Aunque vivimos en un mundo dominado por la incertidumbre, en ocasiones se cuela en nuestras vidas alguna certeza. Una de ellas es que no hay planeta B. Por desgracia, nos seguimos empeñando en devorar sin medida los recursos de la Tierra. Uno de los impactos sobre los que más se habla tiene que ver con la alteración que estamos haciendo de la atmósfera, es decir, con el cambio climático, ¡pero la cosa no acaba aquí! Los seres humanos también estamos generando daños muy importantes sobre la biodiversidad, el agua y el suelo. Hoy queremos hablarte de la degradación de los suelos: ¿sabes qué es la desertificación y cuáles son sus causas?
¿Qué es la desertificación?
La desertificación es el proceso por el que las tierras fértiles de zonas secas se convierten en tierras improductivas. Detrás de esta degradación de los suelos se encuentran, principalmente, la actividad humana y los cambios climáticos.
Quizás no hayas oído hablar mucho de este fenómeno, pero, ¿sabías que es uno de los retos medioambientales más importantes de la actualidad? Algunas consecuencias de la desertificación son:
Fenómenos climáticos como inundaciones, huracanes y contaminación del agua.
Cada 17 de junio se celebra el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Uno de los objetivos de esta efeméride es recordar la importancia de actuar ante un problema mundial que afecta a millones de personas en todo el mundo, especialmente a mujeres, niños y niñas. Aunque no se trate de un fenómeno tan repentino como los ciclones o los terremotos, el desgaste de la tierra está avanzando sin que tomemos medidas suficientes. Algunas cifras para la reflexión:
Cada año desaparecen más de 24 billones de toneladas de suelo fértil.
Actualmente, dos tercios de la tierra están en proceso de desertificación.
Si no actuamos, en 2050 se perderán un millón y medio de kilómetros de tierras agrícolas. Esto equivaldría a destruir las superficies de Ecuador y Perú juntas.
En 2045 alrededor de 135 millones de personas se verán obligadas a desplazarse como consecuencia de la desertificación.
Unos 2.000 millones de personas dependen de los ecosistemas de las zonas secas para subsistir. El 90% de ellas vive en países en desarrollo.
El ser humano es el principal responsable del desgaste de la tierra. Por eso, las tres principales causas de la desertificación son:
Deforestación: la tala indiscriminada de árboles y arbustos para obtener combustible, tierra cultivable o recursos madereros, provoca la desaparición de la cubierta vegetal que mantiene la capa fértil del suelo.
Sobrepastoreo: el pastoreo intensivo impide que las plantas tengan tiempo suficiente para regenerarse, lo que también destruye la capa superior del suelo.
Agricultura intensiva: la agricultura centrada en forzar la tierra para producir el máximo beneficio agota rápidamente los nutrientes del suelo.
Cuando el viento y el agua actúan, arrastran fácilmente esta superficie de suelo fértil tan debilitada. ¿El resultado? Tierras degradadas y altamente vulnerables a fenómenos climáticos como la sequía.
¿Es lo mismo desertificación que desertización?
Aunque ambas palabras hagan referencia a la desaparición del agua en una zona, no significan lo mismo. La desertización es un proceso natural por el que una zona húmeda pasa a convertirse en desértica, como le sucedió hace miles de años al Sáhara, ¿sabías que antes era una sabana? En la desertificación, sin embargo, hay una diferencia clave: la responsabilidad del ser humano.
El trabajo de Ayuda en Acción contra la desertificación
Como decíamos al principio de este post, proteger nuestros ecosistemas no es ninguna opción si queremos garantizar un mundo sostenible para las generaciones futuras. En Ayuda en Acción trabajamos desde 1981 junto a las comunidades más vulnerables del planeta para:
Fomentar una agricultura sostenible adaptada al clima.
Combatir la desertificación y asegurar el acceso al agua.
Reducir la vulnerabilidad de los ecosistemas.
De este modo, contribuimos al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde la lucha contra la degradación de la tierra se incluye específicamente en el ODS 15, sobre vida de ecosistemas terrestres.
Conforme las señales de alerta crecen, el tiempo de actuar por el planeta se acaba. Acabar con la pobreza y la desigualdad solo será posible si defendemos un desarrollo sostenible que ponga siempre el foco en las personas y su dignidad. ¿Contamos con tu apoyo?
El cambio climático… ¿afecta por igual a todos los países?, ¿existe algún lugar del mundo libre de riesgos climáticos? Para despejar este tipo de dudas, existen informes como el Índice de Riesgo Climático Global. Te contamos en qué consiste este informe y cuáles son, según sus datos, los países más vulnerables al cambio climático.
¿Qué es el Índice de Riesgo Climático Global?
El Índice de Riesgo Climático Global (IRC) es uno de los análisis más destacados actualmente sobre los impactos de los eventos climáticos extremos en el mundo. Se trata de un informe elaborado por la organización Germanwatch que ya ha alcanzado su decimoquinta edición.
El IRC busca detectar el nivel de exposición y vulnerabilidad de los países a los fenómenos climáticos extremos. Aunque no es un sistema completo de clasificación (solo refleja impactos directos sobre la población), sí sirve como advertencia para que los países estén más preparados ante eventos climáticos del futuro.
El último informe fue presentado durante la reciente Cumbre del Clima (COP25), celebrada en Madrid. Uno de los principales mensajes de esta edición es que no solo los países empobrecidos sufren el castigo de la crisis climática, sino que, cada vez más, los países ricos suben puestos en este tipo de clasificaciones.
¿Cuáles son los países más vulnerables al cambio climático?
¿Qué países deben extremar sus precauciones? Según el IRC 2020, los países más afectados por el cambio climático en 2018 fueron:
Japón.
Filipinas.
Alemania.
Madagascar.
India.
Sri Lanka.
Kenia.
Ruanda.
Canadá.
Fiji.
La razón de que Japón encabece la lista es haber sufrido en 2018 tres fenómenos meteorológicos extremos excepcionalmente graves. Por un lado, sus fuertes lluvias ocasionaron inundaciones y deslizamiento de tierras, provocando la muerte de más de 200 personas y evacuando a 2,3 millones. Por otro lado, su temperatura alcanzó cifras récord en verano y la ola de calor registrada entre julio y septiembre mató a 138 personas. Al calor y las lluvias se sumó el tifón Jebi, el más duro que vivía el país en los últimos 25 años.
