Es difícil asegurar cómo será el mundo –o la nueva normalidad– cuando ganemos la batalla al coronavirus. Pero todo apunta a que será uno más desigual, con más pobreza y mayores tasas de desempleo. Las medidas de confinamiento a las que se ha visto enfrentada gran parte de la población mundial han supuesto una reducción sin precedentes de la actividad económica. Ha dejado en casa, además, a millones de trabajadores y trabajadoras en todo el mundo. Hoy repasamos los efectos de la COVID-19 sobre el empleo.


¿Cómo afectará la COVID-19 al empleo?


El saldo final que el coronavirus deje sobre las tasas de desempleo dependerá de muchos factores. Entre ellos se encuentran el comportamiento de la pandemia y de la economía mundial a las medidas de contención. Pero también de la eficacia de las políticas que lleven a cabo los países para estimular el mercado laboral y conservar los puestos existentes.


Las organizaciones internacionales ya han comenzado a dar a conocer las primeras estimaciones. Es el caso de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que en su último informe afirma que el coronavirus destruirá 305 millones de puestos de trabajo a nivel global durante el segundo semestre de este año. Este dato corregía las primeras cifras que la OIT hizo públicas y que situaba en torno a los 195 millones. La variación se debe a que han tenido en cuenta a los países que se han sumado en la puesta en marcha de medidas de contención sobre su población y a aquellos que han tenido que prolongarlas.


Los grandes perdedores


El confinamiento no es compatible con la actividad de muchos sectores. Sectores relacionados con la hostelería, la restauración, la industria manufacturera, el comercio al por mayor y menor, las actividades inmobiliarias y comerciales, han sido los más perjudicados en esta emergencia. En total, 430 millones de empresas en todo el mundo que representan el 30% del PIB mundial.


Las pymes y sus trabajadores y trabajadoras también se encuentran dentro de este grupo de grandes perdedores, algo que está siendo especialmente acuciante en los países de ingresos bajos y medios-bajos. Son estos países los que tienen menos probabilidades de recibir ayudas como ventajas fiscales o acceso a crédito.


El caso de la economía informal


Sin embargo, los peor parados del binomio COVID-19 y empleo están siendo los trabajadores y trabajadoras de la economía informal. Y, ¿en qué consiste este tipo de actividad? Es toda aquella que no está regulada y es invisible al Estado por razones de evasión fiscal o de controles administrativos. Aquí se encuentra la venta ambulante o el trabajo doméstico, por citar algunos ejemplos. Se calcula que emplea a más de 2.000 millones de personas en todo el mundo.


agricultor - trabajo, pobreza y coronavirus


Las medidas de confinamiento han dejado a las familias que trabajan en la economía informal sin ingresos y en una situación de especial vulnerabilidad. Sin poder salir de casa para obtener algún ingreso, tampoco tienen acceso a prestaciones por desempleo u otras medidas de protección social. La OIT estima que 1.600 millones de trabajadores y trabajadoras vinculadas a la economía informal (suponen el 76% del total) se encuentran en esta situación.


Muchas de las familias a las que Ayuda en Acción está apoyando en la emergencia sanitaria están vinculadas a la economía informal. Es el caso de Rogelio Montes de La Fortaleza (Cúcuta, Colombia). Él y su familia vivían al día de lo que lograba conseguir cargando y descargando camiones que transportaban ladrillo y arena. La llegada del coronavirus le dejó en casa y se llevó por delante su principal fuente de ingresos. 


Impulso de economías locales


Nuestro trabajo en América Latina se centra en reducir el impacto sanitario, económico y social de quienes viven con mayor riesgo. Trabajamos del lado de quienes más nos necesitan y una de nuestras líneas de acción sigue siendo el impulso de las economías locales. Gracias a ella, las familias disponen de los medios necesarios para que garantizar su sustento. Ejemplo de ello es el apoyo que seguimos proporcionando a pequeños agricultores y agricultoras para que puedan acceder al mercado. También continuamos facilitando formación a micro emprendedores para que mejoren sus negocios.


Y todo ello lo estamos logrando gracias al apoyo de socios, socias, donantes y empresas, que entienden como nosotros que la solidaridad (y la cooperación internacional) son claves para superar las peores consecuencias de la crisis de la COVID-19.