Nicaragua es uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático. Para muchas familias como la de Isidra, comer se está convirtiendo en una lotería. Conoce nuestro trabajo contra la inseguridad alimentaria en el país centroamericano.
Nicaragua, cuando sembrar es una rifa
Doña Isidra tiene 70 años y vive en la comunidad El Timón, en el municipio de Telpaneca, al norte de Nicaragua. Siempre ha vivido de la agricultura sembrando frijoles y maíz. Sin embargo, su cosecha lleva años jugándole malas pasadas. Vive con su esposo y dos nietos. Demasiado a menudo, la comida no alcanza para todos, confiesa. “Lo que más me preocupa son los niños. Estamos comiendo menos para que rinda más: un poquito de frijoles y tortilla, a veces también un poquito de arroz”, nos explica. “Lo que más me duele es cuando vienen mis nietos a pedirme comida y ya no tengo qué darles. Lo único que puedo decirles es que aguantemos hasta mañana, que algo vamos a conseguir”.
Pese a la dureza de la situación, Isidra muestra una fortaleza y una capacidad de adaptación admirables. Junto al fogón de su cocina, nos cuenta sus estrategias para conseguir alimento. Una de ellas es vender leña en el pueblo: “agarro mi burro y llevo 30 palos de leña. Lo vendo a 80 córdobas (poco más de 2 céntimos de euro) y con eso compro mis libras de maíz, una de frijoles, una libra de azúcar y dos bolsitas de café”. 1 libra no equivale ni a medio kilo y con esas cantidades, asegura, tienen comida para 2 días.
¿Imaginas que comer te costase tanto, en todos los sentidos? Si ya lo estás intentando, ahora añádele un “más difícil todavía”: el de las distancias. La ida y la vuelta al pueblo le llevan a Isidra 5 horas. Por cierto, el agua tampoco está cerca. Para conseguirla camina hasta el río unas 4 horas diarias. Aun así, ella habla de esperanza en la segunda cosecha del año, llamada “de postrera”. Ha optado por cultivar una semilla criolla de maíz, una variedad que, aunque produce mazorcas minúsculas, “siempre es mejor que nada”: “aquí la siembra de granos es como una rifa, se tira a ganar o perder”, asegura.
Uno de los países más vulnerables al cambio climático
No siempre los primeros puestos en un ranking son motivo de alegría. Es el caso de Nicaragua y el cambio climático. Este país centroamericano es, según el Índice Mundial de Riesgo Climático de la organización Germanwatch, el sexto más vulnerable frente a los eventos climáticos extremos.
La situación más grave se vive en los 33 municipios del país ubicados dentro del llamado Corredor Seco, una de las regiones del planeta más vulnerables a la emergencia climática. Algunos de los mayores desafíos para estas familias, en su mayoría agricultoras del entorno rural, son:
- La falta de agua para el consumo humano.
- La casi nula infraestructura o tecnología para almacenar el agua de riego.
- La dureza de la sequía, cada vez más prolongada.
- La explotación irracional de los recursos naturales.
- La falta de educación ambiental de la población.
- La falta de estrategias de adaptación y mitigación ante el cambio climático.
Nicaragua es el sexto país del mundo más vulnerable a los eventos climáticos extremos Clic para tuitear
La respuesta de Ayuda en Acción
Ayuda en Acción trabaja desde 1993 en Nicaragua para ayudar a las comunidades más vulnerables en su lucha contra el hambre y los efectos del cambio climático. Contamos con proyectos de cooperación para el desarrollo en dos niveles:
Trabajo a nivel regional
Entre 2014 y 2018 implementamos un convenio junto a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Son los países del Corredor Seco más afectados por el cambio climático y concentran porcentajes de pobreza superiores al 60%. El objetivo, fortalecer la capacidad de las mujeres y la población indígena para hacer frente a las consecuencias del cambio climático.
Trabajo a nivel local
En el proyecto que desarrollamos enel Corredor Seco de Nicaragua, trabajamos junto con organizaciones locales desde dos perspectivas:
- Derechos de la infancia y la adolescencia: estos grupos de edad son siempre la clave de nuestra intervención. Promovemos hábitos alimentarios saludables, buenas prácticas de higiene y técnicas de cultivo sostenibles. Por ejemplo, creamos huertos escolares y comunitarios donde las familias aprenden técnicas de agricultura sostenibles, así como nuevos métodos para recoger el agua de riego.
- Condiciones de vida saludable: formamos a las comunidades en alimentación saludable, realizamos charlas en las escuelas sobre seguridad alimentaria en las que también se implican padres y madres; o promovemos sistemas de recogida de agua para hacer frente a la sequía, por ejemplo.
Pese a los avances, queda mucho por hacer...
Cuando evaluamos lo conseguido en 2018, existen cifras para el optimismo:
- Más de 800 familias accedieron a agua segura
- Más de 100 familias mejoraron sus capacidades de producción frente al cambio climático
- 9.000 escolares aprendieron prácticas y hábitos de higiene y alimentación saludables
- Casi 200 familias comenzaron a cultivar productos más resistentes al cambio climático, como la miel.
Sin embargo, hasta que Nicaragua pueda garantizar la seguridad alimentaria de sus familias queda un largo camino por recorrer. ¿Contamos con tu ayuda?