1000 días. Los primeros 1000 días de una vida son, posiblemente, los más bonitos, decisivos e importantes en la vida de un bebé y de su familia. Es cuando nos asaltan los miedos, cuando más alerta estamos, cuando más desasosiego experimentamos, pero también cuando más se nos cae la baba, cuando más cariños y tiempo damos a nuestros hijos e hijas.
Los cuidados al bebé empiezan en la concepción y son también los cuidados a la madre embarazada, después lactante. “Ahora, tu bebé y tú compartís cuerpo”, recuerdo que nos respondió el ginecólogo cuando le preguntamos para qué servían las pastillas que nos prescribió con nuestro primer embarazo. Entonces nos habló del hierro, del ácido fólico, del yodo, de la vitamina A y la K, del zinc y de todos los superalimentos de la tierra donde podríamos encontrar fácilmente estos micronutrientes. La buena salud y el desarrollo de nuestro bebé dependían en buena parte de un conjunto de nutrientes ‘mágicos’ y de la atención que pudiéramos dedicarle. Comer sano, tiempo de cuidados y amor… Parecía sencillo.
La importancia de los 1000 primeros días de un bebé
Lamentablemente hay regiones del mundo –muchas– donde las familias no tienen acceso no ya a un simple complemento alimenticio, sino a una ración de alimentos con suficiente valor proteico. El déficit calórico y de micronutrientes durante el embarazo y la lactancia tiene muy graves consecuencias para la salud de la madre y la supervivencia, el crecimiento y el desarrollo del bebé. Muerte fetal o de la madre, malformaciones, parto prematuro, bajo peso al nacer, retraso en el crecimiento, retraso cognitivo, problemas aprendizaje, inmunidad debilitada son solo algunas de ellas.
El hambre oculta y sus consecuencias
Por eso, el periodo de los primeros 1000 días de vida es clave para prevenir los efectos irreversibles e invisibles de la desnutrición. Lo llaman también el hambre oculta. Tal vez porque es invisible, o porque el bebé no presenta una imagen de deterioro alarmante, o tal vez porque es un hambre a medias. El bebé y la madre comen, algo, poco, pero comen. Los problemas se van mostrando lenta y progresivamente:
- cuando el retardo de peso y talla al nacer no se compensa con los años.
- cuando una simple infección o una diarrea consumen todas las energías y llevan la vida y el cuerpo al límite.
- cuando en el colegio aparecen las dificultades para el aprendizaje y se acaba abandonando los estudios sin finalizar la primaria.
- en la edad adulta, se tienen peores condiciones de empleabilidad, bajos ingresos.
Y vuelta a empezar: la pobreza a perpetuidad.
El hambre oculta es una injusticia severa, que se hereda y que se transmite. No es una enfermedad, es una vulneración del derecho humano a la alimentación, al cuidado y a la salud. Se es víctima de esta vulneración por el simple hecho de haber nacido en una familia pobre.
La ventana de los 1000 días en Guatemala
El corredor seco de Guatemala es una de estas regiones donde la confluencia de la sequía, agravada por los efectos del cambio climático, la ausencia de políticas públicas efectivas y de servicios de protección social generan un fenómeno de hambre estacional crónica. La sequía, el agotamiento de las reservas de granos generan un repunte en los casos de desnutrición aguda.
Es por ello que esta zona presenta tasas de pobreza y desnutrición crónica muy elevadas, similares a las de África Subsahariana y con la tasa de mortalidad infantil 10 puntos de promedio más elevada que Latinoamérica y Caribe. Según el Global Hunger Index 2021 (informe elaborado con la participación de Ayuda en Acción) Guatemala ocupa el puesto 79/116 países. En 2020 el 16,1% de la población sufría subalimentación y el 46,7% niños/as menores cinco años tenían retraso en el crecimiento.
Proyecto WALETB’ANIL: “niño sano” en sus primeros 1000 días (y después)
Por eso, desde Ayuda en Acción, y con la colaboración de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo hemos puesto en marcha el proyecto WALETB’ANIL que significa Niño Sano en idioma indígena Mam. Con esta intervención, que se llevará a cabo en 11 comunidades rurales indígenas de Huehuetenango y Chiquimula, queremos contribuir a prevenir la desnutrición crónica y erradicar el hambre oculta a través de la mejora de la salud materno-infantil.
Formación
Este nuevo proyecto se centrará en la generación de capacidades locales con el empoderamiento de las mujeres jóvenes, embarazadas y lactantes para desarrollar prácticas de autocuidado y cuidado de los bebés.
Creación y fortalecimiento de redes
En paralelo estamos trabajando en la creación y fortalecimiento de redes comunitarias de jóvenes para mejorar las prácticas de higiene, nutrición, salud materno-infantil y estimulación temprana mediante acciones de acompañamiento familiar puerta a puerta. También a nivel comunitario se está formando a las comadronas, parteras, líderes/as comunitarios/as para desarrollar un servicio de atención adecuado y seguro a las mujeres embarazadas (medición del crecimiento fetal, controles de anemia, detección de señales de riesgo). Así mismo, se trabaja en la generación de dispositivos comunitarios de alarma para evacuar a las mujeres embarazadas lo más rápido posible a un centro de salud en caso de riesgo para la vida de ella misma o del feto.
Mejores servicios
El fortalecimiento de los servicios públicos de salud es otro de los objetivos del proyecto. Es necesario que dispongan de materiales, herramientas y metodologías con los que eliminar las brechas idiomáticas y culturales que limitan en acceso a la atención en salud materno-infantil a las mujeres de las etnias Mam y Ch’ortí. Pero no solo para eso: es fundamental mejorar las prácticas de atención sanitaria en el control del embarazo y la atención y seguimiento postparto (incorporación de cartilla de embarazo, registro de vacunación, medición uterina, control de talla y peso, control de anemia, control de orina, etc.).
Corresponsabilidad
Por último, vamos a trabajar con grupos de padres y madres jóvenes en la construcción de espacios de auto-ayuda para fomentar la corresponsabilidad familiar en la atención, cuidados y estimulación temprana al bebé.
Nadie debería privar a una madre o a un padre de disfrutar de lo más bonito que se puede experimentar: el nacimiento y crecimiento de un bebé sano. Para eso trabajamos desde este proyecto: para que cuidar sea cosa también de hombres, que disfrutar del juego con los hijos no sea cosa exclusiva de madres. Que podamos construir comunidades con masculinidades positivas, conscientes de los cuidados de la infancia y la igualdad real.
Que los primeros 1000 días de vida sean los más bonitos de una larga y alegre vida para los niños mam y ch’ortí es ahora también nuestra responsabilidad.
Artículo escrito por Antonio Josué Díaz (delegación de Andalucía)