Otro tifón, el Mangkhut, es el culpable del segundo puesto en el caso de Filipinas, ¡alcanzó velocidades máximas de hasta 270 km/h!
Llama también la atención el tercer puesto de Alemania, pues evidencia que los países desarrollados también son vulnerables al cambio climático. Alemania vivió el año más cálido de su historia, con una ola de calor que provocó más de 1.000 muertes, una fuerte sequía y pérdidas de más de 3.000 millones de euros.
Sin embargo, para entender el panorama mundial no solo debemos fijarnos en datos anuales, sino en lo que ha sucedido a largo plazo. El informe también ha estudiado cuáles han sido los países más afectados en los últimos 20 años (1999-2018):
Puerto Rico.
Myanmar.
Haití.
Filipinas.
Pakistán.
Vietnam.
Bangladesh.
Tailandia.
Nepal.
Dominica.
Este ranking muestra cómo, históricamente, los más afectados por el cambio climático han sido los países en vías de desarrollo. Puerto Rico encabeza la lista debido a la devastación del huracán María. El segundo puesto de Myanmar se explica por el ciclón Nargis (2008), que causó unas 140.000 muertes. En el caso de Haití, donde Ayuda en Acción actúa desde 2010, el tercer puesto se debe al impacto de dos huracanes: Jeanne en 2014 y Sandy en 2016.
Ayuda en Acción frente al cambio climático
En Ayuda en Acción llevamos más de 38 años apoyando a los países más vulnerables al cambio climático. Algunos, como Nepal o Haití, están recogidos en este ranking. Sin embargo, fuera del listado también existen otros muchos como Mozambique, Etiopía, Honduras o El Salvador, donde la ayuda frente a la crisis climática es muy necesaria.
En todos estos lugares, ayudamos a las familias más vulnerables a adaptar su forma de vida para afrontar el cambio climático, así como reducir al máximo sus efectos asociados como la sequía, el aumento de las temperaturas o las inundaciones.
Informes como el IRC demuestran que el cambio climático ha llegado para quedarse y que ningún país está libre de ocupar este tipo de listados. Descubre cómo tu ayuda es fundamental para enfrentarnos al cambio climático, un desafío que ya no entiende de prórrogas ni fronteras.
El Sahel es una de las regiones menos desarrolladas del mundo. Desde Ayuda en Acción queremos intensificar nuestra presencia en este territorio para dar respuesta a dos de sus principales desafíos: elhambre y el cambio climático. Conoce cómo lucharemos contra ellos en Níger y Malí.
Sahel, epicentro de la pobreza
El Sahel es una enorme franja de territorio que cubre 11 países de África, desde el norte de Senegal hasta el norte de Etiopía. Hablamos de más de 5.400 km de distancia y de un área de más de 3 millones de km², por lo que las peculiaridades internas son evidentes. Sin embargo, hay una serie de ingredientes comunes que la convierten en una de las regiones más desfavorecidas del planeta:
Hambre: alberga más de 50 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria. 1 de cada 5 menores de cinco años sufre desnutrición aguda.
Impacto del cambio climático: las sequías e inundaciones castigan duramente al Sahel, donde las previsiones de aumento de las temperaturas son 1,5 veces mayores a las del promedio mundial. Si sumamos esto a la explosión demográfica que vive la región, la lucha por los recursos es inevitable.
Estos factores convierten al Sahel en un cóctel explosivo donde millones de personas no pueden acceder a una vida digna. Desde Ayuda en Acción comenzaremos en 2019 a trabajar en dos de sus países más vulnerables: Níger y Malí.
Hambre y cambio climático en Níger y Malí
La inseguridad alimentaria y los efectos cada vez graves del cambio climático son dos de los principales retos a los que se enfrentan Níger y Malí. Se trata de países eminentemente agrícolas, por lo que las pérdidas de cosecha o ganado derivadas de sequías e inundaciones amenazan la supervivencia de muchas familias. La mayor parte de las tierras cultivables se han degradado y los terrenos de pasto cada vez son menores, lo que está multiplicando la violencia y desconfianza entre etnias y comunidades, especialmente en el caso de Malí.
Sin agua ni alimento, la inseguridad alimentaria está servida. Millones de personas en estos países pasan hambre. En Malí, por ejemplo, un 20% de la población -3 millones de personas- se encuentran en situación de inseguridad alimentaria.
A esto hay que sumarle un clima creciente de inseguridad que está expulsando a muchas familias de sus hogares. En el caso de Níger, los movimientos de población están afectando sobre todo a las regiones de Tahoua, Diffa y Tillabéri, al sur del país.
¿Cómo lucharemos contra el hambre en Malí y Níger?
Algunos de los principales proyectos que llevaremos a cabo para frenar la inseguridad alimentaria en estos países africanos son:
Desarrollo de cadenas de valor sostenibles para producir y comercializar harina de mijo fortificada y cebolla: La fortificación consiste en añadir uno o más nutrientes a un alimento para mejorar su calidad y así reducir o controlar la carencia de nutrientes, algo muy habitual en la alimentación de estos países. En el caso del mijo, se trata, junto con el sorgo, del cereal más consumido por la población. La harina de mijo se usa para elaborar las papillas infantiles que las madres preparan en sus casas. La malnutrición aguda moderada (MAM), muy frecuente en estos países, se previene y trata variando la dieta e introduciendo alimentos como la carne o el pescado, algo que las familias a menudo no pueden comprar por su elevado precio. Cuando las dietas no se mejoran, los niños y niñas pasan a sufrir malnutrición aguda severa (MAS), lo que requiere su hospitalización y tratamiento a base de un producto con alto contenido calórico -el llamado plumpynut-. Ante esta situación, la fortificación de los productos locales de alto consumo se plantea como una alternativa novedosa y exitosa.
Fomento de sistemas agrícolas adaptados al cambio climático, así como de proyectos de innovación e investigación aplicada a la mejora de la nutrición.
Apoyo a las mujeres: formación, fomento de su acceso a los recursos económicos e impulso de su participación en los espacios de toma de decisiones.
Cash for work para ofrecer oportunidades cuando se producen desastres: este tipo de intervenciones consisten en procurar empleo temporal a las personas más afectadas por una emergencia. En el caso de Níger y Malí, se tratará de empleos para la población desplazada, refugiada y de acogida. Trabajarán en el mantenimiento y rehabilitación de perímetros y estructuras agrícolas, así como en la construcción de pequeños embalses para evitar los destrozos y pérdidas de agua habituales durante la estación de lluvias, cuando las inundaciones son muy comunes.
