Imagina que la solución a la COVID-19 se encontrara en una palabra del diccionario: ¿cuál elegirías? En Ayuda en Acción lo tenemos claro: cooperar es obrar juntamente con otro u otros para la consecución de un fin común.


Todos y todas somos parte de la solución. En nuestra mano está construir un nuevo mundo post COVID-19 marcado por el desarrollo sostenible para todas las personas, en cualquier lugar.


Hoy queremos acercarte a una figura profesional fundamental para conseguir que nadie se quede atrás en esta pandemia: la persona cooperante.


Día del Cooperante en tiempos de COVID-19


Cada 8 de septiembre se celebra el Día del Cooperante, una fecha para reconocer la labor de todos los hombres y mujeres que se dedican profesionalmente a la cooperación internacional para el desarrollo y la acción humanitaria. ¿Te gustaría conocer cómo es su trabajo diario?, ¿qué es lo mejor y peor de su profesión?, ¿cómo están viviendo la crisis de la COVID-19? ¡Entonces no te pierdas estos testimonios de varias personas cooperantes de Ayuda en Acción!


Patricia Cabrera, cooperante en Mozambique


Patricia cooperante de Ayuda en AccionCon nervios, ganas y, sobre todo, mucha ilusión. Así se sentía nuestra compañera Patricia cuando preparaba sus maletas para dejar España rumbo a Mozambique hace más de seis meses. Ella se encarga de gestionar la financiación de nuestros proyectos en el país africano y actualmente está trabajando desde España hasta que mejore el contexto actual de la COVID-19. 


Pese a los retos de trabajar en un país marcado por la pobreza y la desigualdad, cuando le preguntamos qué es para ella ser cooperante, advierte: no se trata de trabajar como una heroína, sino de hacerlo con humildad:



“Ser cooperante para mí no es un trabajo de héroes, no es un trabajo diferente al que cualquiera de nosotros podríamos hacer. Significa trabajar humildemente en lo que te gusta, trabajar con la gente, ¡sobre todo trabajar con la gente! Y apoyarnos unos a otros. Yo aprendo muchísimo de las personas en cada viaje y ellas también aprenden conmigo”.



El 8 de septiembre se celebra el #DíadelCooperante. Hoy hablan las personas que trabajan como expatriadas en los proyectos de Ayuda en Acción. Clic para tuitear


Alberto Farrán, cooperante en Uganda


Desde Kampala, capital de Uganda, nuestro compañero Alberto también elige la palabra “humildad” cuando habla de su trabajo como responsable de administración y financiación en el país africano.



“Ser cooperante se podría resumir muy brevemente en saber escuchar, ser humildes, aprender, construir colectivamente; es escarbar esa esperanza que germina entre las grietas de un mundo que agoniza, intentar barrer tristezas y apuntalar esperanzas”.



La principal lección que ha aprendido como cooperante hasta el momento es que todos y todas, en cualquier lugar del mundo, nos parecemos más de lo que creemos:



“A pesar de venir de diferentes contextos, todas las personas tenemos los mismos miedos, sueños, fragilidades, esperanzas, ilusiones… Es un deber colectivo protegernos y cuidarnos porque somos seres interdependientes”.



¿Está afectando la COVID-19 a su trabajo como cooperante? La respuesta ese que sí pues Uganda, al igual que el resto del mundo, no permanece ajena a las brechas causadas por la pandemia. “Estamos reprogramando muchas actividades para adaptarnos al nuevo contexto, sobre todo a través de formaciones para prevenir los contagios y entregas de material sanitario y de protección”, nos cuenta.


Roberto Giuliotto, cooperante en Etiopía


Roberto dirige la oficina de Ayuda en Acción en Etiopía, uno de los países más pobres de África y del mundo. Para él, ser cooperante va más allá del ámbito profesional… ¡es una forma de vida!



“Desde muy joven me he acercado a las asociaciones que promueven los derechos humanos, he hecho voluntariado tanto en mi país de origen, Italia, como en los países de bajo ingresos, y he estudiado para mejorar mis conocimientos y especializarme para poder apoyar a las personas más vulnerables de manera profesional. En pocas palabras, ser cooperante me ha permitido aplicar los valores y principios que defiendo en una profesión. Al igual que alguien que se dedica a la medicina o la enseñanza, es necesario tener una fuerte motivación por querer ayudar a los demás y entender las dificultades que viven”.



También nos aclara que no todo es de color rosa cuando te dedicas a la cooperación:



“Es un trabajo a veces duro, que te expone a riesgos incluso relacionados con la seguridad, pero a la vez muy enriquecedor desde un punto de vista humano. También, más allá del lado romántico, cada vez exige más preparación y conocimientos técnicos para obtener el impacto esperado y administrar correctamente los recursos materiales y humanos disponibles”.



Sobre el impacto de la COVID-19 en nuestro trabajo en Etiopía, destaca el esfuerzo diario del equipo por adaptar los proyectos a los nuevos retos derivados de la pandemia: teletrabajo, protocolos de seguridad, adaptación de los proyectos, medidas de higiene tanto para el equipo de profesionales de la ONG como para las comunidades… Un gran reto al que nunca renunciaríamos, pues nos está permitiendo ser ayuda para miles de familias en situación de vulnerabilidad.


Hoy y cada día nuestro equipo de cooperantes seguirá obrando conjuntamente para la consecución de un fin común: un mundo más sostenible, justo y equitativo.