Biniam Hiluf es un refugiado eritreo de 17 años que reside en el campamento de refugiados etíope de Adi Harush desde 2015. Es uno de los dos campamentos (junto con el de Mai-Aini) en los que Ayuda en Acción trabaja con el Servicio Jesuita de Refugiados (JRS) y donde hemos conocido su historia de superación. Si quieres conocerla, ¡sigue leyendo!
Los motivos de Biniam para huir de su país
"Quiero vivir en un país democrático donde la libertad de una persona es fundamental. El régimen actual de mi país no ofrece oportunidades de vida para mí y para otros miles de eritreos”. Es la respuesta de este joven cuando le preguntamos por las razones que le empujaron a abandonar Eritrea. “Fue un viaje muy difícil, más de lo que podía imaginar. Por eso dice que prefiere no recordarlo: “cruzar la frontera fue la parte más difícil de mi vida".
Como él cada año llegan a Etiopía más de 900.000 personas, lo que le convierte en el segundo país de acogida de refugiados más grande de África. La mayoría de quienes llegan a Etiopía provienen de Sudán del Sur, Sudán, Somalia y Eritrea. Si hablamos específicamente de este país, el año 2019 cerró con 172.796 eritreos refugiados en Etiopía, siendo el tercer grupo de refugiados más grande del país.
Biniam temió por su vida desde el comienzo de su huida: apenas pudo conseguir comida y agua, temía regresar a Eritrea por la fuerza… Pero finalmente llegó al centro de recepción de Endabaguna. Allí consiguió iniciar los trámites de su estatus de refugiado y tener acceso a educación, protección, atención y apoyo para lograr sus sueños.
Sus problemas y nuestras soluciones
Cuando Biniam llegó al campamento inició su educación formal en el centro educativo. Pero la desmotivación llegó a su vida y abandonó los estudios: la vida en el campamento no era como había imaginado. "En ocasiones la vida aquí no era mejor a la que tenía en Eritrea. Era incapaz de ver claro mi futuro y me sentía deprimido y estresado”, cuenta.
Los refugiados con frecuencia tienen dificultades para acceder a servicios básicos como el agua o la electricidad. Se encuentran sin posibilidad de tener una educación no formal, formación vocacional y carecen de oportunidades de empleo. Estas circunstancias motivan, en gran medida, la salida de los campos de refugiados por parte de jóvenes y niños no acompañados, exponiéndose a organizaciones criminales y a la trata de personas.
Desde Ayuda en Acción nuestra labor en estos campamentos pasa por el apoyo a iniciativas enfocadas a mejorar el bienestar psicológico de los refugiados promoviendo actividades recreativas para los niños y jóvenes de 12 a 35 años. Una de esas iniciativas consiste en el aprendizaje y práctica de tres disciplinas deportivas: voleibol, baloncesto y fútbol. En el último año se han dado prácticas diarias, capacitación de habilidades básicas, formación en entrenamiento y arbitraje a un total de 887 personas refugiadas (708 hombres y 179 mujeres) de ambos campamentos.
Biniam y el deporte
Para entretenerse Biniam comenzó a participar en las actividades deportivas y recreativas que Ayuda en Acción pone en marcha a través de JRS. Poco a poco se fue implicando en el proyecto y desarrolló diferentes habilidades en la práctica del fútbol, además de conocimientos de entrenamiento y arbitraje.
La motivación había llegado a su vida en forma de deporte: era el gancho perfecto para mejorar otros aspectos de su vida. De esta forma, comenzó a asistir a diferentes formaciones y talleres de habilidades para la vida. El coordinador deportivo, impresionado con su compromiso e interés, lo probó para ser entrenador de diferentes equipos del campamento. A pesar de su corta edad Biniam demostró estar capacitado de sobra para el entrenamiento y arbitraje, iniciando así su labor como entrenador de niños pequeños.
Además de ser entrenador, también juega al fútbol con sus compañeros de equipo para la categoría de menores de 17 años. Tiene una personalidad asombrosa y respetuosa: honestidad, puntualidad, dedicación y compromiso son sus señas de identidad. Todo ello ha hecho posible convertirse en todo un referente para otros niños y jóvenes. Además de poner en valor sus dotes de liderazgo y capacidad de trabajo en equipo, implicarse en esta actividad le da la oportunidad de llevar una vida más estable en el campamento: “me siento motivado, veo que puedo reinventarme y reorganizarme, crear un ambiente libre de estrés, asegurar mi salud y estar en buena forma. ¡Estoy avanzando con el viaje de mi vida y seguiré hasta que alcance mis sueños!”
Cada año llegan a Etiopía más de 900.000 personas refugiadas, de los que 172.796 son eritreas. Así es su vida en los campamentos de refugiados. Clic para tuitear
Cambiamos vidas, #SomosAyuda
Las personas refugiadas que han participado de este tipo de actividades que tenemos en marcha en los campamentos han mostrado, por lo general, una mejora en sus actitudes, aprendiendo la importancia de la colaboración y la coexistencia pacífica. Nuestro objetivo es claro: proporcionar un eje de espiral positiva en sus vidas. Además, estas iniciativas han ayudado a mejorar la relación entre la comunidad anfitriona y refugiada a través de torneos y partidos amistosos tanto dentro como fuera del campamento.