Llevar agua potable a las comunidades rurales más remotas es todo un reto. Solo el ingenio, el esfuerzo y la ayuda mutua de todos los vecinos es capaz de superarlo. Da igual lo escarpado que sea el terreno. El agua es vida y el acceso a agua es un derecho universal y es una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Su consumo proporciona innumerables beneficios: previene de enfermedades como la COVID-19, reduce las condiciones de vulnerabilidad, genera igualdad, mejora la alimentación y disminuye la desnutrición infantil. Pero todavía hay más de 2.000 millones de personas en el mundo que no tienen acceso a agua potable. Y son precisamente las poblaciones más vulnerables que viven en lugares más pobres, quienes tienen más dificultad para acceder a ella. Hoy os contamos cómo trabaja Ayuda en Acción para llevar agua a las comunidades más remotas.
Llevar agua a comunidades remotas
“Es una loma muy alta, bajamos a punta de pico y pala porque no había máquina que se pudiera meter”. Así describe Ángel Gámez, presidente de comités de agua, la dificultad de los trabajos para llevar agua potable a Maldonado, una de las comunidades más remotas de la provincia de Esmeraldas en Ecuador.
Esmeraldas es probablemente la provincia más rica de Ecuador e incomprensiblemente una de las más olvidadas. De nada les servía a sus habitantes estar rodeados de agua si ni siquiera podían beberla. En 2018 Ayuda en Acción puso en marcha un proyecto de abastecimiento de agua para las familias. Como en todos los trabajos de cooperación al desarrollo a largo plazo que impulsa la organización, la participación de los vecinos ha sido fundamental. Que las personas se sientan responsables y dueños de su desarrollo es clave en el proceso de cambio. Apropiarse del proyecto desde el principio asegura el éxito de la hazaña y permite mantener y mejorar las instalaciones en el futuro.
En este caso, 120 familias de Maldonado y sus alrededores se han beneficiado del proyecto. Pero llevar agua a la cima de una montaña no es fácil.
Ángel narra con una enorme sonrisa, de orgullo y agradecimiento, cómo el esfuerzo común y el trabajo colaborativo fueron claves para tener agua.
A nosotros nos costó mucho trabajo con todos mis compañeros, con todos los de la comunidad porque realmente nos demoramos seis meses. Fue bastante duro y bastante mutua la ayuda, venían también las mujeres a ayudarnos. Comenzamos bajando de poco en poco las lomas.
Nos tocó traer el material con caballos. Llenábamos los sacos y poníamos dos sacos en cada caballo. Para aliviar el peso de los caballos venían los niños montados en ellos hasta la parte alta. Desde la parte alta arrastrábamos los sacos haciendo fila entre todos y así logramos ir trayendo el material, pero llegó un momento que se nos complicó el camino y también lo arrastramos por el río. Como dinero no teníamos, pedimos al dueño de la finca por donde atravesaba el río que nos permitiera ayudarle trabajando su finca a modo de intercambio. Nos costó, pero lo conseguimos.
La gestión social del agua
El agua es un recurso natural del que debería poder disfrutar todo el mundo sin excepción. Pero su acceso sigue siendo nulo para millones de personas y muchas veces motivo de conflicto, pero también de acuerdos y voluntad de trabajo entre los usuarios. Por eso cobra sentido la implicación de las comunidades -usuarios, administración y gobiernos locales- en los procesos de ejecución, cuidado y distribución del agua. Es lo que llamamos gestión social del agua.
Hay más de 2000 millones de personas sin acceso a agua potable. Así la ha llevado Ayuda en Acción a una de las comunidades más remotas de Ecuador Clic para tuitear
Este enfoque se fundamenta en el respeto de la cultura y los valores de las poblaciones indígenas y campesinas y en sus diferentes formas de relacionarse con la naturaleza.
Los sistemas de agua se construyen en base a mingas (derivado del quechua minka, antigua tradición de trabajo comunitario con fines de utilidad social) y en torno a la cultura de la minga se mantienen operando durante décadas.
La pobreza como factor común en la falta de acceso a agua
La pobreza es el factor común en las comunidades rurales donde trabaja Ayuda en Acción. En Ecuador solo el 39% de familias en el entorno rural cuenta con agua potable. Durante décadas, las comunidades rurales se han abastecido del agua de de vertientes, ríos o pozos subterráneos que no cumplen las condiciones mínimas de seguridad. Esto ha afectado a la salud de la población, en especial de niños -el agua es la principal causa de problemas de desnutrición- así como la calidad de vida de las mujeres y toda la comunidad.
La construcción y mejoramiento de los sistemas de agua representa un cambio importante para las familias de entornos rurales, que se traduce en impactos en diferentes niveles de la vida comunitaria. Tener acceso a agua limpia y segura mejora la salud y la alimentación, reduce condiciones de vulnerabilidad de las mujeres, mejora los ecosistemas y aumenta el cuidado por el medioambiente. Además de todo ello, dignifica a las personas y contribuye a la participación ciudadana y al empoderamiento.
En definitiva, no importa lo difícil o costoso que sea llevar agua a cualquier comunidad remota o alejada, todo ser humano tiene derecho al acceso a agua potable para tener una vida digna. La intervención de Ayuda en Acción ha mejorado la calidad de vida de niños, mujeres y de todos los miembros de la comunidad. Al garantizar el acceso al agua consolida un derecho que parecían haber perdido las poblaciones rurales.