Ir a la escuela. Ese era el sueño de Ambrosia Guzmán cuando era niña, nos cuenta ahora a sus 56 años. Era la mayor de ocho hermanos y sus padres decidieron que ella era la que debía ayudar en las tareas domésticas y cuidar a las chivas, animal parecido a la cabra. Tiene pareja y cinco hijos, tres hombres y dos mujeres, y ha decidido no imponer el rol tradicional a sus hijas, ni seguir aguantando la desigualdad que ella, como otras compañeras, ha vivido. Por eso, participa en los proyectos de empoderamiento de la mujer que Ayuda en Acción Bolivia ha puesto en marcha para cerrar las brechas en el ejercicio de los derechos económicos de las mujeres y democratizar los roles en el cuidado del hogar.
Estos proyectos han sido desarrollados en los municipios de Alcalá, El Villar y Sopachuy junto con la colaboración de la Fundación PASOS. y forman parte del compromiso de Ayuda en Acción para garantizar la seguridad alimentaria y dinamizar las economías locales, además de promover el ejercicio de los derechos de las mujeres -empoderamiento-, tanto dentro de las familias como a nivel municipal.
Ambrosia es la mejor productora del municipio de El Villar, ha sido la ganadora en varias ferias agrícolas locales y es admirada por su capacidad de planificación de su predio, en el que tiene siete hectáreas para pastoreo y cinco para cultivos delimitados con mallas y postes y con sistema de riego. Cultiva maní, maíz, ají, papa y otros tubérculos, frejol, cebolla, remolacha, acelga, repollo y demás tipos de hortalizas, además de naranjas y limones; una parte de la producción la vende a la Asociación de Productores Agropecuarios y Forestales de Ají y Maní (APAFAM), de la que su marido es socio y ella, ahora, también.
“El año pasado recién en APAFAM nos han reconocido también [a las mujeres] como socias titulares. Antes no nos tomaban en cuenta en las asambleas o si participábamos no nos hacían valer ni para cuando llamaban lista. Ahora participamos en reuniones y capacitaciones que las instituciones han realizado”, cuenta.
Ambrosia es una líder en su comunidad, ha encabezado propuestas para mejorar la producción de maní y ají logrando, con el apoyo del programa, acceder a semilla de calidad y a capacitación y asistencia técnica con las que ha incrementado la producción y, con ella, sus ingresos económicos. Es la impulsora de la mejora y diversificación de la producción en su familia y la comunidad. “Ahora siento que en mi casa mis propios hijos y mi esposo me valoran y ayudan en lo que hago”. La interrumpe su propia risa, y luego continúa: “Ahora mi marido entiende que juntos hacemos mejor el trabajo, nos reunimos para poder planificar qué vamos a sembrar”.
No siempre fue así. Ambrosia cuenta que antes su esposo era “fregado”; ni hacía labores domésticas, ni traía a casa el dinero de la venta de los productos agrícolas. “Era gritón y yo le ayudaba en todo lo que me decía, además de hacer la limpieza de la casa, cocinar, lavar ropa, atender a las gallinas, las vacas, las chivas… y me cansaba mucho. Ahora las cosas han mejorado, juntos vamos a vender maní, el ají y yo guardo la plata. Me ayuda en la casa, trae la leña, pela papa, cocina a veces, desgrana el maíz para el mote (maíz hervido) y ayuda a lavar la ropa”. Este cambio ha sido posible gracias a las charlas sobre derechos de las mujeres que los técnicos han dado en las zonas rurales. Las propias mujeres han salido en marchas contra la violencia y también, como parte del programa, se ha instaurado la figura del promotor comunal defensor. “Ahora dicen que hay cárcel para los maridos que golpean a sus mujeres”, comenta Ambrosia. Y señala que la autoridad máxima de los sindicatos campesinos estuvo en la cárcel por pegar a su esposa.
Las habitantes de estos municipios han participado en este proceso de empoderamiento recibiendo capacitación para crear pequeños negocios, como el de la producción de miel, así como técnicas de venta, con los que ser económicamente independientes. Ya hay 48 mujeres apicultoras que generan bienes para ellas y sus familias. “Antes se capacitaba mi marido no más, ahora nosotras también nos capacitamos y las cosas (equipos, herramientas e insumos) nos las han entregado a nosotras”. Ambrosia destaca que, en las ferias productivas que han hecho, las mujeres han ganado a los varones. “Los hombres se han dado cuenta de que nosotras podemos trabajar bien también. Por ejemplo, mi hijita trabaja en la Alcaldía, mi amiga Ana Rodas es senadora de Bolivia… Sabemos producir y mis compañeras son dirigentes en comunidades y asociaciones, hemos avanzado harto”, sentencia.
En los municipios de Alcalá, El Villar y Sopachuy, el 73% de los concejales son mujeres y, hasta ahora, siete mujeres se han graduado como peritos en agricultura familiar sostenible y otras cinco como peritos en administración de emprendimientos de empresas rurales y agro negocios, títulos expedidos por la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca.