El Sahel es una de las regiones menos desarrolladas del mundo. Desde Ayuda en Acción queremos intensificar nuestra presencia en este territorio para dar respuesta a dos de sus principales desafíos: el hambre y el cambio climático. Conoce cómo lucharemos contra ellos en Níger y Malí.
Sahel, epicentro de la pobreza
El Sahel es una enorme franja de territorio que cubre 11 países de África, desde el norte de Senegal hasta el norte de Etiopía. Hablamos de más de 5.400 km de distancia y de un área de más de 3 millones de km², por lo que las peculiaridades internas son evidentes. Sin embargo, hay una serie de ingredientes comunes que la convierten en una de las regiones más desfavorecidas del planeta:
- Pobreza: sus países están a la cola del último Índice de Desarrollo Humano, con Níger cerrando el listado.
- Hambre: alberga más de 50 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria. 1 de cada 5 menores de cinco años sufre desnutrición aguda.
- Impacto del cambio climático: las sequías e inundaciones castigan duramente al Sahel, donde las previsiones de aumento de las temperaturas son 1,5 veces mayores a las del promedio mundial. Si sumamos esto a la explosión demográfica que vive la región, la lucha por los recursos es inevitable.
- Creciente presencia de grupos terroristas: la violencia e inseguridad han expulsado de sus hogares a 4,9 millones de personas.
Estos factores convierten al Sahel en un cóctel explosivo donde millones de personas no pueden acceder a una vida digna. Desde Ayuda en Acción comenzaremos en 2019 a trabajar en dos de sus países más vulnerables: Níger y Malí.
Hambre y cambio climático en Níger y Malí
La inseguridad alimentaria y los efectos cada vez graves del cambio climático son dos de los principales retos a los que se enfrentan Níger y Malí. Se trata de países eminentemente agrícolas, por lo que las pérdidas de cosecha o ganado derivadas de sequías e inundaciones amenazan la supervivencia de muchas familias. La mayor parte de las tierras cultivables se han degradado y los terrenos de pasto cada vez son menores, lo que está multiplicando la violencia y desconfianza entre etnias y comunidades, especialmente en el caso de Malí.
Sin agua ni alimento, la inseguridad alimentaria está servida. Millones de personas en estos países pasan hambre. En Malí, por ejemplo, un 20% de la población -3 millones de personas- se encuentran en situación de inseguridad alimentaria.
A esto hay que sumarle un clima creciente de inseguridad que está expulsando a muchas familias de sus hogares. En el caso de Níger, los movimientos de población están afectando sobre todo a las regiones de Tahoua, Diffa y Tillabéri, al sur del país.
Así trabajará Ayuda en Acción en Mali y Níger para acabar con el hambre Clic para tuitear
¿Cómo lucharemos contra el hambre en Malí y Níger?
Algunos de los principales proyectos que llevaremos a cabo para frenar la inseguridad alimentaria en estos países africanos son:
- Desarrollo de cadenas de valor sostenibles para producir y comercializar harina de mijo fortificada y cebolla: La fortificación consiste en añadir uno o más nutrientes a un alimento para mejorar su calidad y así reducir o controlar la carencia de nutrientes, algo muy habitual en la alimentación de estos países. En el caso del mijo, se trata, junto con el sorgo, del cereal más consumido por la población. La harina de mijo se usa para elaborar las papillas infantiles que las madres preparan en sus casas. La malnutrición aguda moderada (MAM), muy frecuente en estos países, se previene y trata variando la dieta e introduciendo alimentos como la carne o el pescado, algo que las familias a menudo no pueden comprar por su elevado precio. Cuando las dietas no se mejoran, los niños y niñas pasan a sufrir malnutrición aguda severa (MAS), lo que requiere su hospitalización y tratamiento a base de un producto con alto contenido calórico -el llamado plumpynut-. Ante esta situación, la fortificación de los productos locales de alto consumo se plantea como una alternativa novedosa y exitosa.
- Fomento de sistemas agrícolas adaptados al cambio climático, así como de proyectos de innovación e investigación aplicada a la mejora de la nutrición.
- Apoyo a las mujeres: formación, fomento de su acceso a los recursos económicos e impulso de su participación en los espacios de toma de decisiones.
- Cash for work para ofrecer oportunidades cuando se producen desastres: este tipo de intervenciones consisten en procurar empleo temporal a las personas más afectadas por una emergencia. En el caso de Níger y Malí, se tratará de empleos para la población desplazada, refugiada y de acogida. Trabajarán en el mantenimiento y rehabilitación de perímetros y estructuras agrícolas, así como en la construcción de pequeños embalses para evitar los destrozos y pérdidas de agua habituales durante la estación de lluvias, cuando las inundaciones son muy comunes.
- Respuesta ante crisis humanitarias mediante un amplio abanico de acciones, como por ejemplo el impulso de comedores escolares o estructuras sanitarias, entre otras.