Jóvenes y desarrollo es un binomio esencial si queremos dinamizar y potenciar el avance de las comunidades. Por ello, es muy común que en los programas y proyectos de desarrollo de Ayuda en Acción se parta de las necesidades de los grupos de población más vulnerables (y la juventud es uno de ellos).

Sin embargo, pocas veces la necesidad de incluir a las y los jóvenes en los planes de desarrollo se ve materializada en proyectos concretos. ¿Por qué ocurre esto? En parte, porque la estrategia propuesta no consiga captar su atención.

Es necesario trabajar en el desarrollo juvenil de forma diferente, rompedora... y eso no siempre pasa únicamente por la tecnología. El reto es poner al alcance de la juventud formas alternativas de trabajo que les permitan llegar al mismo destino de manera más rápida y eficiente.

Jóvenes y desarrollo: igualdad de acceso


Hoy en día, los países en desarrollo viven un verdadero auge demográfico. Por eso trabajar con su juventud es una oportunidad para el progreso de sus propias comunidades. Sin embargo, es necesario asegurar condiciones para que las oportunidades no se conviertan en brechas. Y eso pasa por la igualdad de acceso y control de los recursos. Confiar en la juventud es la clave: debemos considerar a los jóvenes como verdaderos actores centrales capaces de dinamizar los procesos de desarrollo.

Por ejemplo, hemos comprobado que hablar de incubación de empresas es mucho más atractivo que llamarle empleabilidad juvenil. Obviamente, pensar proyectos que resulten interesantes para que la juventud se apropie de ellos implica más esfuerzos, pero da mejores resultados.

Innovar las tradiciones con jóvenes para avanzar en desarrollo


No, no podemos vincular a la juventud de hoy en día con los modos de hacer de sus antepasados. Nuestra experiencia de trabajo nos lo confirma: es imposible, por ejemplo, que la juventud que va a dedicarse a la agricultura en sus comunidades lo haga utilizando herramientas rústicas y elementales como las usadas hace años.

A través de nuestros proyectos hemos visto cómo jóvenes que no esperábamos que reaccionaran así, han terminado volcándose en rescatar las tradiciones más arraigadas de sus comunidades:



    • hemos visto cómo una joven reinventaba los cultivos familiares de subsistencia a través de la utilización de sensores y drones, consiguiendo mejorar el rendimiento de las tierras. Gracias a lo que iba aprendiendo a través de nuestro proyecto, la joven comenzó a sentirse parte de las acciones productivas y económicas de su familia y ahora participa de la herencia cultural y de la transferencia de conocimiento de sus mayores.

    • hemos conocido a otro joven que inició un proceso de innovación y emprendimiento a través del cultivo del estropajo, algo no valorado por la población adulta de su comunidad. Sin embargo a él le dio la oportunidad de ser parte del mercado y no solo eso: actualmente da más de 30 empleos directos en toda su comunidad.

    • la cultura y el arte, cuando la trabajamos con jóvenes, tienen también excelentes resultados: en algunos proyectos de Centroamérica hemos logrado reducir la violencia doméstica y la violencia común a través de la recuperación de espacios públicos.




La opinión de los jóvenes en los procesos de desarrollo


Siempre recuerdo una de mis primeras experiencias profesionales con jóvenes. En un grupo de trabajo expresé: “me siento orgulloso de trabajar por ustedes y por sus derechos”. Julia, una joven a la que nunca olvidaré, me dio una lección de vida al responder: “no trabaje por nosotros sino con nosotros para que, cuando se vaya, podamos seguir avanzando sin usted”.

Esta experiencia me enseñó que de nada sirve una acción que busque desarrollo si no asegura que las personas se conviertan en el centro del mismo. Este principio es aún más importante cuando trabajamos con jóvenes, porque son ellos y ellas los encargados de hacer el relevo generacional y quienes impulsarán el desarrollo de sus vidas, pero también de sus comunidades.

Hay más frases recurrentes que escuchamos a la juventud con la que trabajamos, y que no olvidamos a la hora de pensar proyectos innovadores que potencien sus capacidades y que pongan su experiencia al servicio de la comunidad:
“No queremos que nos den nada construido, queremos que nos apoyen a generar las condiciones para que nuestro potencial haga el resto”.

“No queremos que nos desarrollen, queremos que los procesos de desarrollo se conviertan en la base para generar nuestro bienestar y el de nuestras familias”.

La participación, clave en los procesos de desarrollo con jóvenes


El trabajo con y por los jóvenes, por su desarrollo, no solo los implica a ellos. Trabajamos con todos los sectores de las comunidades para que conozcan la importancia que la juventud tiene en el desarrollo comunitario y para que en especial las mujeres jóvenes tengan derecho a ser tratadas como lo que son: las protagonistas de sus propias vidas.

Este nivel de conciencia construido, junto a la rapidez con la que las y los jóvenes se adaptan a los cambios y la facilidad con la que adquieren nuevos saberes, abre innovadores escenarios en donde pueden y deben participar.

La participación de los jóvenes en el desarrollo es una responsabilidad compartida que tenemos todas las personas que hemos decidido dedicar nuestras vidas al desarrollo, y quienes asumimos nuestro trabajo como un medio a través del cual las juventudes pueden mejorar sus condiciones de vida respetando siempre sus derechos.

Conseguir que exista un futuro no es una tarea imposible, pero requiere de la implicación de toda la ciudadanía. Seas quien seas, puedes sumarte .

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