En Uganda la agricultura representa un sector importante de su economía. Sin embargo, la agricultura de subsistencia es, como en el resto de África, la que se da con más frecuencia. Pero poco a poco va calando una idea en Adjumani, una de las regiones donde trabaja Ayuda en Acción en el país. La agricultura inteligente se abre paso entre la juventud como forma de trabajo respetuosa con el medio ambiente. Pero también como una herramienta para conseguir un trabajo digno.
¿Qué es la agricultura inteligente?
Según nos explica Walter Mwaka, responsable de proyectos de Ayuda en Acción en Adjumani, “una agricultura climáticamente inteligente es capaz de mejorar la productividad de la tierra utilizando tecnología que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero”. Por si esto fuera poco, comenta, “este tipo de agricultura está mejorando la seguridad alimentaria y los ingresos de los hogares cuyos integrantes participan en el proyecto”.
Junto con la organización local Global Aim, Ayuda en Acción está llevando a cabo el proyecto Climate Smart Youth Group. En él, jóvenes agricultores están conociendo la profesión utilizando técnicas agrícolas que evitan la deforestación, un verdadero problema para un país que en apenas 20 años ha perdido el 56% de su masa forestal. “En la actualidad, nuestra mayor fuente de ingresos son las verduras en lugar de la pesca. Antes pensábamos que esta era la única forma de ganar dinero”, dice Fred Anyase, joven de 25 años que forma parte de uno de estos grupos.
Una buena gestión de suelos y recursos hacen posible maximizar el potencial de la tierra. Al mismo tiempo, aseguran la alimentación de sus familias y su propia seguridad sin depender de las amenazas climáticas.
Bombas de agua: ¿son inteligentes para el clima?
Uganda tiene dos estaciones: la lluviosa y la seca. Durante esta última, la tierra se sedimenta y se seca, por lo que no resulta útil para cultivar. Desde Ayuda en Acción y con Global Aim, estamos creando sistemas de irrigación a pequeña escala con bombas de agua y aprovechando las aguas residuales. De esta forma, los agricultores de la zona utilizan los recursos hídricos subterráneos para estimular el suelo fuera de temporada. Así preparan la tierra para obtener mejores cosechas y combatir la inseguridad alimentaria sembrando hortalizas de ciclo corto, cuyos excedentes pueden colocar en los mercados locales fuera de temporada.
Amavule, 25 jóvenes por la agricultura inteligente
El grupo de jóvenes creado en Adjumani eligió su propio nombre: Amavule, que significa “estamos atrasados”. El objetivo de todos ellos es mejorar la nutrición de sus familias generando además ingresos que les permitan mejorar sus vidas.
La mayoría de quienes forman el grupo de agricultura inteligente Amavule son jóvenes jefes de familia y con bastantes cargas (ancianos o hermanos pequeños a su cargo, además de sus propias familias). Los beneficios de participar en grupos como este permite pagar las matrículas escolares de los niños y niñas de la familia. También sus integrantes pueden hacer frente a las facturas médicas, sobre todo de los ancianos. Y por supuesto, ahora pueden diversificar su dieta, puesto que con lo que ganan vendiendo los excedentes agrícolas pueden comprar otros alimentos que están mejorando su calidad de vida.
El grupo Amavule está en Pachara (Adjumani) y se creó en marzo de 2019. Poco más de un año después de que echara a andar, sus integrantes han conseguido aumentar sus ingresos. Con ellos, además de asegurar la educación y la salud de sus familias, están invirtiendo en la compra de semillas y productos que les permitirán continuar con su labor, incluso mejorándola: “ahora podemos adquirir nuestras propias semillas y agroquímicos y cubrir las necesidades básicas de nuestras familias a tiempo”, dice Fred.
Un confinamiento con autoproducción
Además de preparar la tierra para posibles periodos de sequía, el grupo Amavule ha podido hacer frente al confinamiento con los productos que cultivan: “durante el período de cierre de la comunidad debido al coronavirus, logramos ganar un total de 786.000 chelines ugandeses (lo que equivale a casi 180 euros) con la venta de nuestros tomates, pimientos verdes, berenjenas, acelgas y cebollas. ¡Y aún estamos cosechando más!”, comenta contento Fred mientras nos enseña alguna de las piezas de su huerto.
Sin duda, este grupo de jóvenes está consiguiendo dar la vuelta al nombre del grupo porque ahora ya no están atrasados sino que van por delante cuidando la tierra a través de una agricultura inteligente que permite también cuidar a su propia comunidad.