Falta de concentración, ansiedad, estrés e irritabilidad. Obesidad, asma, hiperactividad o falta de vitamina D. La lista de síntomas es alarmante. Son las consecuencias del trastorno por déficit de naturaleza . Consecuencia de una relación inadecuada con el entorno, con una sociedad volcada en las tecnologías pero con los sentidos cerrados al medio natural.

El estadounidense Richard Louv acuñó este concepto en su libro Last child in the Woods en el que reivindicaba el contacto con la naturaleza como una necesidad esencial en la infancia para el correcto desarrollo físico y emocional.

Por ello mismo, las vacaciones escolares de verano son un momento ideal para reconciliarse con un ambiente natural a menudo ignorado. La visita al pueblo de los abuelos, unos días en la costa o viajes a otros países permiten salir de un entorno urbano que se vuelve asfixiante, por el calor y por el tiempo vacío.

Desafortunadamente, el acceso a la naturaleza se ha vuelto, también, un barómetro de desigualdad social. No todas las niñas y niños que viven en entornos urbanos acceden a este tipo de experiencias.

Ramas lejanas: los niños ya no tienen contacto con la naturaleza


Un número significativo de niños y niñas solo tiene un plan este verano: las calles de la ciudad. El asfalto, el calor, las fuentes que se convierten en piscinas improvisadas, la persiana bajada en casa y las horas viendo la tele o jugando a la consola hasta que llegue mamá o papá del trabajo.

Un informe sobre pobreza en España que publicaba la red europea contra la pobreza (EAPN) apunta que el 72% de la población infantil pobre vive en hogares que no pueden permitirse ni una semana de vacaciones al año. El porcentaje entre los menores no pobres, es precisamente, el contrario: más del 70% sí disfruta de esta posibilidad.
Se considera estar en riesgo de pobreza vivir en un hogar con una renta inferior al 60 % de la mediana de la renta nacional. Para 2017, era de 6.598€ por persona y unidad de consumo.

En Ayuda en Acción no se cierra por vacaciones


En Ayuda en acción llevamos desde 2013 dando apoyo a la infancia y adolescencia más vulnerable en nuestro país con el programa Aquí también. Creemos en la equidad educativa y trabajamos para erradicar las desigualdades en nuestro entorno. Durante el curso, nuestro trabajo se centra en colaborar con los colegios de los niños y niñas con menos recursos. Y en verano seguimos.

Durante julio y agosto, niños, niñas y adolescentes participarán en colonias de verano con el apoyo de Ayuda en Acción en diferentes puntos de nuestra geografía.

Nuestra propuesta


En Ayuda en Acción apostamos por el trabajo en red. Por eso, colaboramos con entidades de formación especializadas en infancia que organizan las actividades de ocio siempre desde el punto de vista educativo y apostando por la educación en valores. El aprendizaje colaborativo y la educación emocional son esenciales en nuestras propuestas, trabajándose en asambleas y talleres sin olvidar el repaso de contenidos lectivos a primera hora o proponiendo nuevas y divertidas temáticas como la programación y la robótica.

Es esencial que los niños y niñas con los que trabajamos Aquí también, entren en contacto con la naturaleza, que cambien el asfalto por senderos, las pantallas por ver atardecer en la playa y la casa vacía por la compañía de sus iguales.