Por Paz Huergo. voluntaria de equipo en Chinchaysuyo, Ecuador.
Hace algunas semanas que regresé del área de desarrollo de Chinchaysuyo en Ecuador y sólo puedo calificar la experiencia como inolvidable, es por ello por lo que me gustaría compartirla con quienes leen este blog.
El pasado 3 de agosto, Inma, Fátima, Isabel y yo viajamos hasta Ecuador para realizar un voluntariado de 3 semanas de duración en la región sur del país, muy cerca de la frontera con Perú. No obstante, nuestro viaje personal se inició más de tres meses antes cuando empezamos con los preparativos del mismo. No recuerdo haber emprendido ningún otro viaje con tanto entusiasmo ni con tanta ilusión.
El área de desarrollo de Chinchaysuyo trabaja en una zona muy deprimida económicamente dentro de la provincia de Loja. El 64% de la población se concentra en el área rural en unas condiciones graves de exclusión y pobreza. Su producción agrícola se destina al autoconsumo y, apenas, pueden vender una parte ínfima de lo que siembran o crían y que les aportan unos ingresos mensuales inferiores a lo que se considera umbral de la pobreza y/o pobreza extrema.
Esta agricultura tan básica les expone a una grave dependencia de las condiciones climatológicas y de los posibles desastres naturales que les puedan afectar por lo que les sitúa en una posición de fragilidad clara. Ayuda en Acción ha establecido un programa de “Control de Riesgos” que les permita minimizar esta peligrosa debilidad.
Una segunda área de actuación consiste en el apoyo y coordinación de las asociaciones de mujeres. Como suele ser habitual en estos casos, las mujeres son uno de los grupos más perjudicados cuando se vive en situaciones de pobreza. Valga como muestra el dato de que en la zona de Cariamanga en la que está la oficina de Ayuda en Acción, en el 70% de los hogares se dan situaciones de malos tratos hacia las mujeres y, por lo tanto de forma indirecta, a los niños. Con la fuerza y el ímpetu que suele caracterizar a las mujeres, pero también con la oposición de muchos de sus maridos, ellas han empezado a organizarse para compartir experiencias y, a través de la recuperación de la artesanía y de la gastronomía típicas de la zona, encontrar una nueva fuente de ingresos que mejoren las condiciones de vida de su familia y de ellas mismas.
Son importantes también las actuaciones de Ayuda en Acción en todo lo referente a potenciar el Turismo Comunitario. Ésta es una modalidad en la que Ecuador es líder y que surge como una alternativa de las comunidades rurales para generar ingresos complementarios a las actividades económicas habituales y defender y revalorizar los recursos naturales y culturales de los miembros de la Comunidad. No es el turismo rural que conocemos en Europa sino que tiene más que ver con el turismo vivencial y cuyo fin último es el desarrollo de la Comunidad en su conjunto y no de iniciativas económicas personales o empresariales aisladas. Asistimos a unas jornadas interesantísimas de la FEPTCE (Federación Plurinacional de Turismo Comunitario del Ecuador) en Saraguro donde diferentes responsables de emprendimientos indígenas y mestizos de esta modalidad de turismo compartieron experiencias y conocimientos, algo que a nosotras nos resultó muy instructivo y en las que aprendimos muchísimo sobre qué es el Turismo Comunitario.
Por último, no podemos olvidarnos de la esencia de Ayuda en Acción: el apadrinamiento de niños (que allí por razones culturales, y creo que legales, se denomina auspiciamiento) como forma de ayuda y mejora de las condiciones de vida de los menores y, por extensión, de sus familias. Hay que destacar también todas las actuaciones que llevan a cabo para la defensa de los derechos de niños y adolescentes.
Tras los primeros días, Isabel se centró más en colaborar con todo lo referente a los niños y adolescentes y Fátima, Inma y yo nos volcamos en el apoyo a los grupos de mujeres y a los temas de Turismo Comunitario.
Aunque no soy persona a la que le resulte fácil hablar en público de sus sentimientos, más aún si me dirijo a desconocidos, no quiero que esta participación en el blog se convierta en un listado de actuaciones o actividades desarrolladas y objetivos cumplidos o pendientes. Algo, que desde la distancia y el desconocimiento detallado del Proyecto Chinchaysuyo puede no aportar demasiado al que lo lea. Muy por el contrario, desearía compartir con aquellos que me lean mi experiencia personal:
La gente en Ecuador es acogedora y amable. Comparten contigo lo que tienen, que no es mucho. En todas las Comunidades nos recibieron con los brazos abiertos, nos hablaron de sus proyectos, de sus ilusiones y de lo que necesitaban para alcanzar sus objetivos. Atendían con interés nuestras opiniones o sugerencias que entendían que hacíamos con la mejor de nuestras intenciones. Sin duda, una de las mejores experiencias que ha tenido este viaje es la oportunidad que nos ha brindado de compartir nuestro tiempo con gente que tiene tanto que enseñar a los que vivimos en una parte del mundo en la que nos han venido dadas muchas de las cosas por las que ellos luchan en el día a día.
