El matrimonio infantil en Mozambique es un verdadero problema. El país africano es uno de los que tiene mayor cantidad de niñas obligadas a casarse siendo aún menores de edad.
Nos lo cuentan nuestros compañeros de ActionAid y de AMME, que trabajan con nosotros en la zona de Namarroi: “muchas niñas después de regresar de los ritos de iniciación, a los 12 o 13 años, se ven obligadas a contraer matrimonio. Son sus padres quienes piensan que ya están listas para dar ese importante paso, que ya pueden trabajar y tener un marido”. Así nos lo cuenta Ana Rui, de 26 años y mentora en un club de chicas y miembro del consejo escolar de su comunidad.
También es cierto que hay espacio para la esperanza. En julio de 2019 se aprobó el proyecto de Ley de Prevención y Combate de las Uniones Prematuras, que busca criminalizar este tipo de uniones hasta con penas de cárcel. Sin embargo, ahora viene un paso más importante: conseguir que su contenido cale a todos los niveles de la sociedad. Así lo advierte Tatiana Wachave, coordinadora de Muleide, uno de nuestros socios locales en el país, que además ha tenido un papel muy activo en la lucha por la consecución de esta ley. "Tenemos que dar a conocer esta ley en todos los niveles. También hay que traducirla a los idiomas locales para así lograr involucrar a líderes de la comunidad, organizaciones de la sociedad civil e instituciones públicas", señala Wachave.
Matrimonio infantil: una grave vulneración de derechos
Aún es necesario seguir dando pasos para que la población entienda que el matrimonio infantil supone una grave vulneración de los derechos de la infancia."Nada tiene que estar por encima de los derechos humanos. La cultura no puede favorecer a un grupo ni poner en desventaja a otro. Respetamos la cultura siempre que no viole la Constitución y los derechos de los niños", recalca Wachave.
En Ayuda en Acción, a través del trabajo de sensibilización que desarrollamos, promovemos una mayor participación y retención de las niñas en la escuela. Y esto lo conseguimos mediante la capacitación de miembros de los consejos escolares (16 en toda la zona), en los que el enfoque de género es uno de los puntos focales de nuestro trabajo. Gracias al apoyo de nuestros padrinos, madrinas y colaboradores, 150 niñas, 50 niños, 70 líderes comunitarios y 58 maestros y maestras han recibido formación sobre cómo asegurar que más niñas continúen estudiando en lugar de quedar relegadas a la casa y a todo lo que conlleva el matrimonio en su cultura.
Ana Rui nos pone un ejemplo de su trabajo para frenar el matrimonio infantil en su comunidad: “algunas chicas del club y yo misma fuimos a visitar a una de las chicas que fue obligada por su padre a contraer matrimonio. Nos había alarmado que la chica no hubiera vuelto a clase tras los ritos de iniciación y con las chicas comprobamos lo que sospechábamos; le habían casado”.
Pero Ana no se quedó parada, porque tiene clara su labor de apoyo y rescate a las niñas que sufren esta grave violación de sus derechos: “con ActionAid y AMME fuimos a hablar con el presidente del consejo escolar y con el líder de la comunidad; para dirigirnos después a la casa de la niña y hablar con su padre. Él nos contó que casó a su hija porque necesitaba que su yerno se hiciera cargo de las necesidades básicas de la familia”. Afortunadamente, tras un largo y difícil proceso de concienciación de toda la familia, la historia tuvo un final feliz, porque el matrimonio fue deshecho a causa de la minoría de edad de la niña dos meses después de haber contraído matrimonio. En el proceso tuvo un papel fundamental la Oficina de la Mujer y el Menor, con quienes trabajamos a diario para que los derechos de la infancia sean respetados en la región. El padre de la niña fue condenado por el Tribunal del Distrito a un año de realización de trabajos comunitarios. Ana lo cuenta con una sonrisa: “es un orgullo haber salvado a esta niña de un matrimonio prematuro, y aunque necesitará mucho apoyo psicológico, estamos evitando que otras muchas niñas pasen por la misma situación”.