Cada año, el 11 de octubre, se celebra el Día internacional de la Niña. En nuestro trabajo, las oenegés solemos denunciar que la pobreza tiene rostro de niña. Nuestra experiencia nos enseña que, entre las personas pobres y excluidas, son las niñas quienes se llevan la peor parte: invisibles muchas veces y otras tantas supeditadas a la autoridad de sus familias, que deciden por ellas en todos los asuntos que le conciernen.
En muchos países y culturas aún son excluidas del colegio para atender a las labores de cuidado, por tener la regla, para casarlas en matrimonios forzosos. También son víctimas de violaciones de derechos humanos (como la mutilación genital femenina), de violencia sexual en su camino a la escuela o en los conflictos -en donde la violación es un arma de guerra-. Las niñas son víctimas de esclavitud sexual, de trata infantil, de trabajo esclavo en talleres o burdeles... Hemos conocido historias de niñas de once años que atienden a más de tres clientes al día y que son golpeadas si no “trabajan bien”.
La realidad en la que viven millones de niñas hace que, el mero hecho de intentar ejercer sus derechos, se convierta en una tarea heroica.
Malala, un referente para las niñas del mundo
Recordarás el caso conocido de Malala Yusufzai. En 2012, con 15 años, recibió un disparo en la cabeza por la campaña que puso en marcha contra la destrucción de los colegios para niñas en su país, Pakistán. Durante 2013, desde Ayuda en Acción y con el objetivo de reivindicar el activismo de Malala -y otras muchas “Malalas” que luchan por ejercer sus derechos aun poniendo en riesgo de su integridad física-, pusimos en marcha una recogida de firmas para presentar su nominación al Premio Nobel de la Paz, que finalmente conseguiría en 2014.
Como decíamos entonces, en Ayuda en Acción trabajamos con muchas “Malalas”, niñas y adolescentes a las que la sociedad les obliga a comportarse como heroínas para hacer cosas de niños y adolescentes. Ir al colegio, decidir sobre su cuerpo o incluso otras decisiones que nos pueden parecer más inocuas, pueden representar un verdadero problema para las niñas: jugar a cualquier deporte, tener libertad para elegir llevar falda o pantalón al colegio, llevar velo o no al salir de casa, vestir una minifalda... Es como si las estuviéramos obligando a ser “Malalas” o que se conviertan en aquella Rosa Parks, que en 1955 en Alabama convirtió en heroico no ceder el asiento a una persona blanca, por el mero hecho de ser blanca.
¿Es necesario un Día Internacional de la Niña?
Rotundamente sí. Quizá algunas personas piensen que exagero, que no hace falta un Día Internacional de la Niña porque las cosas afortunadamente están cambiando y que, poco a poco, las niñas disponen de las misma oportunidades que sus compañeros. Piensan que, desde luego, esas cosas ya no pasan “aquí” (que cada lector ponga el “aquí” donde más le plazca). El caso es que hace un tiempo apareció una noticia en prensa, en la que una Facultad de Medicina belga “sugería” a sus alumnas que “lleven un escote bonito" a la ceremonia de graduación. Dejando al lado lo cómico, la Universidad era la Universidad “Libre” de Bruselas (el entrecomillado es mío), que además, ante las primeras reacciones y quizá al enterarse, respondió calificando el comunicado de “sexismo ordinario”. Esto no es más que una muestra de que estas cosas pasan y todavía no tan lejos de donde vivimos.
Hace tampoco tanto, quizá recuerden la noticia, la Junta de Castilla y León impidió a una niña jugar la final de un torneo regional de fútbol sala infantil porque el reglamento no admitía equipos mixtos. Ya sé, alguien me podrá decir que existen equipos de niñas y que si no hay equipos mixtos y no hay niñas suficientes pues… ¿que se fastidien? En toda esta polémica, las palabras más sensatas fueron las de la niña, Marta, que manifestó lo que es claro, al menos para mí: "Es muy injusto que no me dejen jugar al fútbol por ser niña. Yo formaba parte del equipo y me sentía una más".
Siguiendo con el aquí, porque Aquí también siguen existiendo barreras para las niñas, en Ayuda en Acción llevamos ya un par de cursos trabajando con el programa GEN1OS, que pretende reducir la brecha digital y de género entre los niños y niñas en España a través de la tecnología. En este programa la respuesta de las chicas ha sido estupenda, llegando casi a la igualdad en cuanto a niños y niñas apuntados a los Clubes de GEN10S, que se realizan en horario extraescolar y con voluntarios, para completar la formación recibida en las clases de GEN10S. Un apunte, son un 25% las alumnas actuales de ingeniería en España, a pesar de ser más en todo el arco universitario. En el mundo, las cifras tampoco son mejores: menos del 30% de los investigadores en todo el mundo son mujeres. Y no, no es porque las mentes de las niñas estén menos predispuesta al aprendizaje técnico, sino por el peso de los roles que consciente o inconscientemente atribuimos a hombres y mujeres en nuestra sociedad.
Sin embargo, escuchando a los niños, niñas y jóvenes, como en el caso de la niña futbolista que mencionaba anteriormente, sus comentarios están llenos de lógica y sensatez. Nos hacen pensar en un futuro más igualitario y en donde, quizá, el Día Internacional de la Niña, ya no sea necesario y que las niñas, en cualquier parte del mundo, no tengan que realizar heroicidades para hacer “cosas de niñas”.