A María Elena en Shalaguá, su aldea (perteneciente al departamento guatemalteco de Chiquimula) todo el mundo la conoce como Doña Nena. Por eso cuando se arriesgó a emprender, no dudó en el nombre que tendría su negocio.
Con 36 años y siendo madre de familia, hacía ya varios años que le rondaba en la cabeza la idea de emprender. Sin embargo, la situación económica no le había permitido hasta ahora cumplir su sueño más allá de la venta de leche y queso de manera informal e irregular.
Del inicio de un emprendimiento al éxito
Shalaguá es una aldea tranquila, pero por ella pasan personas de organizaciones que trabajan en la zona y en ocasiones había la necesidad de comer en algún local especializado. Sin embargo, nadie ofrecía el servicio. Y Doña Nena aprovechó la oportunidad para emprender.
En ese momento no contaba con apenas capital, solo tenía la colaboración de algunos miembros de su familia que le brindaron apoyo material con el que pudo abrir con cierta formalidad su venta de comida.
Al principio comenzó ofreciendo un caldo de gallina e invitaba a las personas a que pasaran a comer a su casa. Sin embargo, la buena relación y el apoyo que siempre le brindó a un hermano que ahora vive en el exterior tuvo como consecuencia una buena noticia. Su hermano le envió una remesa de 540 dólares con la que, a través de nuestro proyecto, pudo mejorar su emprendimiento.
Con la asistencia técnica que doña Nena recibió pudo formalizar su negocio permitiéndole tener un espacio físico levantando una caseta y colocando unas mesas en las que atender a su clientela.
Así mismo, poco a poco fue ampliando su negocio con materiales (como por ejemplo una nevera) y nuevas ideas que iba poniendo en marcha. Todo ello le ha permitido contar con un negocio sostenible.
El arduo trabajo que realiza en su negocio y su carácter incansable la llevó a iniciar proyectos importantes para los que era necesario invertir. Así pudo construir un porche en el que atiende a su clientela en buenas condiciones o construir y habilitar charcas en las que viven los pescados que serán consumidos por los y las comensales.
La asistencia técnica recibida hizo posible que formalizara su negocio, por lo que ahora genera facturas y con ello ha aumentado las posibilidades de vender servicios a clientes que requieren de documentos legales de soporte para su ejecución presupuestaria.
La vida de doña Nena ha cambiado por completo
Hoy en día, Doña Nena realiza ventas mensuales promedio de unos 1000 dólares. Esto ha representado un incremento de sus ingresos en un 70%: “ahora soy capaz de pagar la educación de mis hijas, darles una alimentación más completa y sana y poder mejorar la vida de otras personas gracias a la contratación de personal para mi negocio”.
En un futuro cercano le gustaría ampliar el comedor con un poco más de mobiliario e instalar una televisión. Pero sus planes no se quedan ahí: contempla la posibilidad de contar con un par de cabañas de alojamiento. ¡Todo un sueño hecho realidad!
(Proyecto escrito en colaboración con Ayuda en Acción en Guatemala)