Solo hay tres países en el mundo donde más de la mitad de su población no tiene agua potable: uno de ellos es Mozambique, donde el porcentaje llega al 60%.
Pero la falta de agua, desgraciadamente, no es un problema que se dé exclusivamente en Mozambique: afecta a más del 40% de la población mundial. Unos 1.800 millones de personas utilizan en su día a día fuentes de agua potable contaminadas con restos fecales.
No tener agua potable o en buenas condiciones sanitarias hace que las personas tengan que acudir a fuentes de agua no seguras, porque evidentemente los seres humanos no podemos vivir sin agua. Así que gran parte de las poblaciones con las que trabajamos deben recoger agua en mal estado de arroyos, ríos y pozos que no están bien acondicionados. Ahí está el origen de enfermedades que incluso pueden llegar a provocar la muerte. Y es que en Mozambique, 1 de cada 5 niños y niñas muere antes de cumplir los 5 años por causas derivadas de la falta de agua potable.
Gran parte de la población con la que trabajamos en Mozambique vive en casas precarias construidas con adobe y bambú, sin servicios básicos como agua o electricidad. Esta es la razón por la que la tarea de ir a buscar agua para cocinar o asearse es una de las más importantes en todos los hogares. Esta tarea recae tradicionalmente en mujeres, niños y niñas, muchas de las cuales abandonan la escuela para dedicarse a ir a por agua; por eso las posibilidades de futuro de las niñas cada vez son más limitadas si no acceden a la educación.
Allá donde no hay agua potable, la construcción de pozos sigue siendo a día de hoy determinante a la hora de construir sociedades más desarrolladas, con más derechos y oportunidades. Sin embargo, el cambio no llegará solo por tener un pozo, sino que este debe estar en buenas condiciones para asegurar que no se propaguen enfermedades, algunas de ellas potencialmente mortales en la infancia, como una simple diarrea (no olvidemos que cada día en África subsahariana, mueren 4000 niños y niñas por causas relacionadas con el agua).
Tener un pozo de agua en buenas condiciones podría reducir el 10% de las enfermedades en el mundo. Y es en lo que estamos trabajando en algunas de las comunidades. En Nacuta, por ejemplo, ya hemos mejorado el acceso a agua potable y hemos rehabilitado cuatro pozos de agua e iniciado la construcción de otros cinco. Además, realizamos ferias de la salud en las que se informa a la población sobre hábitos saludables y hemos formado comités comunitarios y brigadas móviles que se encargan de formar a la población sobre el uso y la gestión del agua en las comunidades.
Ojalá llegue el día en que el agua sea solo una fuente de vida y no un obstáculo que dificulta la propia supervivencia.