En medio de la crisis de los últimos meses en Colombia, aún hay queda espacio para la esperanza entre la población rural en Colombia. En Ayuda en Acción vemos pequeñas señales que nos muestran que, efectivamente, hay camino que andar por un futuro con más oportunidades en el país sudamericano. En este caso, te hablamos de cómo estamos fortaleciendo el tejido productivo agrícola con población rural campesina en Colombia, y más concretamente en el Valle del Cauca.
La historia de Johny y Alejandra, campesinos del Valle del Cauca
El Valle del Cauca es una de las regiones donde Ayuda en Acción está presente desde hace varios años. Allí, en la vereda Cabuyal, viven Johny y Alejandra, un matrimonio que, a pesar de lo difícil de la situación, ha encontrado un espacio para la esperanza a través de su actividad diaria.
El transporte es muy caro y apenas se consigue combustible. Esto está afectando a los agricultores, puesto que no pueden vender sus productos y estos tampoco llegan a zonas donde se necesita. Los alimentos se pueden llevar a centrales de abastecimiento, pero es muy difícil y costoso para el consumidor (Johny Oviedo).
Son campesinos, lo llevan en la sangre, conocen los surcos de la tierra que trabajan como la palma de su mano. Pero aun así, son conscientes también de que aún les queda mucho por aprender, para que sus iniciativas productivas sean sostenibles y resilientes.
En Ayuda en Acción también somos conscientes de los problemas de la población rural en Colombia. Por eso, y no sin grandes dificultades por los problemas generados por la crisis colombiana y por la pandemia, no hemos dejado de trabajar ni un solo minuto. Continuamos la tarea que comenzamos cuando llegamos a esta vereda. Queríamos, junto con la comunidad, mejorar los procesos de producción agrícolas de la población. El objetivo era crear producciones sostenibles que contribuyeran a la seguridad alimentaria. Pero también era necesario un asesoramiento sobre los procesos de comercialización que puedan mejorar la vida de familias de los municipios de Palmira y El Cerrito.
Agricultura en Colombia: más allá del autoconsumo
No se trataba solamente de asegurar su alimentación, sino de generar empleos que aseguraran los ingresos para varias familias. En concreto, son 80 familias campesinas de 14 comunidades las que están recibiendo formación que mejore la comercialización de sus productos. La idea es que se generen redes de comercialización e intercambio entre las diferentes comunidades que forman parte del proyecto. Es una de las mejores formas de asegurar su futuro. Como resultado de todo este proceso, se ha conformado la asociación Somos nuestra herencia.
Con ella promovemos la comercialización de los productos de la población rural con la que trabajamos. Pero la asociación es mucho más. Agrupa a jóvenes campesinos (sobre todo a mujeres) rurales de la cuenca de los ríos Nima y Amaime. El comercio justo es una de sus principales actividades.
Durante los peores momentos de la crisis la huerta me sirvió mucho: compartimos o intercambiamos productos y semillas con otras familias. Aquí no hubo necesidad de productos porque previamente se había hecho un trabajo de preparación (Johny Oviedo).
A través de un punto de venta directa en el municipio de Palmira, se venden productos elaborados a partir de la materia prima que aportan los y las productoras rurales. Ellos y ellas, durante los últimos meses se han visto obligados a reinventarse. Mermeladas, cremas de licor, café o miel se pueden encontrar en la tienda, con apoyo de la Corporación VallenPaz y Ayuda en Acción.
Todo el proceso de venta y comercialización viene impulsado, además, por dinamizadores/as comerciales que, con apoyo de los asociados, van creando alianzas entre diferentes grupos de jóvenes agricultores de todas las comunidades cercanas.
Resiliencia y liderazgo entre la población rural: más sostenibilidad para los proyectos
La crisis en los últimos meses no ha hecho más que agravar la situación que ya se daba desde el inicio de la pandemia. Muchas comunidades campesinas y población rural en general se están viendo afectadas por las restricciones a la movilidad. Eso implica que no lleguen alimentos o que los que lleguen tengan precios más altos de lo habitual. No hay tampoco combustible para desplazarse y la incertidumbre es más que evidente…
Sin embargo, el trabajo de organización, liderazgo y resiliencia realizado desde el año pasado con la población rural en Colombia está permitiendo tener soluciones de emergencia. Las alternativas de producción impulsadas y la sostenibilidad de los procesos a través de la red de comercialización y venta creada, están siendo la solución a los retos que plantea la actual situación. Trabajamos para seguir dando respuesta de cara al futuro.