Mi nombre es Cristina, trabajo en Ayuda en Acción como técnica de proyectos y acabo de regresar de El Salvador. He tenido la oportunidad de ir con el apoyo de la Direcció General de Cooperació del Govern de les Illes Balears, a través de un proyecto de educación para el desarrollo. Y es que allá, en aquel rinconcito de mundo, tienen mucho que mostrarnos y yo mucho de lo que aprender.
De sus comunidades, que se organizan civilmente en comités –de vínculo solidario, ecológicos, de la mujer, de la niñez- para recuperar los derechos de una población fuertemente azotada durante la Guerra Civil salvadoreña (1980-1992); de sus comités de jóvenes, que lideran algunos de los movimientos sociales para la mejora de las condiciones de vida de las presentes y las futuras generaciones, a través de la música, el teatro y la promoción de los derechos de la niñez; de sus coles, donde niñas, niños y adolescentes adquieren competencias tecnológicas (aún sin conectividad), participan en escuelas de ciudadanía y aprenden interpretación, gracias a una asociación juvenil – comprometida e ilusionada con el futuro- que lleva su amor por el arte allí dónde no llegan ni los medios de transporte.
Da la sensación de que una parte importante de la población de verdad crea que hacer de Suchitoto un lugar (aún) mejor donde vivir depende, en gran medida, de las decisiones que tome el pueblo, del esfuerzo y compromiso que demuestren por el bien común. También tengo mucho que aprender del equipo de Ayuda en Acción El Salvador, integrado en su totalidad por profesionales locales, que desempeñan su trabajo día a día con una calidad y una calidez que es difícil explicar con palabras.
Podría describir con detalle lo pintoresco del Municipio de Suchitoto, en el departamento de Cuscatlán. Sus calles empedradas, sus casitas de adobe, su plaza llena de vida y cultura. Su característico enclave y la biodiversidad que albergan sus frondosos bosques tropicales, al ser una de las cuencas hidrográficas del país. El sonido de las cientos de aves que cruzan el lago Suchitlán en su viaje migratorio desde la Patagonia argentina a Canadá, en esta época del año. Sin embargo, lo que me trae aquí trasciende la belleza del lugar, y conecta con su historia y el espíritu de superación de las personas, con la resiliencia de su población.
Los verdaderos protagonistas de este breve relato de viaje, son las y los jóvenes de esa asociación juvenil de arte dramático que mencionaba más arriba. Se llama ESARTES, Asociación de Arte para el Desarrollo, y está constituida por, aproximadamente, 14 actrices y actores de Suchitoto, con edades comprendidas entre los 14 y los 29 años y con dedicaciones diversas. Hay quienes estudian y quienes trabajan en la agricultura, la ganadería o el diseño gráfico; también hay quienes ya han formado una familia. Con sus obras teatrales y los talleres para la niñez, recorren diferentes escenarios y comunidades hablando de derechos humanos, de valores de paz y solidaridad, mostrando a la sociedad salvadoreña -y a toda persona que quiera conocerles- que son jóvenes transformadores, con capacidad de cambio para una sociedad más justa y un mundo más sostenible.
Ayuda en Acción El Salvador les conoció en 2008, cuando prácticamente acababan de nacer, fruto del hermanamiento entre Suchitoto y Stratford (Ontario, Canadá). Desde entonces, les ha apoyado con capital semilla para el local, los materiales o el vestuario, y con formación en interpretación, derechos humanos y oficios técnicos relacionados con el teatro, entre otras. Todo ello de la mano del socio local FUSALMO. Actualmente, están en la fase de construcción de nuevas redes y se está fomentando la autogestión de la asociación, en pro de su sostenibilidad.
Una vez provisto el contexto, quisiera compartir el resultado de la jornada que tuve la oportunidad de pasar en ESARTES. Lo que nos reunió fueron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de los que comenzamos hablando en un círculo, con la timidez propia de los primeros momentos de una actividad con una persona desconocida (en este caso, yo), y con la mirada puesta en una pantalla. Las chicas y chicos que participaban aún estaban por experimentar cómo los ejercicios que les plantearía nos harían relacionarnos de una manera cada vez más reflexiva, crítica y creativa. Y yo aún estaba por descubrir lo que este grupo de jóvenes eran capaces de hacer.
Lo que no se imaginaba nadie es que lo que empezaría como un taller clásico de educación para el desarrollo, acabaría convirtiéndose en la primera campaña de Activismo Digital por un Mundo Sostenible de Ayuda en Acción. Tras las primeras actividades, que sirvieron para entrar en contacto con los ODS como reto global y generar un clima de trabajo colaborativo, el objetivo sobre el que desarrollaríamos la parte práctica del taller, había salido elegido casi por sí mismo: igualdad de género (ODS 5).
Dado que la interpretación es uno de los fuertes de gran parte de las chicas y chicos participantes, y también una de sus mayores pasiones, les propuse crear una campaña que pudiera difundirse a través de las redes sociales para promocionar este ODS. Después de horas de trabajo, el resultado dejó patente la sensibilidad, el compromiso y también, el arte con el que la juventud puede llegar a jugar un papel fundamental como agentes de transformación social.
El #8M este grupo de jóvenes artistas, que ahora también se sienten activistas digitales, compartían el fruto de su trabajo en sus redes, que llegan a jóvenes, niñas y niños de Suchitoto y otros lugares de El Salvador.
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