Los niños y niñas con los que trabajé durante mi voluntariado me enseñaron la importancia de algo tan insignificante como una carta de sus padrinos y madrinas. Para nosotros puede que no tenga ningún valor o sentido, pero para ellos puede suponer una oportunidad, una puerta a la esperanza, al saber, a lo desconocido, a la educación desde la curiosidad de conocer lo inexplorado.
Creo que mi labor y mi deber, ya de vuelta, es transmitir a quienes apoyan con apadrinamientos la labor de Ayuda en Acción, el inmenso agradecimiento de quienes reciben su ayuda. La parte económica se invierte en mejorar la calidad de vida de las comunidades de una forma que quizás aquí no podamos imaginar: agua potable, campos de cultivo, material escolar… Pero sería realmente increíble que todos y todas nos implicáramos un poquito más. No hablo de viajar como voluntario/a o cooperante, sino de “perder” cinco minutos de nuestro tiempo dos veces al año, para hacer feliz a un niño o una niña siendo su amigo de España (o de cualquier parte del mundo), el tan ansiado amigo o amiga de quien están esperando recibir noticias y de quien a veces no obtienen respuesta.
Escribir la carta a las niñas y niños que tenemos apadrinados es una manera de transportar su realidad, recibir respuesta para ellos es viajar, descubrir y conocer un mundo que de otra forma quizás no tengan la oportunidad de hacerlo.
Consejos para alguien que está pensando en hacer voluntariado
Viajar de cooperante a un país como Bolivia en mi caso, te cambia la vida. Puede que suene a tópico, pero nunca lo descubrirás si no te animas a hacerlo.
Por mucho que pienses que puedes llegar a imaginar lo que pasa a 8 000 kilómetros de ti, nunca te acercarás lo más remoto a la realidad, esa realidad tan dura y desconcertante.
Al momento de llegar lo primero que te preguntarás será ¿qué hago yo aquí?, ¿Realmente puedo ayudar en algo? ¿Cuál es mi rol? O al menos eso fue lo que pasó en mi caso.
Para empezar, olvídate de todo lo que dejarás allí y piensa en lo que te llevarás. Estamos equivocados si pensamos que vamos a enseñar, porque todo lo que haremos será aprender. Aprender a recibir de quien menos tiene, a agradecer una simple visita desde el otro lado del charco, a no guardar rencor, a agradecer, a ser amigo, a encontrar una familia.
No solo los niños y niñas con los que he trabajado han dejado una huella en mí, también sus padres, madres, sus tíos, sus abuelos… han llegado a acogerme, a pesar de ser una desconocida para ellos, como una más en la familia. Me he sentido querida y arropada y he dado todo de mí para que ellos se sintiesen igual. Espero que hayan aprendido que la educación es una oportunidad, que aunque el acceso a ella sea complicado por la lejanía desde sus casas o por la falta de recursos, cualquier material es bueno para aprender y divertirse. No hay mejor manera de socializar, de hacer amigos, de luchar por la igualdad y mejorar las habilidades de cada persona que a través de la educación. Gracias a ella, se potencia al máximo todo lo bueno que tenemos para así poder luchar por nuestros sueños.