Esta mañana cinco jóvenes de La Ceiba se reunieron para hablar sobre nuevas masculinidades y acoso callejero. Algunos con más vergüenza que otros ejemplificaban cómo lo habían ejercido. “Creíamos —dice uno— que las mujeres debían aceptar todo lo que les gritábamos en las calles”.
Los que se han reunido en este grupo son jóvenes menores de 20 años de La Ceiba, una comunidad rural del municipio de Totogalpa, en el Corredor Seco de Nicaragua, para abordar las temáticas de la Escuela de Masculinidades.
Ayuda en Acción y su socio local, el Movimiento Comunal Nicaragüense (MCN), impulsan la creación de Escuelas de Masculinidades en nueve comunidades rurales de tres municipios de Madriz. Par ello, cuentan con el apoyo de la Xunta de Galicia y la Cooperación Gallega.
La tarea ha sido intensa pero está rindiendo frutos. Los jóvenes han empezado a reflexionar sobre cómo aprendieron a ser hombres y cómo demuestran su hombría. Lo han hecho a través de dinámicas de animación, trabajos grupales, sociodramas, vídeo foros, ejercicios individuales y exposiciones,
Este día han reconocido que desde niños aprendieron a acosar a las mujeres que veían en las calles, que habían normalizado el emitir opiniones sobre sus cuerpos y que incluso esperaban que se lo agradecieran. Aceptaron que en muchas ocasiones persiguieron a mujeres que se encontraron en caminos desolados.
Masculinidades violentas
Durante las reflexiones se han identificados temas claves en la deconstrucción de las masculinidades violentas. Han aceptado que fueron criados para ser proveedores, que son controladores y celosos con sus parejas, que para demostrar que son hombres tienen que entablar muchas relaciones, que desconocen los derechos sexuales y reproductivos y que no expresan sus sentimientos ni sus emociones.
Los procesos de formación constan de cuatro módulos de formación. El primero estuvo referido a la construcción de las masculinidades; el segundo a sexualidad masculina y género; el tercero al poder y violencia; y el último a la construcción de las nuevas masculinidades.
Al iniciar la escuela cada uno de los asistentes llenó una encuesta, también denominada cartilla, con la que se pretendía determinar cómo los hombres se describen a sí mismos. Cuando finalizaron los procesos en la Escuela se aplicó una segunda encuesta y los resultados revelan que los hombres se auto-reconocieron como agentes de cambio con mayor libertad y mejoraron su participación e integración comunitaria.
En la primera fase de implementación de las Escuelas de Masculinidades algunos jóvenes estaban un poco reacios a integrarse. Sin embargo al concluir los procesos de formación, todos contaban con planes de vida en los que describieron sus metas y anhelos.
Las escuelas han permitido la creación de tres Redes de Masculinidades que sesionan y registran en un libro de actas los compromisos y acuerdos asumidos para el trabajo comunitario entre hombres.
La experiencia, además, ha trascendido a otras comunidades. A través del programa radial Media hora en la comunidad, un espacio del socio local MCN en Somoto (cabecera departamental de Madriz) los jóvenes han compartido sus experiencias, han ofrecido sus testimonios y detallado los cambios vividos.