Los niños de El Salado, en Colombia, han visto cómo su vida cambiaba al igual que ocurría en el resto del mundo. Desde que comenzó la pandemia y con ella el confinamiento, no tienen clases presenciales en la escuela. Algo que en otros países se ha solucionado con más o menos dificultades a través de la educación online, es sin embargo un imposible para muchas familias.
Las alianzas entre ONG y empresas como SACYR han sido fundamentales para dar respuesta a la vulneración del derecho a la educación en medio de la adversidad.
Zonas rurales: educación online en desventaja
En entornos rurales de países en desarrollo seguir las clases de manera online no es posible. La falta de electricidad y de dispositivos electrónicos es un común para las familias más vulnerables de Colombia, especialmente donde no existen infraestructuras que faciliten su acceso. De los 2.400.000 estudiantes de colegios rurales tan solo el 17% tienen acceso a equipos e internet, según datos del Ministerio de Educación y el Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación (ICFES), analizados por el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana. La crisis generada por la COVID-19 no ha hecho más que dejar al descubierto la brecha digital y educativa existente en el país.
Carlos Junior, de 11 años, vive con sus abuelos en la vereda La Emperatriz, del corregimiento El Salado (municipio de El Carmen de Bolívar). Estas tierras han sido escenario de la guerra y el desplazamiento forzado en Colombia. En medio de montes extensos y un sol agobiante, queda su casa de paredes de bahareque y techo de latas. No tiene agua potable, equipos y mucho menos internet.
Desde marzo que suspendieron las clases presenciales a nivel nacional, Junior, como le conocen, no ha vuelto a pisar su colegio. Las clases se han tornado en un ir y venir de guías cada 15 días, porque en el campo las clases virtuales parecen un chiste de mal gusto. “La situación no está siendo fácil: a veces no entiendo las tareas y no tengo dónde investigar”, dice. Aunque sus abuelos traten de explicarle, también es difícil, porque ellos nunca fueron a la escuela. Entre la incertidumbre y la esperanza de algún día volver a la escuela pasan los días de Junior.
Alimentación deficiente, otro hándicap para el desarrollo y la educación
La falta de alimento ha sido otro de los desafíos que ha tenido que afrontar la familia de Junior –como otras muchas de El Salado– durante la emergencia de la COVID-19. Al iniciar la cuarentena no tenían cosecha y por tanto, tampoco había nada que llevarse a la boca. Los niveles de desnutrición afectan también a la educación, produciéndose una falta de atención en los niños y niñas que les impiden avanzar y seguir adquiriendo conocimientos.
En esos momentos es cuando Ayuda en Acción fue fundamental para dar una respuesta humanitaria urgente distribuyendo entre la población más vulnerable kits de emergencia alimentarios y sanitarios que permitieran hacer frente a la situación. Con la reapertura económica que se ha venido dando poco a poco en el país, familias como la de Junior ya han podido sembrar frijol cuarenteño para subsistir y vender en los mercados locales.
Abandono escolar: un riesgo sin marcha atrás
Hasta el momento, la Secretaría de Educación colombiana estima que 13.000 estudiantes en el país dejaron el colegio durante la pandemia por la falta de equipos y conectividad. La deserción escolar era algo inevitable teniendo en cuenta que los estudiantes del área rural no tienen la oportunidad de acceder a la tecnología.
Muchos niños, niñas y jóvenes han tenido que dejar la escuela para ayudar con las labores del hogar. Otros muchos lo han hecho para buscar un trabajo que permita a las familias tener ingresos adicionales. La falta de una educación online está lastrando en muchos casos el futuro de toda una generación.
Fundación Sacyr, aportando soluciones educativas y tecnológicas
Ayuda en Acción está fuertemente comprometida con el derecho a la educación (lo que incluye por supuesto la educación online) en todos los proyectos donde desarrollamos nuestra labor. Y en las zonas rurales de Colombia, no podía ser una excepción antes, durante y después de la pandemia.
Para desarrollar nuestro trabajo, las alianzas empresariales son fundamentales, contribuyendo de este modo al cumplimiento del ODS 17, referente a la necesidad de establecer alianzas que generen desarrollo.
Tras un trabajo de identificación y colaboración con Fundación Sacyr, decidimos intervenir en la vereda La Emperatriz, dentro del corregimiento de El Salado. La escuela a la que hasta hace unos meses iban los niños y niñas de la zona resultó arrasada tras una fuerte tormenta. Su apertura, tras la fase más dura de la pandemia, era más difícil que nunca.
La colaboración con Fundación Sacyr ha permitido, sin embargo, dar un vuelco a la situación. Además de la reconstrucción de la escuela, se han entregado 63 tablets a niños y niñas de El Salado. Con ellas la educación online es posible porque contienen programas educativos aportados por la Secretaría de Educación de la Alcaldía del Carmen de Bolívar. Todo ello permitirá romper la brecha digital entre las zonas rurales y urbanas además de mejorar el rendimiento escolar de quienes las usen.
Ayuda en Acción y Fundación Sacyr han reconstruido una escuela en El Salado (Colombia) y repartido 63 tablets para garantizar el derecho a la educación. Clic para tuitear
Ahora Carlos Junior tiene la oportunidad de utilizar un dispositivo para aclarar sus dudas y resolver sus tareas de manera más efectiva. Pero no queda ahí, sino que cuando vuelva a la escuela se llevará una gran sorpresa… Ya no tendrá que estudiar en una escuela que se estaba cayendo a pedazos. Ahora podrá hacerlo en un centro con infraestructuras y herramientas dignas que den seguridad a las familias y que permitan una educación online y presencial de calidad.