Respuesta ante crisis humanitarias mediante un amplio abanico de acciones, como por ejemplo el impulso de comedores escolares o estructuras sanitarias, entre otras.
Por quinto año consecutivo, la seguridad alimentaria de muchas familias guatemaltecas está en la cuerda floja. Los efectos del cambio climático en este país del Corredor Seco han provocado que más de 200.000 agricultores y agricultoras lo perdieran todo en 2018. Las previsiones para este año no son esperanzadoras. Conoce la radiografía del hambre en Guatemala a través de sus protagonistas.
Voces del Corredor Seco en Guatemala
Jesús Alberto
Para Jesús Alberto, hoy el trabajo agrícola es como el fútbol, “a veces se gana, a veces se pierde”. Pero hay una diferencia clara: aquí lo que está en juego es la alimentación de familias enteras.
Cuenta que este escenario de incertidumbre no ha existido siempre. “Recuerdo cómo de niño en mi comunidad no faltaba de nada. Había maíz y toda clase de frijol: enrededores, chajanes, peromes, ayotes, wisquiles…”. Años después, la violencia de la guerra civil guatemalteca obligó a muchas personas de Colmenas, su aldea, a emigrar para sobrevivir. Desde entonces, la comunidad no ha podido deshacerse de una pobreza en aumento.
El cambio climático tampoco ayuda. Se refleja en inviernos muy cortos, con una lluvia que apenas visita los cultivos y que, cuando lo hace, cae con tal fuerza que los destruye. El panorama es poco esperanzador, pero, como asegura Jesús Alberto, rendirse no es una opción: “estamos siempre en la lucha de ver cómo sacamos adelante a nuestra comunidad”.
Rutilia
Rutilia recuerda cómo sus abuelos podían calcular lo que obtendrían cada año de las cosechas. El clima, más estable, solía darles la razón. Además, en sus prácticas agrícolas no había espacio para fertilizantes ni talas descontroladas.
La realidad, confiesa esta agricultora, es hoy muy distinta. Las malas prácticas agrícolas y forestales, sumadas a los efectos del cambio climático, están provocandoenfermedades infecciosas, diarrea, desnutrición y problemas respiratorios.
La sensibilización e incidencia política están sirviendo para generar cambios, por ejemplo, en el cuidado de los bosques. Hace dos años, su comunidad se organizó para exigir apoyo institucional y comenzar a reforestar la zona. Gracias a ello, han podido disminuir el riesgo de incendios, la escasez de agua y los deslizamientos de terrenos.
Radiografía del hambre en Guatemala
Al igual que Rutilia y Jesús Alberto, muchas familias del país dependen de la agricultura de subsistencia. ¿Cómo salen adelante cuando las cosechas fallan? Cuando esto sucede -cada vez con más frecuencia- se activa un peligroso círculo de supervivencia. Las familias más vulnerables tienen que recurrir a los mercados locales o las tiendas de las comunidades para comprar maíz y frijol con los que alimentarse. En algunas zonas del país pueden darse dos cosechas. En otras, sin embargo, los agricultores se la juegan a una sola carta. Para obtener ingresos extra, unas familias se endeudan pidiendo dinero prestado a algún vecino. Otra alternativa común es migrar a México para trabajar en los cafetales desde diciembre hasta marzo. Sin embargo, los bajos precios a los que se está vendiendo el café están mermando las oportunidades laborales en este ámbito.
¿Cómo son las previsiones de futuro? No muy alentadoras. Las condiciones climáticas causadas por el fenómeno de El Niño traerán lluvias que perjudicarán los granos básicos.
Ayuda en Acción está presente en Guatemala desde 2006.Trabajamos en varias comunidades de Chiquimula y Zacapa, al este del país, cerca de la frontera con Honduras y El Salvador. En concreto, estamos en la Micro Cuenca de Shalaguá y en la Montaña del Gigante. Los dos espacios se encuentran dentro del Corredor Seco Centroamericano. Se trata del nombre que recibe la región semiárida que se extiende por la costa pacífica, desde el sur de México hasta el norte de Costa Rica, y que está sufriendo enormemente los efectos del cambio climático.
Uno de nuestros proyectos más ambiciosos es trabajo regional que desarrollamos hasta 2018 con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) para luchar contra la emergencia climática en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. El objetivo era fortalecer la capacidad de las personas más vulnerables –sobre todo población indígena y mujeres- para que hicieran frente a las consecuencias del cambio climático.
Además, en cooperación con las organizaciones locales, llevamos a cabo proyectos integrales para que las familias más vulnerables puedan adaptarse a los desafíos climáticos. Por ejemplo, de la mano de la Asociación Regional Campesina Chortí (ASORECH), trabajamos en 71 comunidades para asegurar el acceso a agua segura, fomentar la agricultura sostenible adaptada al clima, educar a las nuevas generaciones y luchar contra la desnutrición infantil. Aún queda mucho por hacer pues, solo en esta zona, el 26% de los niños y niñas menores de 5 años presentan bajo peso y talla.
La mejora de las organizaciones políticas y productivas comunitarias es otra de nuestras tareas. Junto a la Mancomunidad Copán Chortí y los gobiernos locales, apoyamos al campesinado para que pueda obtener productos agrícolas mejores y más competitivos en el mercado.
Sequías, incendios, altas temperaturas… La emergencia climática está poniendo en jaque la sostenibilidad del planeta. En Honduras, muchas familias como la de Marcio y Rosibel luchan cada día por abrirse paso entre tanta incertidumbre. Conoce cómo trabajamos desde Ayuda en Acción para frenar el hambre y la sequía que amenazan al país.
Marcio, Rosibel y su finca sostenible
La Finca Agroecológica Familia Gutiérrez Canales, situada en el departamento de Yoro, al norte de Honduras, representa todo un ejemplo de modo de vida sostenible. Sus dueños, Marcio y Rosibel, han sabido sacar el máximo partido a los recursos que la tierra les ofrece y además lo hacen sin agotarlos ni dañar el entorno.
