La zona de Wolaita, en el sur de Etiopía, es una de las áreas con mayor inseguridad alimentaria del país. Esto impulsa a gran parte de la población más joven a migrar. Pero Débora, una joven de 20 años, plantó cara al problema y comenzó a plantar verduras y futuro para toda su comunidad. ¡Quédate leyendo para conocer su historia!
Migrar, ¿la única alternativa?
La extrema presión demográfica, la disminución de las tierras de cultivo, la grave degradación del suelo y el impacto del cambio climático, dan lugar a una baja productividad y una alta inseguridad alimentaria en el distrito de Boloso Sore.
La migración y el tráfico de personas son comunes también en la zona. Infancia y juventud huye de sus hogares en busca de una vida mejor. Muchos emigran a ciudades, principalmente a la capital, Addis Abeba. Otros, en cambio, viajan al extranjero arriesgando todo, incluso sus vidas.
En la mayoría de los casos, mientras niñas y mujeres migrantes trabajan como empleadas domésticas, niños y hombres realizan todo tipo de trabajos para mantenerse no solo a sí mismos, sino también a sus familias. Lamentablemente, esto es lo que se espera de los chicos y chicas de las comunidades pobres y económicamente marginadas de Wolaita.
Débora: un desafío a su destino y una apuesta por la tierra
Débora Jemal ha desafiado a esta tradición de migrar. Como su padre murió hace unos años, se esperaba que Débora, la hija mayor de una familia con cuatro hermanos, migrara para ser el sustento familiar. Pero ella se plantó ante su destino y se negó a aceptarlo. Quiso quedarse en su comunidad y poner en marcha un proyecto de agricultura sostenible e inteligente desde el punto de vista climático.
En 2020, con apoyo de Ayuda en Acción, Débora y otros 29 jóvenes de la comunidad de Chama Hembecho (la mayoría chicas), crearon una empresa juvenil dedicada a la agricultura sostenible.
Para empezar, Ayuda en Acción Etiopía les proporcionó formación sobre cómo establecer sus cooperativas, conocimientos empresariales básicos como contabilidad, marketing y, lo más importante: habilidades para la vida. Solo así podrían renovar su forma de hacer las cosas y de pensar.
La formación ha cambiado nuestra forma de pensar. Nos han proporcionado la confianza en nosotros mismos y los conocimientos básicos de que trabajando duro podemos cambiar nuestras vidas mejorando además nuestro entorno más cercano.
El proyecto
Ayuda en Acción proporcionó a este grupo de jóvenes un capital de más de 200 000 Birr (unos 3500 euros), compró una motobomba y construyó oficinas.
Los miembros de la cooperativa, antes de iniciar el proyecto, ya eran capaces de generar algo de ahorro. Por eso desde Ayuda en Acción gran parte de nuestro trabajo al principio se centró en potenciar las capacidades de sus integrantes.
El año pasado alquilaron un terreno degradado y lo desarrollaron para hacerlo productivo. En él producen teff, uno de los cereales más codiciados en el país, ya que es básico en la dieta etíope. Además, cultivan también maíz, judías y hortalizas.
Su modelo es una agricultura de regadío que sigue prácticas agroforestales sostenibles, utilizando compuestos de residuos vegetales y estiércol. La rotación de cultivos es clave para asegurarse de que protegen el medio ambiente al tiempo que generan ingresos.
Aunque en nuestro pueblo hay un río que fluye todo el año, nunca lo hemos utilizado para regar por falta de conocimientos, tecnología y capital de trabajo. Pero ahora, gracias al apoyo de Ayuda en Acción, podemos producir dos o tres veces al año.
Débora y los miembros de la empresa buscan ahora oportunidades para cambiar sus vidas. Débora, por ejemplo, compró una novilla con los dividendos obtenidos el año pasado. En un año espera obtener leche y un ternero. Cuando aumente su ahorro también tiene pensado pedir un préstamo para crear una pequeña tienda donde vender los productos que cultiva, además de huevos y frutas.
Todos estos avances en poco tiempo nos dan esperanza y todos estamos seguros de que nuestras vidas no volverán a ser las mismas.
Un ejemplo a seguir
Los cambios en la vida de la empresa juvenil han impresionado a la comunidad. Cada vez son más los jóvenes que quieren pertenecer a ella. A día de hoy ya son 35. Las chicas siguen sumándose y participando de igual a igual gracias en parte al trabajo hecho por sus fundadoras.
Gracias al apoyo de Ayuda en Acción hemos abierto los ojos. El negocio que hemos puesto en marcha nos ayuda a generar ingresos para mantenernos a nosotros mismos y a nuestras familias y también contribuye a un entorno sostenible.