En un día como hoy en 1791 tenía lugar en Santo Domingo (actualmente Haití y República Dominicana) una sublevación que desencadenaría la abolición del comercio de esclavos. Por este motivo, hoy se conmemora en todo el mundo el Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición. Esta fecha pone el foco sobre el recuerdo del comercio de personas esclavas, no solo permitido, sino promovido y gestionado por los Estados en el pasado, el cual llegó a ser una base importante de la economía de la mayoría de las distintas potencias hegemónicas.


Es cierto que la esclavitud, que convierte a los seres humanos en propiedades de otras personas, sobre los que poder disponer a su absoluto antojo, ha sido abolida y a día de hoy es ilegal. Sin embargo, no podemos decir todavía que no exista. La pobreza, la exclusión y las guerras siguen siendo el combustible que alimenta la maquinaria de la esclavitud en nuestros días.


Estos son algunos de los factores que incrementan altamente las posibilidades de convertirse en víctima de la esclavitud, siendo las mujeres las más afectadas:



  • La falta de oportunidades laborales que posibiliten una vida autónoma

  • la falta de educación que empuja a las personas más vulnerables hacia los trabajos más peligrosos y que las convierte más fácilmente en víctimas del engaño y la coacción

  • la desigualdad que sufren las mujeres, siendo en algunos contextos, personas que dependen total y exclusivamente de sus padres, hermanos o maridos

  • la guerra y la violencia


Nuevas formas de esclavitud


Las personas que sufren esclavitud en estos mismos momentos pueden estar trabajando en una fábrica intentando pagar una deuda, haciendo jornadas de más de 12 horas en un burdel del suburbio de una gran ciudad sin posibilidad de escapatoria, haber sido forzadas a contraer matrimonio con un desconocido muchos años mayor que ellas, trabajar como empleadas domésticas en una casa en donde están prácticamente prisioneras de sus empleadores en una ciudad en donde apenas conocen el idioma o sufriendo abusos y violaciones diarias, mientras son retenidas por algún grupo armado de uno de los cientos de conflictos activos hoy en día. Son todas ellas formas vigentes de esclavitud contra las que Ayuda en Acción sigue luchando para acabar con ellas mediante la promoción de la educación, la sensibilización contra sus prácticas en aquellos contextos más proclives y la colaboración con las autoridades.


Las mujeres y las niñas representan la mayoría (el 70%) de las personas forzadas a la prostitución o a la pornografía bajo coacción o intimidación por las redes de traficantes. Los malos tratos -incluso torturas-, el control de los hijos y la amenaza de quedarse con ellos como rehenes si se marchan o no hacen su trabajo, el mantenimiento en una situación permanente de pobreza y endeudamiento, o la privación de circular en libertad sin acompañamiento son algunas de las formas de control que impiden a las víctimas salir de estas redes.



esclavitud mujeres

La explotación sexual es una de las formas de esclavitud que más afectan a mujeres y niñas.



Las historias de supervivientes de la esclavitud, como son las de las mujeres nepalíes Phulsani, Radhika, Purnima o Puspa, todas ellas víctimas del 3er negocio ilícito más lucrativo en el mundo después del tráfico de armas y el de drogas nos obligan a asomarnos a una realidad todavía vigente en el mundo. Las mujeres tienen muchas más posibilidades de convertirse en esclavas que los hombres. La desigualdad en el acceso a las oportunidades y toma de decisiones que afectan a sus vidas son factores de riesgo a la hora de caer en las redes de la esclavitud. Pero hay formas de esclavitud que tienen que ver directamente con el mero hecho de ser mujer, como es el caso de la esclavitud sexual; que es la explotación sexual mediante el uso o la amenaza del uso de la fuerza. Esta práctica se da con mayor frecuencia en los conflictos armados donde se producen raptos de mujeres y niñas para estos fines. Los abusos y la violación sistemática son, todavía en nuestros días, una práctica utilizada como instrumento de guerra.


La trata de personas tiene también otras finalidades como el tráfico de órganos, o la venta, especialmente de menores, a redes de mendicidad organizada. El trabajo en condiciones de esclavitud es una de las formas de esclavitud vigentes que más ha aumentado en los últimos años. Muchos migrantes caen en este tipo de esclavitud ya que se ven obligados a aceptar condiciones laborales que no son legales en los países de destino o tránsito y quedan bajo el control de sus empleadores para realizar trabajos peligrosos sin las medidas protectoras adecuadas o llevar a cabo extensas jornadas laborales con salarios que les obligan, en muchas ocasiones, a contraer deudas con los propios empleadores para poder mantenerse. La falta de redes de apoyo, el mero desconocimiento del idioma o de sus derechos laborales en los países de destino son las herramientas de coerción de los traficantes.


Pero la esclavitud del siglo XXI no acaba aquí. Los matrimonios forzosos, son otra de las formas que adopta la esclavitud en nuestros días. Actualmente, millones de mujeres o niñas (matrimonios infantiles) son prometidas o dadas en matrimonio por sus padres, sus tutores o su familia sin que les asista el derecho a oponerse, generalmente a cambio de una contrapartida en dinero o en especie. Otras prácticas relacionadas con los matrimonios forzosos son aquellas en las que una mujer es cedida a un tercero por el marido o la familia del marido; o cuando una viuda es transmitida, como si fuese una parte de la herencia, al hermano del marido fallecido o a otro miembro de su familia. Todas estas prácticas infringen la Declaración Universal de Derechos Humanos que establece que el matrimonio solo se podrá contraer “mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos”. Asimismo,  son prácticas que siguen condenando a una forma de esclavitud a millones de mujeres, muchas de ellas, niñas todavía.


Hoy podemos conmemorar y recordar la abolición del comercio de esclavos, pero no podemos olvidar que queda aún mucho trabajo por hacer para acabar con la esclavitud en el mundo.