Gracias al apoyo de Ayuda en Acción y sus socios locales, este matrimonio ha podido cambiar su manera de cultivar, vender y, en definitiva, ganarse la vida. Y lo ha hecho para mejor pues, como asegura Marcio, antes cultivaban de manera tradicional y no les alcanzaba para llegar a fin de mes. De niño, cuenta, la naturaleza parecía inagotable: “las tierras eran más húmedas y fructíferas, pero luego todo empezó a degradarse”. Se dio cuenta de que elequilibrio empezaba a romperse: “yo antes usaba químicos, pero comencé a hacerme preguntas, a ser más crítico con las prácticas agrícolas que estábamos usando. Cuando desprotegemos el suelo, el cambio climático nos afecta aún más. La sequía viene por destruir el bosque, por destruir la tierra”.
Su espíritu crítico, sumado a las formaciones sobre técnicas deagricultura sostenible, han permitido que tanto él como su mujer hayan desarrollado un modelo de negocio en el que cultivan y venden un sinfín de productos: leche, melaza, fruta, verduras, condimentos, fertilizantes mineralizados, abono orgánico, café…
Lo suyo, además, es un trabajo en equipo donde cada miembro de la familia colabora y la igualdad de género es una realidad. “Cuando venía Ayuda en Acción a dar las formaciones mi esposo me decía «¡vamos, formémonos, así saldremos adelante!» Eso me liberó”, cuenta Rosibel. Se siente feliz, libre e independiente: “yo con el machete, con el azadón, con lo que toque… ¡puedo con todo!”, asegura.
Emergencia nacional por la sequía
La de Rosibel y Marcio es una historia de éxito. Sin embargo, convive con otra muy diferente: la del medio millón de personas en Honduras que apenas pueden poner comida sobre la mesa. Se trata sobre todo de agricultores de subsistencia que viven en las zonas más pobres y para quienes la falta de lluvias está amenazando gravemente su seguridad alimentaria. Tanto es así, que el Estado declaraba en septiembre de 2019 la emergencia nacional por la sequía severa que castiga al país centroamericano.
El departamento de Yoro, donde trabajamos desde Ayuda en Acción, es uno de los más afectados por la inseguridad alimentaria. Ismael Domínguez, médico en la aldea de Las Vegas, asegura que atiende muchos casos de desnutrición infantil, sobre todo entre la etnia tolupán. La población indígena es una de las más vulnerables, por lo que es importante incidir en la educación para mejorar hábitos alimentarios y de higiene tan básicos como lavarse las manos o hervir el agua para asegurar que sea potable, entre otros.
Honduras pertenece al Corredor Seco Centroamericano, una de las regiones del planeta más castigadas por cambio climático. Desde 1998, trabajamos para ayudar a las familias más vulnerables del país a hacer frente a las consecuencias de la emergencia climática. Lo hacemos a través de tres líneas principales:
La formación en agricultura sostenible adaptada al clima.
La lucha contra ladesertificación y la promoción del acceso al agua: en 2018, por ejemplo, más de 2.000 familias pudieron abastecerse de agua segura.
La reducción de la vulnerabilidad de los ecosistemas.
Una clave de nuestra intervención es ajustarnos lo máximo posible a las necesidades locales y concretas de las comunidades. Como muestra, en 2018 finalizamos un convenio con la colaboración de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo con el que apoyamos a 540 familias indígenas y mestizas de los departamentos de Yoro y Comayagua para que mejoren su capacidad de adaptación al cambio climático. Con ayuda de la comunidad universitaria, hemos diseñado un innovador índice de vulnerabilidad que permite adaptar patrones genéricos del clima a realidades locales. Se trata de una metodología que sirve para conocer los retos zonas muy concretas en materia de adaptación al cambio climático, predecir escenarios futuros y, en consecuencia, anticipar las soluciones.
La importancia de contar con la población indígena
El intercambio de conocimiento con estas familias, sobre todo las de la etnia tolupán, ha sido imprescindible para conocer sus necesidades. Así, por ejemplo, se descubrió que muchas de estas personas tenían enfermedades respiratorias. Al investigar las causas, se detectó que vivían en zonas con suelos secos y muy finos que, azotados por el viento, provocaban un polvo cuya respiración resultaba muy dañina. Debido a que las lluvias cada vez eran más escasas, esta sequedad se prolongaba, lo que incidía directamente en el aumento de las afecciones respiratorias y otras derivadas, como por ejemplo los problemas de salud bucodental. Una vez conocido el problema y su raíz concreta en el cambio climático, pudieron diseñarse medidas específicas para paliarlo.
La igualdad de género, clave contra el cambio climático
Sin igualdad de género, nunca tendremos un mundo sostenible. Aunque el cambio climático perjudica a todos los habitantes del planeta, su impacto se distribuye de forma desigual. Afecta especialmente a las personas desfavorecidas en todos los campos: social, económico, político, cultural, etc. Y aquí las mujeres son mayoría. Las mujeres rurales forman el 43% de la mano de obra agrícola en el mundo. Producen hasta un 60% de la comida del hogar, pero raramente son propietarias de las tierras que cultivan y, cuando lo son, se trata de terrenos más pequeños y marginales.
Esta desigualdad de género tiene un reflejo claro en los datos sobre seguridad alimentaria: en América Latina, por ejemplo, unos 19 millones de mujeres sufren inseguridad alimentaria severa, en comparación con 15 millones de hombres. Con la otra cara de la moneda, la obesidad, sucede lo mismo: en todos los países de la región, la tasa de obesidad en mujeres adultas es mayor que la de los hombres.
La perspectiva de género es fundamental para dar respuesta a los desafíos del cambio climático. Solo un desarrollo donde hombres y mujeres contribuyan por igual podrá convertirse en sostenible.
Uno de los principales efectos del cambio climático es que cada vez cuesta más alimentar a la humanidad de forma adecuada y sostenible. Pero, ¿sufren todos los países y grupos de población por igual? La respuesta, como imaginabas, es no. Los países en vías de desarrollo pagan un precio mayor. Igualmente, unos grupos de población son más vulnerables que otros, como es el caso de la infancia. Conoce el ejemplo de El Salvador y cómo el hambre y la emergencia climática están afectando a los niños y niñas del país centroamericano.
Hambre y cambio climático en El Salvador
Silvia Esperanza nos enseña una mazorca de maíz. Más bien, lo que sostiene en su mano es un proyecto inacabado de este cereal formado por unos pocos granos resecos y apelmazados. Las lluvias del invierno eran claves para que la milpa, como se conoce en El Salvador al campo de maíz, creciera con fuerza. Pero el agua no visitó los campos como debería y ahora las escalas cosechas de Silvia Esperanza y otras familias salvadoreñas están haciendo que alimentarse a diario sea un reto en muchas casas, sobre todo de las zonas rurales.
