A lo largo de la vida de un trabajador lo normal es haber podido adquirir un piso (como mucho, dos) y si tienes familia te preguntas: ¿se lo das antes a una ONG o a tu familia?
El interrogante que asalta a Carlos, arquitecto y padre de dos hijos, es el que normalmente suele plantearse cualquier persona a la que se pregunta si estaría dispuesto a dejar su testamento, el fruto de toda una vida de trabajo, a una ONG. Concha, madre de tres hijos a los que ha inculcado la importancia de ayudar a personas más desfavorecidas, responde:
- Tendría que consultarlo antes con mi familia, pero si he sido solidaria en vida es normal que lo sea hasta el final. Creo que lo entenderían.
También contesta Ricardo, “jubilado profesional” como él mismo se define y con dos hijos a los que tiene “amenazados” para que le hagan abuelo:
- Ser solidario es ponerte en la situación de los demás. Creo que si tienes suficiente fondo testamentario sí podrías plantearte dejar una parte a una ONG.
Sin embargo, este septuagenario de carácter diplomático por deformación profesional (es licenciado en Derecho), no se queda ahí y lanza al aire esta idea:
- Creo que una buena idea para impulsar estas herencias solidarias sería que hubiera una exención de impuestos o una mejora tributaria para los herederos de ese testamento por parte del Estado.
Carlos, Concha y Ricardo son personas reales que han participado en un focus group -técnica de estudio de grupo para conocer opiniones y actitudes- realizado con la empresa de investigación de mercados Nielsen. Junto a otras personas de entre 40 años y jubiladas han expresado sus dudas y pareceres acerca de una forma de solidaridad que todavía no existe en el imaginario de la mayoría de los españoles.
En un primer momento, existe desconocimiento. Aunque somos un país tradicional donde se protege mucho el patrimonio familiar, en España hay bastantes personas que a pesar de haber llegado a una cierta edad aún no han hecho testamento, desconocen cómo se hace o piensan que es caro acudir a una notaría a formalizarlo. Ante el binomio testamento y ONG, otras responden directamente: “yo es que no lo había oído nunca”.
El desconocimiento o las dudas sobre esta acción solidaria o la idea de que “se le está quitando a la familia” son las principales barreras.
Una gran mayoría asocia testamento solidario a personas que no han tenido hijos porque, en caso de tener familia, perciben que le están privando de recursos y que esta decisión puede ocasionar un conflicto con los seres queridos. La incertidumbre en torno a la situación económica de los herederos en el momento en el que fallezca la persona es un factor que suele señalarse. “Somos jubilados, tenemos lo justo” y “si queda algo, va para una ONG” se escuchan también con frecuencia. Sin embargo, muchas personas suelen desconocer que no es necesario dejar todo el testamento o grandes cantidades, ya que un tercio es de libre disposición y es en esa parte donde se puede incluir cualquier bien o cantidad que lleve como destino una causa solidaria en esas últimas voluntades.
El número de españoles que decide dejar parte de su herencia a una ONG se ha triplicado en la última década, según datos de la plataforma Legado Solidario. Quienes deciden apostar por esta forma de colaboración altruista lo hacen como una rúbrica final que les permite seguir ayudando y dando vida una vez que ya no estén. Un gesto generoso que se puede traducir en la construcción de una escuela en Etiopía, educación para niñas víctimas de la trata en Nepal o mejorar el acceso al agua y a la salud en Ecuador.
A la pregunta de “¿somos solidarios los españoles?” la respuesta no se hace esperar y solemos contestar con un rotundo “¡por supuesto!”. Nuestro primer puesto en el ranking mundial de donaciones y trasplantes de órganos o que no lo dudemos a la hora de volcarnos en situaciones de emergencias o desastres naturales lo confirman. ¿Por qué no ser solidarios hasta el final?
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