e integral añadiendo seguimiento y acompañamiento adaptado a las necesidades de cada momento, con el objetivo de erigirnos como puente entre el entorno empresarial y jóvenes vulnerables facilitando que las propias empresas se involucren y sean parte activa de la solución. Solo redoblando esfuerzos entre todos los agentes implicados aumentará la posibilidad de garantía de un futuro digno para aquellas personas que vienen detrás y que, sin duda, tienen en la mesa el enorme reto de dejar un mundo mucho mejor de lo que se lo han encontrado.
(*Post escrito por Verónica de la Cruz, Responsable de Empleo en Ayuda en Acción)