“En mi familia hemos tenido que limitarnos. Por ejemplo, antes comprábamos un cartón de huevos, ahora ya no podemos, nos toca ir comprando lo que vamos a comer diario. Nos toca comer menos, hemos bajado en la alimentación… lo que hacemos es ir comiendo los frijolitos. Nos toca ir ahorrando en los gastos de otras cosas y a veces no tenemos dinero para comprar medicinas de los niños”, confiesa esta agricultora.
El Salvador es uno de los países pertenecientes al Corredor Seco Centroamericano, una de las regiones del planeta más vulnerables al cambio climático. Las intensas sequías y lluvias torrenciales que el calentamiento global está dejando sobre Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua están afectando a millones de pequeños agricultores como Silvia Esperanza. Según la ONU, más de 1,4 millones de personas de estos países necesita ayuda urgente.
Las consecuencias del hambre en la infancia
Las consecuencias del hambre, como muestra el testimonio de Delmy Carolina, son especialmente duras con la infancia. Esta madre de Tacuba, al oeste de El Salvador, asegura que la sequía le está impidiendo a muchas mujeres sacar adelante a sus hijos. “Desde que estamos embarazadas no comemos adecuadamente. Cuando nacen nuestros hijos darles de comer solo maíz y frijol no es nutritivo, hace que siempre estén con problemas de salud”, asegura. En su comunidad hay más de 20 niños y niñas con algún tipo de desnutrición. Además, los que nacen con un peso correcto, presentan retrasos en el crecimiento.
Al oeste del país, las historias de malnutrición infantil se repiten. Víctor Humberto, agricultor y promotor de salud en el cantón La Ruda, municipio de Masahuat, nos cuenta la historia de la pequeña Fátima. Nació a las 25 semanas porque su madre no tenía acceso a una alimentación adecuada. La niña ha sobrevivido, pero necesitará medicación de por vida, así como suplementos de vitaminas. Y es afortunada, aclara Víctor Humberto, pues otras personas con menos recursos prácticamente mueren en silencio.
La falta de agua potable también es una realidad para muchas familias. Muchos niños del cantón de Víctor Humberto padecen enfermedades gastrointestinales, parasitismo, diarreas o dolor de apéndice por beber agua en mal estado.
Ayuda en Acción trabaja en El Salvador desde 1990. Uno de nuestros principales desafíos en el país es hacer frente a la inseguridad alimentaria y los efectos del cambio climático entre la población más vulnerable, con especial énfasis en la infancia, protagonista constante de nuestra intervención. ¿Cómo hacemos frente a este doble reto?
Fomentamos el acceso a agua potable y educamos sobre hábitos de higiene y alimentación saludables, empezando por los niños y las niñas, para que ellos puedan promover cambios en su entorno desde edades muy tempranas.
Apoyamos a los pequeños campesinos y campesinas mediante bancos de semillas, microcréditos, impulso de cooperativas o apoyo en la producción y comercialización de sus productos, entre otros.
Formamos a las comunidades con especial énfasis en las mujeres: en El Salvador, como en otros países en desarrollo, ellas juegan un papel clave en todas las etapas de la producción de alimentos. Recolectan semillas, preparan la tierra, cuidan del ganado, almacenan la cosecha… Por no hablar de las tareas domésticas y de cuidado, que también suelen recaer sobre sus espaldas. Sin embargo, sufren más las consecuencias de la inseguridad alimentaria y el cambio climático que los hombres. Trabajamos contra las brechas de género que aún existen en este ámbito.
Diseñamos sistemas de prevención y respuesta a crisis alimentarias y desastres naturales derivados del cambio climático.
Fomentamos ecosistemas y técnicas de producción sostenibles: dos ejemplos de este tipo de respuestas los tenemos en el área de intervención Jaltepeque Bahía, un territorio de 360 km2 al sur del país muy vulnerable al cambio climático. Las familias pescadoras que viven junto a la Bahía de Jiquilisco y El Estero de Jaltepeque estaban viendo sus medios de vida amenazados por culpa de la combinación de inundaciones y sequías en la zona. Una de nuestras respuestas ha sido formarlas en técnicas de pesca artesanal aptas para los períodos de sequía. En esta misma área también estamos desarrollando un proyecto para reforestar 5.000 hectáreas de bosque de manglar. Los manglares costeros son uno de los ecosistemas más valiosos y a la vez amenazados del planeta. Suponen el hábitat de una gran variedad de especies animales, son clave para la seguridad alimentaria de muchas personas y constituyen una barrera natural contra las tormentas, los tsunamis, el aumento del nivel marino o la erosión de las costas. Además, por si fuera poco, almacenan grandes cantidades de CO2. Tanto, que una hectárea de manglar puede almacenar más de 3.000 de dióxido de carbono, ¡esto sería como retirar unos 2.700 coches de la carretera durante un año!
Nicaragua es uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático. Para muchas familias como la de Isidra, comer se está convirtiendo en una lotería. Conoce nuestro trabajo contra la inseguridad alimentaria en el país centroamericano.
Nicaragua, cuando sembrar es una rifa
Doña Isidra tiene 70 años y vive en la comunidad El Timón, en el municipio de Telpaneca, al norte de Nicaragua. Siempre ha vivido de la agricultura sembrando frijoles y maíz. Sin embargo, su cosecha lleva años jugándole malas pasadas. Vive con su esposo y dos nietos. Demasiado a menudo, la comida no alcanza para todos, confiesa. “Lo que más me preocupa son los niños. Estamos comiendo menos para que rinda más: un poquito de frijoles y tortilla, a veces también un poquito de arroz”, nos explica. “Lo que más me duele es cuando vienen mis nietos a pedirme comida y ya no tengo qué darles. Lo único que puedo decirles es que aguantemos hasta mañana, que algo vamos a conseguir”.
Pese a la dureza de la situación, Isidra muestra una fortaleza y una capacidad de adaptación admirables. Junto al fogón de su cocina, nos cuenta sus estrategias para conseguir alimento. Una de ellas es vender leña en el pueblo: “agarro mi burro y llevo 30 palos de leña. Lo vendo a 80 córdobas (poco más de 2 céntimos de euro) y con eso compro mis libras de maíz, una de frijoles, una libra de azúcar y dos bolsitas de café”. 1 libra no equivale ni a medio kilo y con esas cantidades, asegura, tienen comida para 2 días.
