Luchamos contra la pobreza, salvamos vidas, promovemos la paz… Seguro que ya has notado que a las ONG nos gustan los retos. Y es que cambiar el mundo, que al fin y al cabo es lo que buscamos, ni es fácil ni se consigue en un día, ¿sabes cuánto dura un proyecto de cooperación al desarrollo?
Duración de un proyecto de cooperación para el desarrollo
La pobreza y la desigualdad son problemas muy complejos donde interviene una larga lista de factores (guerras, cambio climático, gobiernos debilitados, etc.). Para abordarlos, el tiempo es fundamental. Por ejemplo, imagina que una ONG quiere ayudar a una comunidad a mejorar sus ingresos. Para ello, pondrá en marcha un exhaustivo plan que irá desde conseguir el acceso de los niños y niñas al colegio hasta optimizar los cultivos de las familias para que mejoren su alimentación y generen excedentes que vendan en el mercado, pasando por la formación a los profesores o las labores de incidencia con las autoridades locales, entre otras actuaciones.
Identificar, ejecutar y medir todos estos pasos conlleva tiempo. Así, la respuesta lógica a la pregunta de cuánto tiempo hace falta sería “el que sea necesario para conseguir los cambios”. Sin embargo, las ONG se encuentran aquí con una barrera fundamental: la falta de recursos. Sin financiación suficiente, pueden verse obligadas a retirarse de un territorio antes de lo deseado, especialmente cuando dependen demasiado de la financiación pública, pues la mayor parte de las subvenciones públicas duran 1 año, como indica este informe.
¿Cuánto duran los proyectos de desarrollo de Ayuda en Acción?
En Ayuda en Acción no queremos que el tiempo sea una barrera que nos impida cambiar vidas. Por eso, gracias al apoyo sostenido de socios, socias, padrinos, madrinas, donantes y empresas solidarias –que suponen más del 84% de nuestra financiación- podemos cumplir nuestro compromiso con las comunidades a largo plazo. Y cuando hablamos de largo plazo no nos referimos a 1 ó 2 años, sino a entre 12 y 15 años de intervención. Cuando llegamos a un territorio, nos reunimos con las familias y las organizaciones locales para trazar juntos un plan de trabajo que revisaremos cada tres años. Las evaluaciones nos ayudan a conocer lo que hacemos bien, enmendar los errores y seguir apostando por la transparencia y las buenas prácticas.
El objetivo último es no ser necesarios. Solo cuando las comunidades han fortalecido sus capacidades, son capaces de exigir sus derechos y acceden a nuevas oportunidades, nos retiramos. Continuamos entonces en otros lugares pues, aunque haya mucho hecho, aún queda mucho por conseguir, ¿nos ayudas?