Venezuela está viviendo una de las mayores crisis migratorias del mundo. La combinación de una crisis política, económica, humanitaria y de derechos humanos ha provocado que, según ACNUR, 5,9 millones de personas hayan salido del país.
La población migrante se acumula en los centros urbanos de diferentes países de la región con la esperanza de desarrollar actividades productivas. La proporción de población migrante es relevante en comparación con la población total de la ciudad, lo que implica una demanda creciente de infraestructura y servicios de salud. Las autoridades están haciendo algunos esfuerzos, pero la magnitud de la situación las desborda.
A pesar de que existen comités, una mesa departamental de coordinación y la presencia de la OIM, el ACNUR y el PMA, la ayuda humanitaria en diferentes centros urbanos no tiene las dimensiones requeridas ni los mismos niveles de coordinación.
Por otro lado, se ha observado una falta de acceso a las necesidades básicas en materia de alimentación, protección contra el abuso sexual, violencia, atención psicosocial y albergues. Grandes urbes como Cúcuta en Colombia, Lima en Perú o Quito en Ecuador pueden haber acaparado gran parte de la ayuda humanitaria desplazando a otros centros urbanos intermedios que también necesitan apoyo.
Se impulsan iniciativas locales espontáneas de base para la protección o alimentación de la población migrante. La identificación, la formación y la inclusión de tales iniciativas puede proporcionar un valor agregado y de alcance a la respuesta humanitaria.