¿Imaginas que comer te costase tanto, en todos los sentidos? Si ya lo estás intentando, ahora añádele un “más difícil todavía”: el de las distancias. La ida y la vuelta al pueblo le llevan a Isidra 5 horas. Por cierto, el agua tampoco está cerca. Para conseguirla camina hasta el río unas 4 horas diarias. Aun así, ella habla de esperanza en la segunda cosecha del año, llamada “de postrera”. Ha optado por cultivar una semilla criolla de maíz, una variedad que, aunque produce mazorcas minúsculas, “siempre es mejor que nada”: “aquí la siembra de granos es como una rifa, se tira a ganar o perder”, asegura.
Uno de los países más vulnerables al cambio climático
No siempre los primeros puestos en un ranking son motivo de alegría. Es el caso de Nicaragua y el cambio climático. Este país centroamericano es, según el Índice Mundial de Riesgo Climático de la organización Germanwatch, el sexto más vulnerable frente a los eventos climáticos extremos.
La situación más grave se vive en los 33 municipios del país ubicados dentro del llamado Corredor Seco, una de las regiones del planeta más vulnerables a la emergencia climática. Algunos de los mayores desafíos para estas familias, en su mayoría agricultoras del entorno rural, son:
La falta de agua para el consumo humano.
La casi nula infraestructura o tecnología para almacenar el agua de riego.
La dureza de la sequía, cada vez más prolongada.
La explotación irracional de los recursos naturales.
La falta de educación ambiental de la población.
La falta de estrategias de adaptación y mitigación ante el cambio climático.
Ayuda en Acción trabaja desde 1993 en Nicaragua para ayudar a las comunidades más vulnerables en su lucha contra el hambre y los efectos del cambio climático. Contamos con proyectos de cooperación para el desarrollo en dos niveles:
Trabajo a nivel regional
Entre 2014 y 2018 implementamos un convenio junto a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Son los países del Corredor Seco más afectados por el cambio climático y concentran porcentajes de pobreza superiores al 60%. El objetivo, fortalecer la capacidad de las mujeres y la población indígena para hacer frente a las consecuencias del cambio climático.
Trabajo a nivel local
En el proyecto que desarrollamos enel Corredor Seco de Nicaragua, trabajamos junto con organizaciones locales desde dos perspectivas:
Derechos de la infancia y la adolescencia: estos grupos de edad son siempre la clave de nuestra intervención. Promovemos hábitos alimentarios saludables, buenas prácticas de higiene y técnicas de cultivo sostenibles. Por ejemplo, creamos huertos escolares y comunitarios donde las familias aprenden técnicas de agricultura sostenibles, así como nuevos métodos para recoger el agua de riego.
Condiciones de vida saludable: formamos a las comunidades en alimentación saludable, realizamos charlas en las escuelas sobre seguridad alimentaria en las que también se implican padres y madres; o promovemos sistemas de recogida de agua para hacer frente a la sequía, por ejemplo.
Pese a los avances, queda mucho por hacer…
Cuando evaluamos lo conseguido en 2018, existen cifras para el optimismo:
Más de 800 familias accedieron a agua segura
Más de 100 familias mejoraron sus capacidades de producción frente al cambio climático
9.000 escolares aprendieron prácticas y hábitos de higiene y alimentación saludables
Casi 200 familias comenzaron a cultivar productos más resistentes al cambio climático, como la miel.
Sin embargo, hasta que Nicaragua pueda garantizar la seguridad alimentaria de sus familias queda un largo camino por recorrer. ¿Contamos con tu ayuda?
Con más de 102 millones de habitantes, Etiopía es el segundo país más poblado de África, solo superado por Nigeria. También es uno de los más pobres, no solo ya del continente africano, sino del mundo. Conoce nuestra receta contra el hambre y el cambio climático en Etiopía.
La amenaza del cambio climático en Etiopía
Bastan tres cifras para mostrar la grave situación alimentaria que enfrenta este país del Cuerno de África:
1/3 de su población vive en situación de pobreza.
33 millones de personas sufren inseguridad alimentaria.
7,7 millones de menores de 5 años presentan desnutrición aguda.
¿Cómo ha llegado Etiopía a este escenario? Una de las principales amenazas para el país es el cambio climático. La falta de agua está poniendo en jaque la vida de más de 10,2 millones de personas, sobre todo tras el duro golpe del fenómeno meteorológico de El Niño en 2016.
La sequía no impacta por igual en todo el país. En función de la altitud, existen tierras altas – las denominadas highlands– y tierras bajas –lowlands-. La peor parte se la llevan las lowlands, donde el clima es más árido. En ellas, la población es nómada y se desplaza durante los periodos secos en busca de agua y pastos para el ganado. El problema es que, debido al cambio climático, estos periodos cada vez duran más. Como resultado, el aguay el alimento ya no alcanzan ni para los dueños ni para el ganado, que a menudo enferma y muere.
Nuestra receta contra el hambre
Ayuda en Acción trabaja desde hace 23 años en este país africano. Cada vez más, la lucha contra el hambre y el cambio climático centra nuestros esfuerzos en el terreno. Para mejorar la seguridad alimentaria y las condiciones de vida entre las familias más vulnerables de la región de Oromía, una de las más pobres, acabamos de lanzar un nuevo convenio cofinanciado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Con él damos continuidad a un proyecto que finalizó el pasado verano y que mejoró la vida de más de 20 mil personas.
En esta ocasión, y durante cuatro años, trabajaremos en los distritos de Arsi-Robe, Tena y Amigna para hacer frente a tres retos:
La inseguridad alimentaria
Las altas cifras de desempleo juvenil
La migración, tanto interna como externa, en busca de oportunidades
Y lo haremos de la mano de dos organizaciones locales: SOS Sahel y Women In Self-Employment (WISE).
