Hasta hace unas décadas, medir la pobreza era una tarea muy complicada por la falta de estándares e índices que permitiesen hacerse una idea aproximada y comparativa entre las economías de los distintos países y regiones de nuestro planeta.
El primer indicador extrapolable surge en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través del índice de pobreza, creado en 1997: un parámetro estadístico que desarrolló la entidad para medir el nivel de pobreza que prevalece en los países y que refleja mucho mejor que el IDH (Índice de Desarrollo Humano) cuál es el nivel de privación al que los ciudadanos de una nación se ven expuestos.
Pero, como te imaginarás, este índice no es la única fórmula o metodología que podemos utilizar para medir la pobreza, aunque sí aquella que se ha podido estandarizar con más facilidad a partir de su actualización: el índice de pobreza multidimensional.
Este índice presentado en 2010, se ha adaptado a las dos principales realidades de nuestro planeta: el IPH 1 para los países en vías de desarrollo y el IPH 2 para los países de la OCDE seleccionados.
¿Qué parámetros mide la pobreza en el IPH?
El índice de pobreza humana (IPH) se define como un indicador compuesto que mide las privaciones en tres dimensiones básicas del IDH: una vida larga y saludable, conocimiento, y un estándar decente de vida.
Los dos parámetros principales para su cálculo son: primero, la probabilidad del país de no superar los 40 años de vida (60 en los países de la OECD) y la tasa de analfabetismo adulto; en los países en vías de desarrollo, el tercer parámetro corresponde al promedio no ponderado de la población sin acceso sostenible a una fuente de agua tratada y niños bajo peso para la edad, mientras que en los países de la OECD, el tercer parámetro corresponde la población por debajo de la línea de pobreza (50% de la mediana del ingreso por hogar ajustado) y se agrega un cuarto valor: la tasa de desempleo de largo plazo.
A grandes rasgos, el IPH es útil al ofrecernos un resumen sobre cómo se mide la pobreza de forma integral, que ya no solo contempla el salario de la persona, sino también las necesidades o las privaciones que tiene que afrontar en su contexto y condición social. Esa es la razón principal por la que la ONU ha adaptado y actualizado la fórmula.
De los tres indicadores principales (educación, salud y nivel de vida) se derivan otros diez que nos permiten calcular los años de escolarización o los niños escolarizados, el acceso a atención sanitaria y la mortalidad infantil, el nivel de nutrición o el acceso a electricidad, sistemas de saneamiento, agua potable o bienes materiales: televisión, teléfono, Internet, vehículos, etcétera.
Las múltiples caras de la pobreza
Si el IPH de las Naciones Unidas nos muestra que la pobreza tiene muchas caras, sus múltiples definiciones explican el porqué de los diferentes métodos para medirlas.
Hoy, la pobreza se puede entender como un problema económico (es decir, un nivel de ingresos insuficiente para producir empleos y salarios reales que satisfagan las necesidades básicas de la población); pero el filósofo y economista Amartya Sen, ganador del Nobel de Economía en 1998, pondría el foco en el IDH y la imposibilidad de alcanzar un mínimo de realización vital por verse privado de las capacidades, posibilidades, y derechos básicos para hacerlo.
Anteriormente, las definiciones predominantes mantenían criterios de pobreza absoluta y pobreza relativa más centradas en la adquisición o carencia de bienes y servicios para vivir de forma saludable. Hoy, los tres métodos principales para medir la pobreza no siempre se acogen a una definición más amplia como la de Amartya Sen y la ONU. Estos son:
- El método de Línea de Pobreza, que pone el foco en la insuficiencia de un hogar para satisfacer sus necesidades básicas. Para ello, se traza una “línea de pobreza” para establecer el ingreso de los hogares en relación con el gasto mínimo en bienes, servicios o alimentos. Si no se puede pagar el coste mínimo, hablaríamos de pobreza extrema, mientras que, si el coste duplica los ingresos, hablaríamos de pobreza crítica. ¿El principal problema? Deja fuera el cálculo de algunas necesidades: por ejemplo, los servicios públicos.
- La Metodología de las Necesidades Básicas Insatisfechas se centra en el cálculo de la pobreza a través de las carencias de infraestructuras físicas y sociales básicas para vivir: escolarización, servicios básicos, vivienda, empleo de los miembros de la familia, etc.
- Por último, el Método Integrado de Medición de la Pobreza une las dos metodologías anteriores, pues considera que estas son complementarias, contrastando las necesidades básicas y los bienes que se pueden adquirir con los ingresos por núcleo familiar y, de este modo, captando la pobreza de una forma mucho más amplia.
¿Por qué es tan complicado medir la pobreza?
En cualquier caso, habrás advertido que resulta francamente complicado medir la pobreza, ¿verdad? Esto tiene una explicación muy lógica y es que la pobreza siempre será relativa en diferentes contextos. Piensa, por ejemplo, en una persona pobre hace cincuenta años: esa hipotética persona tiene muy poco que ver con una persona pobre de la actualidad, ¿no? Tanto su nivel de vida como la satisfacción de sus necesidades básicas ha cambiado de forma radical: lo mismo ocurre entre una persona que vive en Guinea o en Haití y otra que vive en Suecia o Japón.
Sin embargo, pese a los diferentes contextos, estamos ganando la batalla a la pobreza en todas sus formas, y, con tu ayuda, conseguiremos que ese mundo sea una realidad. Los datos demuestran que, pese a la desigualdad, la pobreza en países en vías de desarrollo ha experimentado importantes avances en las últimas décadas: hoy, en el mundo entero, la pobreza es cuantitativa y cualitativamente mucho menor que hace veinte, cincuenta o cien años. Una buena razón para seguir cambiando el planeta hasta la erradicación de la pobreza; ¿mientras tanto? En Ayuda en Acción seguiremos combatiendo la pobreza infantil y el hambre en el mundo.