La pandemia del coronavirus no entiende de fronteras. Desde que comenzó su frenética expansión no ha parado de extender sus tentáculos por ciudades, pueblos, países, continentes… Parece que ya no hay rincón sin COVID-19. Solo se libra el Polo Norte.


Los gobiernos, unos antes y otros más tarde, ordenan –o aconsejan– a sus ciudadanos el confinamiento de la población en casa, cierran fronteras, paralizan la actividad económica… Todo con un mismo propósito: contener la expansión del temido virus.


La pandemia agudiza la pobreza en las ciudades


El coronavirus está produciendo consecuencias devastadoras en la salud mundial y también en la economía, a nivel global y a pequeña escala.


En las ciudades, la seguridad económica de las familias depende fundamentalmente de sus fuentes de ingresos. Quienes peor lo están pasando son los que viven al día. Las personas que afrontan su día a día con una economía de subsistencia. Ahora, sin poder salir a la calle, se han quedado atados de pies y manos. La pobreza en las ciudades está aumentando.


La ayuda a estas familias en situación de vulnerabilidad es absolutamente primordial. Las organizaciones que apoyamos a esta población somos conscientes de la urgencia de la ayuda. Algunas familias ni siquiera pueden comprar los alimentos imprescindibles. Otras muchas tienen dificultades para que sus hijos e hijas puedan continuar con la formación online. La brecha digital se está haciendo en estos momentos más patente que nunca.


Afortunadamente, la sociedad está siendo consciente de ello y prueba de ello son la infinidad de iniciativas solidarias. Muchas coordinadas por organizaciones sociales, y otras, fruto de iniciativas personales. La solidaridad entre las personas se está contagiando casi a la misma velocidad que el COVID-19. Y eso nos reconforta.


Medio ambiente y tecnología: los otros protagonistas en la crisis del coronavirus


Paradójicamente, en esta situación de crisis, el medioambiente vive momentos de gloria. El confinamiento forzoso de millones de personas juega a su favor. Ciudades de todo el mundo están mejorando la calidad de su aire. Los expertos confirman diariamente que la contaminación atmosférica ha alcanzado los niveles más bajos de las últimas décadas. Los gases de infecto invernadero se están reduciendo y también se está mejorando la calidad del agua. Un ejemplo significativo: en Venecia la ausencia de tráfico y de vertidos ha transformado las aguas turbias de los canales en aguas cristalinas.



Los animales también están percibiendo los cambios. La falta de presencia humana les está alentando a explorar los límites que tenían. Desde hace ya semanas se están avistando ejemplares salvajes en ciudades y pueblos. Nutrias o delfines se acercan a los puertos, zorros o ciervos pasean por las ciudades… Los especialistas aseguran que cuando el ser humano vuelva a recuperar el espacio perdido, estas especies volverán por donde han venido.


Pero hasta que ese momento llegue, las personas seguimos en casa. Quienes vivimos en ciudades, alejados del ritmo frenético que conocíamos. Quienes viven en los pueblos, con un silencio que ha adquirido más protagonismo que nunca.


En esta época digital, quienes tenemos la tecnología a nuestro alcance nos apoyamos para comunicarnos a través de móvil, tablets, ordenadores… Son una ventana al exterior que nos permite coger aire fresco, y también compartir cariño y estrechar lazos con nuestros seres queridos.


En un planeta cada vez más globalizado, la vida en las ciudades ha cambiado radicalmente a causa del coronavirus. Clic para tuitear


El coronavirus aumentará los niveles de pobreza


Pero lo estamos viendo diariamente. Existen tantas realidades como metros tiene el planeta. En un planeta que cada vez parece más globalizado, las autoridades ya han confirmado los primeros contagios entre los pueblos indígenas de América Latina.


Se habla ya de que el impacto de la COVID-19 provocará 25 años de recesión en el continente africano. Desde la Organización Mundial de la Salud aportan datos para evaluar la posibilidad de colapso sanitario. En 43 países de África Subsahariana el ratio de camas de cuidados intensivos es de cinco por cada millón de habitantes. En Europa, hay 4.000 camas de UCI por cada millón.


Más allá del alcance sanitario de la COVID-19, se prevé que la crisis económica dejará en una situación límite a millones de personas en todo el mundo. También debemos olvidar que muchas familias dependen de las remesas enviadas por su familiares. Si estos no pueden trabajar, esas remesas no llegarán. El hambre se esconde también tras el coronavirus.


Ayuda en Acción frente al COVID-19: #SomosAyuda


Las cifras totales abruman. Cabe confiar en los avances científicos, en la unión entre las personas y naciones para apoyarnos. Pero también debemos confiar en la solidaridad, la que ya han mostrado cientos de personas ayudándonos a ayudar en más de 20 países del mundo a través de la campaña de emergencia humanitaria Frente al COVID-19, #SomosAyuda.