Moringa e igualdad, dos ingredientes fundamentales
A pesar de su potencial agroambiental, la sequía ahoga los suelos etíopes y, con ello, las esperanzas de muchas familias cuya vida depende, literalmente, del campo. La agricultura sostenible adaptada al clima es fundamental para revertir esta situación. Uno de los cultivos más exitosos de proyecto está siendo el de la moringa. También llamado “árbol milagro”, no solo posee numerosas propiedades medicinales y nutricionales, sino que resiste muy bien la sequía, por lo que actúa una alternativa alimentaria segura cuando los otros cultivos fallan. “Antes de que llegara Ayuda en Acción no conocíamos la moringa ni sus beneficios”, cuenta Mukter Shiek, uno de los beneficiarios. “Hemos aprendido a cultivarla, cocinarla y comerciar con ella. Con lo que sacamos de su venta podemos asegurar la educación de nuestros hijos”, añade.
Otra clave para el éxito del convenio es el enfoque de género. El objetivo es conseguir una igualdad real a través del empoderamiento económico de las mujeres, el acceso igualitario a la educación y las tierras, así como la reducción de la violencia machista.
Tirunesh Aschalew tiene 27 años, 2 hijos y nos cuenta su participación en una de las cooperativas agrícolas promovidas por Ayuda en Acción en Seru. Antes, recuerda, se quedaba sola en casa recluida con las tareas del hogar. Hasta que le informamos del proyecto y convencimos a varias mujeres como ella de la importancia de formar parte activa de las cooperativas de la zona. Entonces todo cambió: “al principio pensaba que era inferior a los hombres, pero ahora sé que puedo y quiero llegar a puestos de liderazgo […] se han conseguido cambios. Por ejemplo, en cuanto a la gestión del hogar, antes los hombres dominaban todo, pero ahora gracias a la educación y formación que hemos recibido, tenemos igualdad de género”, sostiene orgullosa.
Presentación del informe Global Hunger Index en Etiopía
El pasado diciembre presentamos en Addis Abbeba, capital de Etiopía, el informe Global Hunger Index (GHI) 2019. Se trata de un ranking sobre el hambre en el mundo que elabora anualmente Alliance 2015, la plataforma europea de ONG de la que somos miembros desde 2018.
El país africano ha ido mejorando su posición en este listado desde el año 2000. Sin embargo, la situación sigue siendo muy grave, pues se sitúa en el 97º lugar (sobre 117), con un nivel de hambre considerado “serio”. Como señaló Roberto Giuliotto, director de Ayuda en Acción en Etiopía: “a pesar de los esfuerzos realizados por el gobierno, los avances en el país son más lentos de lo esperado, en particular respecto a la disminución de la desnutrición y de la mortalidad infantil en niños menores de 5 años”. Además, añadió, “hay nuevas preocupaciones debido a las amenazas del cambio climático, que afectan sobre todo a la población más vulnerable y producen impactos negativos en su seguridad alimentaria y medios de vida”.
El acto contó con la presencia, entre otras autoridades, del ministro de Agricultura del país africano, Dr. Kaba Urgessa, quien destacó los esfuerzos pendientes para conseguir el ODS 2 de Hambre Cero. Un reto donde la colaboración con entidades como Alliance2015 y Ayuda en Acción, indicó, resulta fundamental.
Si el campamento de refugiados de Mai Aini fuera una fotografía fija, podríamos capturar a varios niños y niñas jugando a la pelota junto a un árbol, a un par de jóvenes probando sus primeros acordes sobre un piano eléctrico o a una mujer repasando concienzudamente el guión de su próxima obra teatral. Sin embargo, más allá del instante, este campamento ubicado al norte de Etiopía también alberga el sonido de más de 11.000 historias, tantas como sus habitantes, tan duras como esperanzadoras.
La joven Feven Tadesse tiene 17 años y desde hace uno vive con su madre y tres hermanos en Mai Aini. Como la mayor parte de quienes buscan refugio en Etiopía, proceden de la vecina Eritrea, un país cuyo sistema político y económico ha expulsado ya de sus hogares a miles de personas. “Yo tenía 8 años cuando nos fuimos de casa, pero mi madre siempre me cuenta lo dura que era la vida en Eritrea. Éramos seis hermanos y nos dedicábamos a la venta de cereales. Cuando mi padre murió, el gobierno confiscó nuestro negocio y en poco tiempo nos quedamos sin nada para comer. Mi madre cayó entonces muy enferma”, recuerda.
Cada miembro de la familia comenzó entonces un viaje en busca de oportunidades. Dos de sus hermanos intentaron cruzar el Mediterráneo, pero no consiguieron sobrevivir al mayor cementerio de migrantes del mundo, donde el año pasado murieron más de 1.000 personas. Otra de sus hermanas huyó a Uganda, pero hace mucho que no saben nada de ella y dudan que siga con vida. Ninguno tenía más de 26 años cuando intentó migrar. Hoy, mientras sueña con un futuro mejor en Europa y con el apoyo de Ayuda en Acción, Feven lucha cada día por mantener viva la esperanza de su madre y hermanos.
Nuestro trabajo con la población refugiada
Solo superado por Uganda y Sudán, Etiopía es el tercer país africano con mayor número de refugiados. Acoge casi un millón de personas procedentes de Sudán del Sur, Sudán, Somalia y Eritrea. A esto hay que sumar el desplazamiento masivo interno que vive el país debido a años de sequía y conflicto entre Estado y grupos rebeldes, lo que ha desembocado en casi nueve millones de personas con necesidad de asistencia y protección humanitaria.
Desde 2015, trabajamos junto al Servicio Jesuita de Refugiados (SJR) en los campamentos de Adiharush y Mai Aini, en la región de Tigray, al norte de Etiopía. En ellos residen más de 20.000 personas y casi 1.200 son menores no acompañados que son atendidos a través de redes comunitarias, “familiares de crianza” (personas que se hacen cargo) o por sí mismos.
Nuestra principal labor en los campamentos se basa en el apoyo psicosocial de la población mediante terapias y actividades recreativas (deporte, música, teatro pintura…) que ayuden a personas como Feven a superar los traumas vividos en sus países de origen y durante su viaje de huida, además de a sobrellevar el día a día.
Lucha contra el cambio climático
Además de los conflictos, el otro factor que pone en jaque la vida de millones de etíopes es la sequía. Etiopía pertenece al Sahel, una región africana especialmente vulnerable al cambio climático, lo que no hace sino agravar la precariedad existente en todos los sentidos. Así, se calcula que en el país viven 33 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria, mientras que 7,7 millones de menores de 5 años sufren desnutrición aguda.