A pesar de que no era el objetivo de este voluntariado, no quiero dejar de destacar que hay algo que ha cambiado profundamente en mí, y es la admiración que siento ahora por los inmigrantes con los que convivimos aquí en España. La comunidad ecuatoriana en nuestro país es una de las más numerosas, rara era la persona que no nos decía que tenía un familiar en España. Cuando ves los sacrificios que han asumido, el hecho de que hayan tenido que dejar a sus hijos y a sus familias para irse a 10.000 km de distancia con la esperanza de encontrar un trabajo que les permita mejorar la vida de los que dejaron allí, cuando ves las condiciones de vida tan difíciles que muchos de ellos tenían en Ecuador… es cuando valoras mucho más la valentía y la generosidad de los que un día decidieron salir de su país para ayudar a los que quedaron.
Durante nuestra estancia tuvimos dos “ángeles de la guarda”, Guido y Emilio, ambos técnicos del Área de desarrollo, que nos acompañaron en todo momento, nos mostraron los proyectos, trabajaron con nosotras y, sobre todo, nos cuidaron y nos consintieron con una paciencia infinita. Sin ellos, nuestra estancia habría sido peor sin duda alguna. A los dos, gracias por todo. Sabéis que ambos os habéis ganado un sitio en nuestros corazones. Y gracias a Soledad que nos los “prestó” y que, en última instancia, era la principal responsable de nuestro bienestar.
Inma, Fátima y yo llegamos con tanta energía y, ¿para qué negarlo?, con el ritmo acelerado de este lado del océano, que ya el primer día nos ganamos el apodo de “chivas locas”. Ahora, ya en casa, sigo sonriendo cada vez que lo recuerdo. A partir de entonces, esa fue nuestra “marca de la casa”: las chivas locas. Quizás es que vivimos todo con tanta alegría, ilusión y motivación que nos volvimos un poco locas. O puede que nunca hayamos estado muy cuerdas. Esta es otra deuda que he contraído con Ayuda en Acción: haber sido el medio que me ha permitido encontrar a dos personas tan especiales, tan cómplices y que han pasado a ser parte muy importante de mi vida.
La calidad profesional del equipo que lidera Soledad es insuperable. Son unos magníficos profesionales que han sabido crear un todo unido y perfecto, difícil de encontrar en casi ningún otro lugar. Trabajan de forma incansable, recorren kilómetros y kilómetros por carreteras intransitables para llegar a los Proyectos, se dejan la piel en todo lo que hacen y es digno de admiración ver como pelean y trabajan por mejorar la vida de las Comunidades a las que ayudan. Sólo hay una cosa en la que son mucho mejores que como profesionales: como personas. Nos han hecho sentir como en familia, han compartido con nosotras muchas horas de su tiempo laboral y del personal y han conseguido que regresemos con un recuerdo imborrable.
Quizás, la esencia y la mejor manera de definir lo que hacen y como lo hacen se puede resumir en una frase que pronunció el propio Emilio la noche de nuestra despedida: “Esto no es sólo un trabajo, es un compromiso personal para dejar el mundo un poco mejor de cómo lo encontramos”. Eso es, sin duda, lo que mueve al equipo de Chinchaysuyo y la mejor definición de lo que son y de como son.
Habrá mucha gente que no se haya planteado nunca, ni lo vaya a hacer, el hecho de dedicar unas semanas de su vida a hacer un voluntariado … perfecto, es una opción a respetar. Pero a aquellos que en algún momento lo han pensado o que les gustaría pero tienen dudas, yo quiero animarles de forma entusiasta a hacerlo. Pueden estar seguros de que será un gran acierto y una gran experiencia vital. Me consta que suena a tópico y reconozco que a mí misma me lo ha parecido cuando lo he escuchado anteriormente en boca de otros, pero estad seguros de que recibiréis más de lo que dais y que se convertirá en una experiencia de vida única.
Soledad, Susana, Marta, Emilio, Guido, Jorge, Juvenal y Mateo, os lo dije la noche de mi despedida y os lo repito hoy aquí: sois una de las mejores cosas que me ha pasado en mucho tiempo. Gracias por todo lo que habéis compartido conmigo. Os quiero mucho a todos y sólo deseo y confío en que la vida nos permita reencontrarnos.
Hasta siempre.