Historias de una escuela en un voluntariado a terreno
Enrique y sus ganas de ir a la escuela
Enrique es un chico del pabellón verde, con casi 25 años y 80 kilos, que él transforma en dos cuando quiere que le levantes de la cama para bañarse, desayunar y salir cuanto antes hacia la escuela. Enrique es uno de esos chicos para los que el hogar es algo más que un centro asistencial: él lo vive como un centro en el que gracias a la escuela puede desarrollar sus capacidades, participar en talleres y hacer pulseras como la que nos regaló a todos los voluntarios. Enrique y sus dos kilos, sus ganas y su prisa para no llegar tarde a la escuela son todo un ejemplo.
Nicolasito... y sus clases de educación física
Nicolás es uno de los veteranos del Hogar y de la escuela. El primer día, como bienvenida, nos sorprendió a todos cantando a las chicas del grupo de voluntarios y vimos ya en ese momento que había aprendido mil cosas en sus años en la escuela. Con un largo recorrido como deportista a mis espaldas, apoyé al profesor Wilfredo en alguna de sus clases de educación física y me sorprendió el nivel de autonomía y de agilidad que podían desarrollar estos chicos a base de esfuerzo y muchas horas de dedicación. Nicolás es un corredor incansable y me dejó en evidencia varias veces a la hora de hacer volteretas. El profesor Wilfredo sonreía, mientras yo estaba con la boca abierta…
Paul, Herman, Paulina... talentos delante de un lienzo
Celebramos una fiesta de cumpleaños para todos los niños del hogar, queríamos verles sonreír, bailar, que probaran tortilla española… pero la sorpresa la tenían ellos para nosotros. Al final de la fiesta, Paul, con el profe Mario, Herman, Paulina y el resto de los chicos del taller de pintura de la escuela, nos hicieron emocionarnos. ¿Por qué? Vean la primera foto. Muchas veces no hay palabras para expresar lo que estos chicos pueden llegar a conseguir.
Reinaldo y su ukelele
¿Cómo un niño no puede dejar de sonreír cada vez que suena el ukelele o instrumentos de percusión creados con botellas de plástico, globos y arena o piedras?
Ese chico se llama Reinaldo y de la mano de Nacho, voluntario de Ayuda en Acción y de los talleres de la escuela, aprendió a tocar el ukelele en unos días con un sentido del ritmo que yo no he conseguido en mis 40 años de vida.
Los niños que acuden de forma externa al centro... un soplo de aire fresco para los chicos del Hogar
Por la mañana, llegan chicos y chicas de 9:30 a 12:30 h y por la tarde de 14 a 17:30 h que participan en las clases. El Hogar en esas horas cambia: el bullicio, las carreras, las risas y el intercambio con los chicos se convierte en un soplo de aire fresco para ellos. Pero voy más allá: hay detrás de la escuela un ejemplo de integración de las familias de la comunidad con el Hogar, de apoyo mutuo, de ganas de aprender, de preocupación y búsqueda de soluciones para los problemas de los chicos. Ahí está la base del desarrollo comunitario, de buscar vías de producción, de la educación en valores…
Alfonso, José, Rafael y compañía en sus clases de telares...
Los talleres de la tarde incluyen uno de telares, es impresionante ver el manejo y la dedicación de los chicos, la manera de Alfonso de explicar el proceso de elaboración de una bufandita resaltando que es “un trabajo de paciencia y cariño” y al final de la explicación resaltando un “gracias por atender tan bien”, "Puritito"corazón…
Gracias a todos los profesores de la escuela, a Wilfredo como coordinador educativo, a la directora… Esperamos que se hayan quedado con la mitad de los aprendizajes que nos llevamos nosotros. Y gracias por luchar por el desarrollo de los niños y sus capacidades, por creer en su aprendizaje y, aunque en algunos casos sea una utopía, creer en su autonomía personal como objetivo final.