Juventud y empleo en Bolivia, como en la mayoría de los países del mundo, son términos que cuesta unir si hablamos de futuro. En este país la juventud está en riesgo permanente de estancamiento por las dificultades para reengancharse al empleo. Antes del impacto del coronavirus, a pesar de que las cifras globales de desempleo disminuían, el paro para la juventud boliviana no paraba de aumentar. La cifra en 2017 alcanzaba ya el 12,1%.
En contextos rurales la situación es aún más complicada. “La juventud rural está muy motivada, tienen muchas ideas pero les falta capacidad”, nos indica José Miguel Quiroga, técnico de CEMSE, una de las organizaciones con las que Ayuda en Acción trabaja en Bolivia.
Un ejemplo de joven que lucha por labrarse su propio futuro en un entorno difícil para el empleo es Fransberto Picha. Con solo 21 años, es hoy todo un emprendedor que sueña con crecer y dar empleo a otros como él. Pero no todo ha sido fácil en esta carrera hacia el éxito.
Fransberto es un joven emprendedor boliviano que triunfa con sus cultivos hidropónicos. La juventud en su país no lo tiene fácil para el empleo. Clic para tuitear
Los comienzos de Fransberto como emprendedor: así empezó todo
Fransberto es de la comunidad de Sotani, en Sucre. Cuando tenía 12 años, fue un niño apadrinado con Ayuda en Acción. Recuerda con cariño cómo escribía “las cartitas” a las personas que ayudaban a su comunidad a seguir avanzando. Todo lo hacía desde la Unidad Educativa de La Palma, la comunidad donde los niños y niñas de Sotani van a realizar sus estudios. Allí finalizó su secundaria y comenzó con 17 años su carrera de Agroecología y Electricidad, gracias al apoyo que Ayuda en Acción y CEMSE dan a jóvenes de la zona como él.
Desde un principio, Fransberto tenía muy claro lo que quería: su sueño era emprender y no dudó ni un solo segundo en invertir todos sus ahorros en su idea: crear viveros con sistema hidropónico automatizado.
“Donde yo vivo hay poca agua. Yo pensé que con mis conocimientos de electricidad y agricultura podía hacer algo interesante”, dice Fransberto. Y efectivamente lo hizo. En Sotani la tierra no es apta para el cultivo de hortalizas y el agua es un bien preciado. Fransberto pensó que la hidroponía, un tipo de cultivo que sustituye la tierra por el agua como base, era la solución para desarrollar una empresa exitosa, que además fuera respetuosa con el medio ambiente. Él no quería ser como otros jóvenes de su entorno, que han tenido que migrar a otras ciudades del país para conseguir un empleo, precario en muchos casos.
La formación, clave para el desarrollo
En Bolivia ocurre algo que también pasa en países como España. El desempleo entre jóvenes altamente cualificados es aún más alto que entre quienes no están formados. La formación profesional en áreas rurales, es aún una asignatura pendiente: “nuestra juventud, sobre todo la que vive en el medio rural, necesita espacios de formación técnica especializada. En la mayoría de casos nuestros jóvenes acaban migrando para tener un futuro y cuando llegan a las ciudades, se encuentran en posición de inequidad social”, dice José Miguel Quiroga, que junto con Ayuda en Acción ha acompañado a Fransberto en todo su proceso como joven emprendedor.
Como parte de nuestra línea de generación de oportunidades, Ayuda en Acción lleva años desarrollando un proyecto de desarrollo integral en el que la juventud tiene un protagonismo especial. Ejemplo de ello es el apoyo al Campo de Aprendizaje en Surima, donde jóvenes de todo del distrito acuden a formarse en competencias profesionales que están generando iniciativas de emprendimiento y autoempleo. La formación que se les ofrece es amplia y a la parte más técnica se le añaden otras en costos, intermediación comercial o técnicas de venta. El objetivo es que la juventud salga preparada para hacer frente a situaciones reales de mercado.
Hidroponía del Valle, un negocio con posibilidades de crecimiento
Fransberto considera que nunca debe dejar de aprender para seguir creciendo como joven emprendedor. Por eso, además de los cursos facilitados por Ayuda en Acción y CEMSE, no duda en ir a otras localidades donde ve formaciones que pueden mejorar su negocio.
Comenzó con un pequeño vivero de apenas seis por cuatro metros; hoy en día ocupa 128 metros cuadrados. En Hidroponía del Valle, como ha llamado a su empresa, trabajan por el momento su madre y su hermano menor. Pero su construcción y acondicionamiento ha permitido dar empleo a otros jóvenes en la zona.
Pronto Fransberto se dio cuenta de que su producción podía competir con los productos que encontraba en el mercado. Sus lechugas eran más higiénicas: “ni un gusano encuentras en ellas”, dice orgulloso. Él mismo reconoce los difíciles inicios:
"Recorría las ferias de productores, iba con fotografías para enseñar a la gente en qué consistía el sistema de hidroponía y a la gente comenzó a gustarle mi producto. Así comencé mi clientela, pero no fue nada fácil".
Juventud boliviana, una mezcla de inconformismo y miedo
El carácter de la juventud boliviana, un país que ha pasado de ser el más pobre de Sudamérica a uno de los que cuenta con mejores perspectivas en poco más de una década, es inconformista. Fransberto también lo es. Por eso comenzó a estudiar qué tipo de productos llegaba a los supermercados y una vez hecho el estudio de mercado y ajustados los costes, se decidió a negociarlo, con apoyo de Ayuda en Acción y CEMSE.
Su producto se puede encontrar en grandes superficies de la ciudad de Sucre y varios de los restaurantes más importantes de la ciudad pronto se fijaron en él. Hoy sirve personalmente los pedidos con cada una de sus cosechas: una cada 45 días.
Este joven emprendedor asumió el riesgo de su apuesta y ganó: “el miedo paraliza a muchos jóvenes a emprender”, asegura reconociendo que él también tuvo miedo en sus comienzos. ¿El secreto para vencerlo?
"Con esfuerzo todo es posible, es muy importante no rendirse y buscar soluciones. Siempre digo que nunca hay que dejar de soñar".
Un futuro lleno de oportunidades
Fransberto tiene muy claro su futuro. Quizás la seguridad en sí mismo es una de las claves de su éxito. Este joven, al que le molesta el discurso de una parte de la sociedad que cree que la juventud no lucha por su futuro, no deja de trabajar para seguir creciendo como emprendedor y como persona.
"En 2030 querría tener una producción muy diversificada, ya estoy en ello ampliando mi cultivo a pimiento, por ejemplo. Quiero ampliar mis instalaciones, abrir más invernaderos en otros departamentos del país y generar puestos de trabajo, sobre todo en mi comunidad. Si hubiera más empleo para jóvenes como yo, nuestro pueblo podría avanzar más rápido y con más oportunidades".
El futuro de la juventud y el empleo en Bolivia pasa también por los derechos. Por eso, el apoyo de Ayuda en Acción a las comunidades con las que trabaja no se asienta en meras formaciones: vamos mucho más allá. “Es necesario generar espacios de debate, análisis y exigibilidad de derechos en las propias comunidades”, afirma José Miguel Quiroga. Solo conociendo los derechos que les corresponden y asumiendo que su participación es clave en el desarrollo de sus comunidades, la juventud podrá avanzar. Estamos juntos en ese camino.