El apoyo a las comunidades más vulnerables para hacer frente al cambio climático constituye una de las principales preocupaciones de Ayuda en Acción, con presencia en Etiopía desde 1996. Así, en la región de Oromía contamos con varios proyectos apoyados por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) destinados a mejorar la seguridad alimentaria de la población, frenar el desempleo juvenil y evitar así que miles de familias se vean forzadas a migrar. También trabajamos contra el cambio climático en Wolaita, al sur, donde gracias a la AECID y nuestros socios ayudamos a las familias pastoralistas más vulnerables a hacer frente a la sequía, sobre todo garantizando su seguridad alimentaria y acceso a agua potable.
Conoce más historias sobre nuestro trabajo en movilidad humana visitando la página Ayuda en Acción: Operación Salida.
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descritas anteriormente en función de las bases jurídicas que habilitan el tratamiento. Sin perjuicio de
lo anterior, la conservación también se efectuará por el periodo que resultase necesario para la
formulación, el ejercicio o la defensa de potenciales reclamaciones y/o siempre que lo permitiese la
legislación aplicable. En este último supuesto, sus datos personales sólo serán tratados a efectos de
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detallado anteriormente. Cabe mencionar que los datos podrán ser comunicados a los empleados y
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a cabo labores relacionadas con las finalidades indicadas anteriormente.
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para garantizar el tratamiento adecuado de sus datos personales. En el supuesto de que desee apadrinar a
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agencias de viajes, o financieras, entre otras, pueden tener acceso a los mismos como encargados de su
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encontrarse en países situados fuera del Espacio Económico Europeo que no ofrecen un nivel de seguridad
adecuado de acuerdo al RGPD. En estos casos, firmamos un contrato por escrito entre ambas partes en el
que se incluyen las cláusulas contractuales tipo según estándares aprobados por la Comisión Europea para
la transferencia de información personal fuera del Espacio Económico Europeo. En todo caso, la
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rigiéndose por la presente Política de Privacidad.
Igualmente le informamos que los datos relativos a su aportación serán comunicados a la Agencia
Tributaria con la finalidad de tramitar sus beneficios fiscales, así como a aquellas otras autoridades
de control que nos soliciten sus datos siempre que se respeten todos los preceptos previstos legalmente.
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Dichos derechos podrás ejercitarlos, por ti mismos o por quien te represente, mediante solicitud escrita
y firmada dirigida al Responsable de Datos Personales de Ayuda en Acción, a través de:
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concreta la solicitud. En el caso de representación, deberá probar la misma mediante documento
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tratamiento anterior a la retirada del mismo, y sin que en ningún caso condicione el tratamiento de
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En general, respondemos las solicitudes en el plazo de un mes, aunque según la complejidad y el número,
se podría prorrogar el plazo otros dos meses más, en cuyo caso se lo notificaremos.
Finalmente, te recordamos que tienes derecho a presentar una reclamación ante la autoridad de control pertinente.
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Contraparte
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para garantizar el tratamiento adecuado de sus datos personales. En el supuesto de que desee apadrinar a
niños/as residentes en México, le informamos que sus datos serán comunicados para gestionar su
apadrinamiento a la entidad Ayuda en Acción de México Asociación Civil, la cual dispone de garantías
suficientes.
Algunas organizaciones que colaboran con Ayuda en Acción, tales como agencias de medios de comunicación,
agencias de viajes, o financieras, entre otras, pueden tener acceso a los mismos como encargados de su
tratamiento, para que así podamos llevar a cabo nuestra labor. En ocasiones este tercero puede
encontrarse en países situados fuera del Espacio Económico Europeo que no ofrecen un nivel de seguridad
adecuado de acuerdo al RGPD. En estos casos, firmamos un contrato por escrito entre ambas partes en el
que se incluyen las cláusulas contractuales tipo según estándares aprobados por la Comisión Europea para
la transferencia de información personal fuera del Espacio Económico Europeo. En todo caso, la
transferencia, la conservación y la gestión que realicemos de su información personal seguirán
rigiéndose por la presente Política de Privacidad.
Igualmente le informamos que los datos relativos a su aportación serán comunicados a la Agencia
Tributaria con la finalidad de tramitar sus beneficios fiscales, así como a aquellas otras autoridades
de control que nos soliciten sus datos siempre que se respeten todos los preceptos previstos legalmente.
V.- TUS DERECHOS
Ayuda en Acción le informa sobre la posibilidad que te asiste de ejercitar los derechos de acceso,
rectificación, supresión, portabilidad y limitación del tratamiento de los datos personales que tenemos
recogidos.
De manera adicional, tendrá el derecho a oponerse al tratamiento de sus datos personales en los
supuestos recogidos en la normativa de protección de datos aplicable.
Dichos derechos podrás ejercitarlos, por ti mismos o por quien te represente, mediante solicitud escrita
y firmada dirigida al Responsable de Datos Personales de Ayuda en Acción, a través de:
Dicha solicitud debe contener los siguientes datos: su nombre y apellidos, domicilio a efectos de
notificaciones, fotocopia de tu Documento Nacional de Identidad o Pasaporte, y petición en que se
concreta la solicitud. En el caso de representación, deberá probar la misma mediante documento
fehaciente. Para enviar esta solicitud puede hacer uso de los modelos puestos a disposición por parte de
la Agencia Española de Protección de Datos, los cuales pueden ser firmados electrónicamente. Además de los anteriores derechos, en caso de que sea la base jurídica del tratamiento de sus datos
personales, también tiene derecho a retirar el consentimiento otorgado en cualquier momento mediante el
procedimiento más arriba descrito, sin que dicha retirada de consentimiento afecte a la licitud del
tratamiento anterior a la retirada del mismo, y sin que en ningún caso condicione el tratamiento de
datos personales efectuado en virtud de otra base legal. Ayuda en Acción podrá continuar tratando sus
datos personales en la medida en que la ley aplicable lo permita.
En general, respondemos las solicitudes en el plazo de un mes, aunque según la complejidad y el número,
se podría prorrogar el plazo otros dos meses más, en cuyo caso se lo notificaremos.
Finalmente, te recordamos que tienes derecho a presentar una reclamación ante la autoridad de control pertinente.
VI. MODIFICACIONES A LA POLÍTICA DE PRIVACIDAD
Ayuda en Acción se reserva el derecho de modificar su Política de Privacidad de acuerdo con la
legislación aplicable en cada momento. En todo caso, podrá consultar cualquier modificación de la
Política de Privacidad en nuestra página Web.