La eficiencia energética es una medida clave para la sostenibilidad ambiental y económica. Cuando se trata de poblaciones indígenas y de escasos recursos (como las tolupanas de Honduras) la energía fotovoltaica puede ser una forma de mejorar la eficiencia energética y reducir costos. Pero es que además, va más allá: sin duda aplicar este tipo de técnicas ayuda a proteger su propio entorno.
La energía fotovoltaica convierte la luz solar en electricidad. Esto puede ayudar a las familias a reducir su dependencia de fuentes de energías costosas y contaminantes, como el combustible fósil. Además, al generar su propia electricidad, las poblaciones tolupanas pueden controlar mejor su consumo de energía y reducir su huella de carbono.
Te contamos más a lo largo de este artículo.
¿Cómo ayudamos a que las familias tolupanas puedan hacer uso de una energía eficiente?
A través del proyecto Corylus Semilla financiado por la AECID contribuimos a que más de 900 familias indígenas tolupanas tengan acceso a energía fotovoltaica en sus hogares. Pero esta tarea no termina aquí: además, concientizamos a la población beneficiada sobre al uso responsable y adecuado de los sistemas solares.
“Hemos elaborado material de comunicación que sirve como guía para que las familias utilicen de manera responsable los sistemas solares que les entregamos. Ellos y ellas saben que el uso correcto de este sistema permitirá que tengan una vida útil más larga, evitar que se dañen antes de tiempo y así contribuir a una eficiencia energética” (Mª José Bonilla, oficial de cambio climático de Ayuda en Acción en Honduras).
Las familias tolupanas, como cualquier otra, usan los aparatos tecnológicos que todas y todos usamos: celulares, computadoras, bombillas… Desde la implementación del proyecto, con las placas solares instaladas, cuando hay luz los rayos de sol cargan de manera eficiente para que por la noche los hogares puedan seguir funcionando con normalidad. Antes lo que se hacía era usar los focos públicos para tener algo de luz en las viviendas desde la puesta de sol hasta el amanecer.
¿Cómo las familias administran y regulan el uso de la energía?
Con las capacitaciones y los materiales de comunicación entregados por Ayuda en Acción, las familias son capaces de administrar por su cuenta el uso de los sistemas de energía. Se cuida que toda la familia esté involucrada en la formación desde los más pequeños de la casa, hasta las mayores. De esta manera las familias están trabajando juntas para asegurar que la energía fotovoltaica sea utilizada de manera eficiente y sostenible, protegiendo así su entorno natural y cultural.
También la población ha establecido mecanismos internos para administrar y regular el uso de la energía fotovoltaica. Estos mecanismos incluyen la creación de comités de energía y la asignación de roles y responsabilidades especificas para cada miembro de la comunidad.
Pero ahorrar energía va más allá de los hogares: “en nuestra comunidad hemos empezado a enseñar a otras personas sobre estas prácticas y notamos cómo ha mejorado nuestra calidad de vida en general. El hecho de no haber tenido energía casi desde que nacimos nos hace ser más conscientes al tenerla”, dice Josselin Moreno, una de las mujeres de Yoro que participa en el proyecto.
Antes de este proyecto las familias solo tenían acceso a luz durante la noche a través de pequeñas hogueras de leña del árbol del ocote. Eso tenía otras implicaciones, tanto para el medio ambiente como para la salud de las personas (y para las casas, ya que se generaba hollín que había que limpiar cada día, además de la inseguridad añadida por posibles incendios o accidentes domésticos). Pero con estas baterías la situación ha cambiado: “ahora no debemos dedicar gran parte del día a limpiar las casas y podemos realizar actividades productivas, pero para seguir con ellas primero tenemos que ahorrar la energía”, señala Mª Luisa Ávila, que forma parte del comité de energía comunitaria de Ojo de Agua. Y además, genera otros beneficios colaterales, como la mejora de la calidad educativa: “ahorrando energía podemos reducir nuestros costos y utilizar esos recursos en otras necesidades importantes como los cuadernos escolares de mis nietas”.
(*Artículo escrito por Liz G. Ordóñez, responsable de comunicación en Honduras, y editado por Noemí García Cabezas, sede central España)