Los duraznos o melocotones son cultivos cada vez más afectados por la crisis climática. En Bolivia, acabamos de finalizar un exitoso proyecto para construir un presente y un futuro sostenibles entre más de 300 familias productoras de esta fruta. Te contamos sus claves.
La crisis climática y su impacto en los duraznos
Los agricultores de la región andina de Cotagaita, Bolivia daban la voz de alarma hace ya siete años. Las heladas y granizadas eran cada vez más recurrentes y las sequías, prolongadas e interminables. ¿El resultado de este peligroso cóctel? Menos producción de duraznos y pérdida de ingresos para las familias campesinas.
Ante la inseguridad alimentaria y la pobreza, muchos hombres se veían obligados a migrar a países vecinos o áreas urbanas en busca de oportunidades. Por su parte, las mujeres se quedaban mayoritariamente a cargo de los hijos y las tierras. ¿Qué hicimos desde Ayuda en Acción para transformar esta situación? Te explicamos las claves de un proyecto con el que hemos generado oportunidades junto a más de 300 familias.
Duraznos resilientes: una alianza para el cambio
Para afrontar esta situación, con el apoyo financiero de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional, unimos esfuerzos con Fundación ACLO, los centros de investigación el IHSM-La Mayora-CSIC-UMA y la Universidad Mayor San Simón en Cochabamba. Además, se unieron los gobiernos municipales de Cotagaita y San Lucas, así como las propias organizaciones productoras. ¿Nuestra misión? Desarrollar intervenciones para fomentar la inclusión y la sostenibilidad en toda la cadena de valor del durazno.
Una cadena de valor sostenible
A lo largo de cuatro años desafiantes y sin tregua frente a las adversidades climáticas, hemos trabajado con más de 300 familias productoras de duraznos. Ha sido una intervención integral y enfocada en el cambio sostenible. Ha incluido desde la introducción de variedades de duraznos resistentes hasta la implementación de prácticas agroecológicas.
Hemos explorado la transformación de los duraznos en productos derivados como jugos, mermeladas, pulpas y frutas deshidratadas. También hemos fortalecido las capacidades de las organizaciones en la venta y búsqueda de oportunidades de mercado, poniendo especial atención en la participación activa de las mujeres productoras.
Duraznos que transforman vidas
Las encuestas entre la población participante arrojan ilusión y esperanza:
- El 87% de los agricultores tiene mayores capacidades para enfrentar el cambio climático.
- La producción y calidad del durazno han aumentado. Esto supone mejoras en los ingresos de las familias.
- La diversificación de la oferta y la adecuación a la demanda han abierto nuevas oportunidades en mercados locales y nacionales. Oportunidades que, además, respetan el planeta. “Lo producimos con abono orgánico, no utilizamos el químico para nada” comenta Lucio Leaño, productor de la Comunidad Totora.
- Las nuevas variedades mejor adaptadas frente al cambio climático han sido certificadas por el INIAF (Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal de Bolivia) con idea de propagarlo.
Empoderamiento y participación de las mujeres
Hemos promovido la presencia activa de las mujeres en todos los niveles de la cadena, desde la producción hasta la toma de decisiones. Los estatutos de las organizaciones aseguran ahora la representación femenina en las juntas directivas y esto supone un cambio social sin precedentes. Gracias a mujeres como Clotilde Herrera, la equidad de género en estas zonas rurales está cada vez más cerca de convertirse en realidad.
Clotilde es productora en la comunidad de Cornarca y vicepresidenta de ASOFECHOR. “Como mujeres permanecíamos encerradas en las labores del hogar y gracias a las capacitaciones ahora somos autoridades y tenemos nuestros cargos y tomamos decisiones. Así hemos luchado contra el machismo”, cuenta.
Innovaciones tecnológicas para la adaptación climática
Las innovaciones tecnológicas, como el uso de sistemas de riego por goteo y dispositivos para obtener mapas climáticos, han sido cruciales en la adaptación climática. Estas tecnologías no solo mejoran la producción, sino que también fortalecen la resiliencia frente a los desafíos climáticos cambiantes. Unos desafíos ante los que seguiremos trabajando desde Ayuda en Acción para conseguir modelos de vida más inclusivos, sostenibles y esperanzadores.
*Artículo escrito por José Manuel Román, delegado Ayuda en Acción Andalucía