“El lema que teníamos al principio es 'adelante con el Sol', estábamos empezando a ser formadas para llevar a cabo nuestro proyecto como Mujeres Solares; ahora el lema es 'brillando con el Sol' porque nos sentimos mujeres empoderadas, mujeres capacitadas y somos mujeres organizadas. Nos sentimos mujeres que podemos”. La que habla es Hilda Ivania López, una de las cocineras del restaurante Casita Solar de Totogalpa. “A este recurso del Sol, nadie le había sacado brillo. Dentro de nuestra comunidad, nadie creía o conocía que con el Sol se puede cocinar”, añade Glenda López. Ambas forman parte de la Cooperativa Mujeres Solares de Totogalpa, a través de la cual 20 mujeres del departamento de Madriz, en Nicaragua, han desarrollado emprendimientos en torno a la energía solar.
El proyecto parte de una propuesta que desarrollamos en el Corredor Seco de Centroamérica, de la mano de AECID, para promover el desarrollo rural y las oportunidades económicas entre población desfavorecida en un contexto de cambio climático. Reducir las desigualdades y la vulnerabilidad a la pobreza extrema, así como promover los derechos de las mujeres y la igualdad de género son otros de los pilares de este trabajo que llevamos a cabo desde 2014. En la región centroamericana se concentra la población más pobre de América Latina, con porcentajes que alcanzan en Honduras el 69%; en Nicaragua 62%; en Guatemala 55% y el 48% en El Salvador. En los cuatro países del CA4 los índices de desarrollo humano disminuyen alrededor del 20% cuando el promedio se mide en relación a la situación de las mujeres.
Restaurante Casita Solar
“La energía solar es importante porque cuidamos el medio ambiente, no gastamos tanta leña ni generamos tanta basura. Al principio, cuando no estábamos organizadas en la cooperativa, nuestros hijos iban a clase y teníamos que comprar el paquete de candela para que pudieran hacer la tarea en la noche; mientras que ahora no, con nuestro panel solar a las 7 de la noche o a cualquier hora pueden hacer su tarea. Antes, también subíamos a la montaña para buscar ocote (leña) porque necesitábamos alumbrarnos en las casas y ahora tampoco es necesario”, continúa explicando Hilda. Las Mujeres Solares regentan el restaurante sostenible Casita Solar de Totogalpa que, tal y como sus casas, cuenta con ecofogones, hornos ecológicos y paneles solares para cubrir sus necesidades energéticas y servicios. Los alimentos se cocinan en hornos ecológicos con carbón orgánico de producción propia –utilizan la caña de maíz para fabricarlo– o en cocinas solares que alcanzan los 150 grados y la refrigeración para las bebidas se realiza mediante paneles fotovoltaicos. Todo se sustenta en la energía solar.
Pero lo primero fue recibir formación. “Aprendimos a utilizar las cocinas solares y enseñamos a la comunidad cómo se usan en formaciones en las escuelas, en los centros de salud… también lo promovimos en las alcaldías durante las ferias”, añade Glenda. Y luego hicieron su plan de negocio y , además del restaurante, generan ingresos comercializando cocinas solares, ecofogones y hornos ecológicos que ellas mismas fabrican, nos sin antes haberles incorporado innovaciones que han inventado a través del ensayo-error; “nos las compran principalmente organizaciones y también alcaldías, porque ellos tienen proyectos en muchas comunidades con el objetivo de cuidar el medioambiente. Nos han pedido que fabriquemos hornos para algunos proyectos de emprendimiento, por ejemplo de mujeres que quieren montar panaderías en su casa”.
Corredor Seco Centroamericano
Otro factor importante es el lugar donde sucede todo esto. El Corredor Seco Centroamericano está conformado por áreas geográficas discontinuas en las que viven 10,5 millones de personas, el 60% con altos niveles de vulnerabilidad. La situación de sequía, creada por la intensidad del fenómeno del Niño en los últimos años, ha generado pérdidas en la cosecha de granos básicos superiores al 70% en los países, poniendo en constante riesgo sus medios de vida y su soberanía alimentaria. El Corredor Seco de Nicaragua está compuesto por 107 de los 152 municipios del país. En el departamento de Madriz, la situación es muy compleja, porque las condiciones agronómicas son deficitarias y la producción de subsistencia que no deja margen para una buena alimentación, y el clima del departamento se caracteriza por las pocas precipitaciones durante la estación lluviosa.
Glenda, Hilda y el resto de Mujeres Solares no eran ajenas al problema. “En nuestra comunidad estábamos muy acostumbrados a usar demasiada leña para cocinar; utilizábamos unos fogones grandes que se llevaban 30 o 40 rajas de leña y contaminaban nuestra salud. Las mujeres nos reunimos y vimos que no había leña en la comunidad y que nuestros bosques ya no tenían recursos… eso estaba dejando a la comunidad en sequía”, cuenta la primera; “a veces no es buen invierno y a veces sí, ese es el cambio climático. Hay sequía, los pozos se secan, no hay mucha cosecha. Si no llueve no podemos almacenar agua”, completa la segunda. La preocupación prosigue en boca de Glenda; “cuando hablamos de energías renovables lo principal es que es muy caro, sobre todo los materiales. Aparte del restaurante, tenemos también hospedaje comunitario en nuestras familias… lo más difícil para nosotros es ofrecerle agua potable a nuestros huéspedes. No tenemos una fuente de agua, ni los recursos para poner un pozo y llevar el agua para nuestras casas. Necesitamos comprar mucha agua purificada para poder cocinar”.
A pesar del problema del agua, las Mujeres Solares han conseguido mejorar y cambiar sus vidas a través de un proyecto basado en energía solar; “tenemos la gran oportunidad y la dicha de apoyar a la comunidad”, relata Hilda orgullosa. Su proyecto de energía solar demuestra que se pueden aplicar nuevas fuentes de energía y apostar por las renovables para mejorar la calidad de vida de muchas comunidades rurales. Y abrir nuevas oportunidades económicas que, en el caso de las Mujeres Solares, les ha permitido combatir el machismo. Glenda recuerda que antes los hombres les decían “solo yo llevo ingresos… vos te quedas en la casa cocinando, cuidando a los niños…”, pero todo cambió en la comunidad a medida que iban consiguiendo logros con su negocio, “ahora los hombres se sienten orgullosos si les dicen `su esposa es una mujer solar`”.