En Uganda más del 56% de la población es menor de edad. Encontrar a varios niños y niñas solos en las típicas chozas en las que vive la población local y refugiada es algo muy común. Durante largos períodos de tiempo los padres se ausentan con el objetivo de conseguir algo de dinero para mantener a la familia. Si es tiempo de cosecha estarán fuera durante el período que dure la recolección; si lo que buscan es comprar y revender algún producto, el tiempo de estancia fuera del hogar se reduce. También se da la circunstancia de que los padres buscan que sus hijos e hijas puedan acceder a la escuela sin necesidad de recorrer largos caminos. La lejanía de los centros de enseñanza complica a muchos niños la asistencia, pero poder ir al colegio supone tener una comida caliente al día y para muchos de ellos el único alimento diario. La media de hijos por familia en Uganda es de 5,7 y a veces es más rentable tener a los niños en un lugar arrendado pero asegurar su alimento, antes que mantenerlos en el propio hogar sin poder alimentarlos.
Muchos de los maestros de las escuelas conocen la situación de la infancia y se convierten para estos niños y niñas en unos segundos padres. Joyce es profesora del colegio UNNA Central y nos cuenta cómo es la vida de la infancia en esta comunidad:
"Nosotros nos convertimos en padres y madres. Les visitamos después de la escuela y comprobamos si necesitan algo, porque muchos padres les dejan solos en lugares alquilados durante el curso para que estén más cerca de la escuela. Yo misma me he llevado a mi casa a alguno de ellos cuando lo han necesitado. Así es la vida aquí".
Esto tiene dos caras: la positiva es que en muchas ocasiones genera redes de solidaridad entre la población vecina y hace que unos a otros se cuiden; la negativa, en cambio, está en el riesgo que corre la infancia de ser abusada al estar completamente solos.
Las chicas son quienes más sufren esta carga: la cultura en Uganda hace que el peso de la casa, la comida, el cuidado de los niños, ir a recoger agua y leña recaiga en las mujeres y en las niñas. Esto les obliga en muchas ocasiones a asumir un rol que no les pertenece ejerciendo de cabeza de familia de sus hermanos menores (e incluso mayores si es que los que les superan en edad son varones). Aunque la situación para los niños es complicada, quienes seguro tendrán que dejar de disfrutar de su derecho a la educación y de manera plena de su infancia serán las niñas.
Por eso Ayuda en Acción ha puesto en marcha proyectos que faciliten el acceso de la infancia a la educación, clave para salir del círculo de la pobreza, y con las becas de comedor conseguiremos asegurar la alimentación diaria de los niños y que los padres no se vean obligados a abandonarles durante largos períodos de tiempo.